EL PADRE DE LAS CAMPAÑAS NEGRAS
Su especialidad es arrojar lodo sobre el enemigo. Destruirlo, usando cualquier método, sin importar si es sucio. El principio que gobierna su vida es no tener principios. Sus frases son tristemente célebres: “Es mejor ser infame que ser desconocido”… “Para ganar hay que hacer lo que sea. Lo único que importa es ga- nar”. Lo llaman el padre de las campañas negras. Se le atribuye haber convertido a Donald
Trump en un fenómeno político que lo llevó a triunfar en las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos. La BBC lo califica como “el embustero de la política que vio a Trump como presidenciable desde hace 30 años”.
Se llama Robert Stone. Es un veterano lobista que lleva 40 años trabajando como estratega político en las campañas presidenciales de casi todos los candidatos republicanos desde la época de Richard Nixon.
Esta semana, agentes del FBI lo detuvieron en su casa de Florida, por orden de la oficina del fiscal especial Robert Mueller, que investiga la llamada “trama rusa”, acusado de siete cargos, entre ellos obstruir un procedimiento oficial, presentar declaraciones falsas ante la justicia y fabricar falsos testigos.
También, por actuar como un canal de información entre la campaña de Trump y Julian As
sange, director de WikiLeaks, para difundir correos electrónicos que el gobierno ruso había robado de los computadores del Partido Demócrata y del equipo de campaña de Hillary Clinton, en un esfuerzo por ayudar a Trump a ganar la elección presidencial. Según la acusación, el equipo del fiscal especial obtuvo evidencias de que en octubre de 2016, cuando las encuestas daban ventaja a la candidata Hillary Clinton, un empleado de la campaña de Trump le preguntó a Stone, en un mensaje de texto, si “había escuchado más de Londres”. Hablar de Londres era hablar de Julian Assange, donde él se halla refugiado en la embajada de Ecuador. Stone respondió: “Sí, quiero hablar en una línea segura. ¿Tienes WhatsApp?”. Posteriormente, Stone le dijo al empleado que se publicaría más material y que sería perjudicial para la campaña de Clinton.
En efecto, poco después, WikiLeaks difundió en internet mensajes robados en los computadores de la campaña demócrata por hackers rusos
muy probablemente vinculados a los servicios de inteligencia de Vladimir Putin que enlodaron a la candidata y a los dirigentes de su campaña.
La revista The New Yorker reveló que los cargos del fiscal especial no se derivan de los actos originales en sí, sino de las mentiras de Stone sobre ellos. “Los fiscales dijeron que Stone habló con altos funcionarios de la campaña de Trump sobre el uso de información que podría resultar perjudicial para la candidata demócrata Hillary Clinton” y “fue un participante activo en los intentos de causar el caos en las elecciones presidenciales de 2016”.
Las acusaciones contra Ro-
bert Stone me recuerdan el triste papel que han jugado en las últimas elecciones presidenciales de varios países latinoamericanos empresas y personajes tristemente célebres como él.
Pienso en Odebrecht, en José Eduardo Cavalcanti de Men
donça también llamado Duda Mendonça , en Juan José Ren
dón, y sobre todo en las elecciones presidenciales colombianas en las que ellos trabajaron como asesores usando métodos muy parecidos a los de Stone.
Sus frases no son idénticas, pero se parecen: “Lo importante es que la gente vaya a votar, berraca” les aconsejó el primero a los dirigentes del Centro Democrático. Sus honorarios los pagó Odebrecht. “Somos los guerreros de las campañas y un guerrero necesita guerra” dijo el segundo, explicando su trabajo. Rendón fue asesor de las campañas de Álvaro Uribe y Juan Manuel San
tos. Robert Stone tiene, pues, discípulos aventajados en Latinoamérica. Aquí también, en materia de política, para ganar hay que hacer lo que sea. Lo único que importa es ganar
Las acusaciones contra Stone me recuerdan el papel que han jugado en las elecciones de países latinoamericanos personajes tristemente célebres como él.