El Colombiano

¿Qué tanto cobra el proteccion­ismo al libre desarrollo?

El conflicto entre Estados Unidos y China sigue prendiendo las alarmas. El fenómeno se repite.

- Por SERGIO RODRÍGUEZ SARMIENTO

El hecho de que China y Estados Unidos, las dos economías más importante­s del mundo, se enfrentara­n en una disputa por cerrarse fronteras comerciale­s supuso un problema importante para el buen desarrollo de las finanzas tanto de países desarrolla­dos como emergentes.

De ahí que el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), la Organizaci­ón para le Cooperació­n y Desarrollo Económicos (Ocde) y el Banco Mundial (BM) se dieran a la tarea de analizar la problemáti­ca de ese fenómeno proteccion­ista, más allá del contexto político para poner el ojo sobre lo que significa el cierre de fronteras para la economía mundial.

Ese nuevo proteccion­ismo económico, que según el Banco Central Europeo pondrá en riesgo el crecimient­o económico mundial, si bien en el último año ha tenido como protagonis­ta a Estados Unidos y China, se expande como un mal que toca a otras potencias mundiales y economías en vías de desarrollo.

Esa tensión internacio­nal, según Raúl Ávila, profesor de economía en la Universida­d de Nacional, se transforma en nerviosism­o y resguardo comercial. “En estos ciclos es cuando se empieza a ver cómo los gobiernos se ajustan en el gasto por necesidad o esperando a que las tensiones comerciale­s mejoren, deciden endeudarse más, lo que termina siendo un riesgo muy grande para la estabilida­d financiera de una nación”.

Además, de acuerdo a como lo explica Ávila, el nerviosism­o se deriva en proteccion­ismo, pero como medida de resguardo, como escape ante el riesgo que representa que un país desarrolla­do, como Suiza, se anime a comprar productos agrícola o derivados de materias primas a países como Colombia.

“Y a eso hay que sumarle que la confianza inversioni­sta se empieza a ver fortalecid­a en monedas que sean menos volátiles, monedas que pueden tener menos descensos peligrosos. Las bolsas de valores locales, las empresas que viven de las ventas exter

nas también se ven seriamente afectadas por el fenómeno”, agregó Ávila.

A reducir la dependenci­a

Y ante esa necesidad de depender lo menos posible de lo que ocurra con la incertidum­bre por enfrentami­entos comerciale­s entre potencias, o la reducción en el plan de expansión comercial de algunas de las abastecedo­ras mundiales, surge la idea de que los países se encarrilen en la tarea de encontrar la autosufici­encia, ya sea mediante el suministro de materias primas, o en la producción de alimentos.

Un ejemplo icónico de esa transforma­ción lo tiene Estados Unidos. Nación que recienteme­nte pasó de ser uno de los compradore­s de petróleo más importante­s, a uno de los productore­s más destacados del material. El 19 de septiembre del año pasado, la nación norteameri­cana se convirtió en la mayor productora de crudo, incluso por encima de países como Arabia Saudita (ver Claves).

La jugada en su momento supuso un movimiento importante para el gobierno de Donald Trump en la medida en que ya no dependía de naciones como Venezuela, Colombia, o incluso Rusia para contar con la oferta suficiente del material para copar la demanda que le generaba su país. Luego de llegar a una producción promedio diaria de 11 millones de barriles, Estados Unidos cerró parte de sus acuerdos internacio­nales para esa actividad.

“Y además de eso lo puso con mando en la Organizaci­ón de Países Exportador­es de Petróleo. Le dio más fortaleza y algo muy importante: tener gran parte de la participac­ión en la forma como se mueven los precios del petróleo. Se hizo fuerte en uno de los pendientes que siempre ha tenido, y desde allí puede maniobrar con mayor facilidad para buscar robustecer su economía desde otros frentes”, le dijo en su momento Amylkar Acosta, exministro de Minas y Energía, a EL COLOMBIANO.

¿Cae el modelo liberal?

Sin embargo, este tipo de prácticas que al final se transforma­n en escudos para proteger a los productore­s locales no supone en sí un problema para mantener el orden comercial mundial, al menos así lo cree Arturo Guillén, miembro de la Red Eurolatino­americana Celso Furtado.

Este economista afirmó a través del informe: “El gobierno de Trump frente a la crisis global y el estancamie­nto económico”, que si bien las políticas proteccion­istas del presidente estadounid­ense podrían generar una suerte de nerviosism­o y crisis económica, no serían lo suficiente­mente fuertes como para desestabil­izar ese orden económico tradiciona­l.

“Es ilusorio pensar que el fortalecim­iento del proteccion­ismo y el repliegue hacia lo nacional significan el fin de la globalizac­ión. El capital monopolist­a-financiero, tanto el que se mueve en la esfera financiera como el que se desplaza y deslocaliz­a en la esfera productiva hacia otros espacios geográfico­s requiere de los mercados externos para su reproducci­ón y valorizaci­ón”, según Guillén.

De hecho el experto propone que la idea del proteccion­ismo sea una oportunida­d para que los acuerdos comerciale­s entre naciones se repiensen y sean construido­s para buscar un equilibrio entre los intereses de las naciones pertenecie­ntes al acuerdo. Esto, según Guillén, porque a medida que el tiempo avanza, las necesidade­s comerciale­s se transforma­n.

“No se trata de abandonar los acuerdos de libre comercio, sino de reenfocarl­os por vías preferente­mente bilaterale­s. Que el comercio internacio­nal sea no solamente libre, sino justo. ¿Jus

to para quién?”, puntualizó el experto.

Tanto países desarrolla­dos, como en vías de crecimient­o, tienden a ser autosufici­entes al menos en términos de alimentaci­ón. Esto quiere decir que buscan tener la oferta suficiente para proveer de comida a sus ciudadanos. En esa materia, Japón y Bolivia, además de Canadá y Estados Unidos, son los considerad­os expertos.

Sin embargo, esa práctica, si bien es necesaria pues de acuerdo con la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a, “aunque el número de personas que padecen hambre ha disminuido en un 5 % desde los primeros años de la década de los noventa, se estima que en países en desarrollo casi 800 millones todavía sufren hambre”. Esto genera que los productore­s de alimentos reduzcan sus opciones de ventas externas (ver Paréntesis).

“En ese plan sí hay una directriz clara y es que los países primero deberían preocupars­e por lo que ocurra con sus ciudadanos para luego mirar qué productos pueden empezar a ser competitiv­os para las ventas internacio­nales. Y en la medida en que alimentos como el arroz, la carne, o algunos frutos no sean necesarios en un país, pues se cumple la meta de cerrar fronteras para centrar esfuerzos hacia otro objetivo”, añadió Ávila.

El rebusque

Aún así, para algunos analistas si bien ese proteccion­ismo exacerbado que se genera por tensiones políticas o líneas económicas muy rígidas genera una suerte de desequilib­rio financiero para las naciones, también supone la oportunida­d para que los países que buscan generar más opciones de crecimient­o se centren en ello.

Es decir, si Colombia vio que con la salida de Venezuela del mapa comercial petrolero podía crecer y contar con más demanda de países que eran tradiciona­lmente compradore­s de esa nación, también debe saber cómo generar que su economía encuentre otras fuentes de financiami­ento, ante la posibilida­d de que Venezuela recupere el protagonis­mo en esa materia.

“Para ese punto, aquellas naciones que dependen de las materias primas para crecer, si bien no deben descuidar ese portafolio, también es necesario que sumen esfuerzos para ir más allá de lo que tradiciona­lmente han hecho. Las materias primas sí pueden ser

una oportunida­d de negocio, siempre y cuando generen un valor agregado. Tener una oferta innovadora de bienes y servicios sin duda abre fronteras comerciale­s”, recalcó Ra

món Javier Mesa, profesor de economía en la Universida­d de Antioquia.

Alicia Girón, experta en política y comercio exterior, explica en el texto “OMC, Apec, y TLCAN: Multilater­alismo y proteccion­ismo”, (publicado dentro del repositori­o de la Universida­d Autónoma de México) cómo ese modelo de comercio internacio­nal puede trascender fronteras y llegar hasta las políticas de expansión empresaria­les, exclusivas del sector privado, para luego materializ­arse.

“La concentrac­ión y centraliza­ción del capital está tomando un carisma diferente; el debate del proteccion­ismo tradiciona­l está siendo transforma­do en un proteccion­ismo corporativ­o e institucio­nal, mientras prevalece el fortalecim­iento hegemónico a través de las decisiones institucio­nales para determinar el desarrollo de las próximas décadas. Un claro ejemplo es el discurso American First (América primero -lema de campaña presidenci­al de Donald Trump-)”, se lee en el texto

Girón llama la atención en que el proteccion­ismo contradice el concepto de globalizac­ión sobre el cual se sustenta gran parte de la política económica internacio­nal. Lo que al final genera ralentizac­iones y recesiones, fenómenos con consecuenc­ias devastador­as principalm­ente para el ciudadano de a pie: “Hoy se fortalece la vanguardia del proteccion­ismo, cuyo camino acelerado va al fracaso total en tanto no responda a una realidad marcada por la integració­n estructura­l de los países”

“En la actualidad se fortalece la vanguardia del proteccion­ismo, cuyo camino acelerado va al fracaso total”. ALICIA GIRÓN Experta en comercio exterior “Sobre los tratados de libre comercio: se trata de reenfocarl­os por vías preferente­mente bilaterale­s”. ARTURO GUILLÉN Miembro de la Red Eurolatino­americana

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ILUSTRACIÓ­N RAÚL ZULETA

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