CERVANTES Y SHAKESPEARE: LA MEDIDA DEL TIEMPO
Cada vez que se acerca el 23 de abril, se obstinan en contarnos que Cervantes y Shakespeare murieron en ese mismo día del año 1616. En realidad no sucedió así, pues, Shakespeare murió días después de la fecha señalada. A continuación vamos a contar el porqué de la coincidencia en el calendario.
Empezaremos por el principio, pues, sin habérselo propuesto, el astrónomo Aloysius
Lilio tuvo mucha culpa de tal coincidencia. Fue Lilio un sabio italiano que estudió medicina y astronomía en Nápoles durante el primer tercio del siglo XVI, uno de los periodos de esplendor aristocrático del virreinato. Terminados sus estudios, Lilio se puso al servicio de la Casa de Carafa, familia napolitana de clase dominante que le relacionaría con el poder eclesiástico de la época, tanto a él como a su inseparable hermano Antonio Lilio. Esto es muy importante, ya que, una vez muerto Aloysius, su hermano Antonio sería el encargado de presentar a la curia los trabajos que Alysius había escrito sobre el nuevo calendario, titulados Compendium novae rationionis restituendi kalendarii.
Estamos en el año 1577 y el papa Gregorio XIII, una vez leído el trabajo de Alysius, decidió enviárselo a expertos universitarios del ámbito cristiano para recoger las opiniones al respecto. En España, la consulta llegaría a las universidades de Salamanca y de Alcalá de Henares, así como al ingeniero e inventor hispano- milanés Juanelo Turriano, conocido como Relojero de la Corte.
Para Carlos I, el ingeniero Juanelo Turriano no sólo construyó relojes astronómicos capaces de señalar la posición de los astros en cada momento, sino que también construyó autómatas e ingenios mecánicos. Tras la muerte de Carlos I, el arquitecto
Juan de Herrera le encargó el diseño de las campanas del monasterio de El Escorial y entre medias, el papa Gregorio XIII le consultaría acerca del Compendium.
Parece ser que tanto Juanelo, así como cada uno de los expertos que consultó Gregorio XIII, coincidían en el desfase del calendario vigente en la época, el calendario juliano (denominado así por haber sido introducido por Julio César en el año 46 antes de Cristo), ya que, desde que el citado calendario se había establecido, la traslación de la Tierra alrededor del Sol venía desajustando días. Según el calendario juliano, la traslación de la Tierra duraba un poco más de 365 días. Para ser exactos, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos. Pero, antes de la introducción del calendario juliano, la duración de cada año era de 11 minutos y 4 segundos menos. Este tiempo, una vez sumado a lo largo de los años, suponía un error de poco más de diez días que sirvieron a Lilio como base para su Compendium. De tal manera que su propuesta de sumar 10 días al calendario civil fue aceptada como medida y aprobada en la bula Inter Gravissimas, el 24 de febrero de 1582.
En España se atiende el deseo papal y, con la reforma del calendario juliano, el transcurso de nuestra Historia perderá 10 días del año 1582. Por otro lado, Inglaterra tardaría casi dos siglos en adaptar el nuevo calendario, haciéndolo en 1752. Por lo tanto, cuando Shakespeare fallece, lo hace un 23 de abril de 1616 según el calendario juliano, pero un 3 de mayo si le sumamos el ajuste de los diez días del calendario gregoriano que fechó la muerte de Cervantes. Como bien apunta el filólogo
Carlos Mayoral, lo de hacer coincidir las muertes de Cervantes y Shakespeare el mismo día es otro ejemplo más de postureo cultural
* Escritor e investigador español
En España se adopta el calendario gregoriano en 1582. Inglaterra lo haría en 1752. Por eso, Shakespeare y Cervantes no murieron el mismo día de 1616.