DARÍO DE JESÚS MONSALVE MEJÍA
LUGAR
CALI, VALLE DEL CAUCA PALABRA
¡DIOS MÍO, DIOS MÍO!, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?
Desde esta región del Pacífico, sacudida por el efecto de las mingas indígenas, de las movilizaciones y paros cívicos, de los cultivos, de las rutas y mercados de estupefacientes, de las migraciones y desplazamiento forzosos; medito la Cuarta Palabra de Cristo. Es la palabra del dolor de un inocente perseguido y masacrado por los hombres en el leño del Calvario, que se deshace en oración. La belleza y variedad de estas tierras, que conjugan valles, planicies, laderas, costas y montañas; enmarcadas en la inmensidad del Océano Pacífico y de sus extensas fronteras, hacen de la región un polo de atracción, anudándose en ella múltiples coordenadas. Estos grandes contrastes, entre las potencialidades del territorio y las debilidades de la cultura, dominada por fenómenos y prácticas con pobre cohesión y escasa racionalidad del bien común, son un fuerte desafío a la capacidad humana de transformar situaciones de grave atraso y de vacío institucional. La Iglesia, sembradora de Evangelio y de visiones cristianas en etnias, pueblos ancestrales, ciudades y poblados dispersos, ha sido gran forjadora de generaciones, de hombres y mujeres con hondo sentido de fe, de trabajo y de familia, de civilidad serena y espiritualidad colectiva, de peregrinación entre Santuarios como Buga y Las Lajas. Ha sido también defensa y auxilio de los más vulnerables: negros e indios, braceros y cañeros, desplazados y excluidos. Hoy, con la cuarta palabra de Jesús, recogiendo en la plegaria los dolores e inconformidades del presente, volvamos a mirar a lo alto, a trascender hasta Dios y aferrarnos a Él, como a lo más íntimo y personal, a lo más mío, para ser capaces de superar el sentimiento de soledad y de impotencia, de fracaso y desesperación. Que la oración de Cristo, en el tramo más agudo de su dolor, nos anime a reconvertir estas épocas, de cambios y drásticos desajustes, en procesos constructivos de paz y bienestar, de perdón y garantías para la vida y la convivencia entre diversos y contrarios. “No nos dejemos arrebatar la esperanza”, como nos lo repite el Papa Francisco.