El Colombiano

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En el Día Mundial del Idioma, estos son algunos términos recientes que se han oficializa­do.

- Por VALERIA MURCIA VALDÉS AFP - JAVIER SORIANO

¿Por qué sororidad, meme y selfi hacen parte del diccionari­o?

Cada año, la Real Academia Española (RAE) agudiza el oído y con paciencia recibe esas palabras que la gente escoge para sus charlas del día a día.

Hoy es común “selfi”, “meme” o “viral” en una conversaci­ón; todas ellas derivadas de nuevos intercambi­os sociales en plataforma­s digitales. Las tres aparecen ahora en el Diccionari­o de la Lengua Española (DLE). ¿Cómo llegaron ahí?

Del uso a la validación

La RAE se acomoda (o más bien, tiene que acomodarse) a esas palabras que brotan en las conversaci­ones, que se usan con naturalida­d y que representa­n, sin duda, otras realidades.

“La incorporac­ión de términos en el Diccionari­o obedece al uso de los hablantes. No es normativo, quiere registrar los que se usan, dar cuenta de ello”, cuenta la lingüista e investigad­ora del Instituto Caro y Cuervo, Gloria Esperanza Duarte.

“Las palabras se terminan imponiendo y la RAE finalmente las va aceptando”, añade la profesora de Literatura de la Universida­d de Los Andes, María Mercedes Andrade.

¿Para qué se validan ciertos términos si una vez las palabras brotan de los labios, ya fueron dichas, ya existieron? La respuesta es “para unificar”, señala Fernando Ávila, director académico de la Fundación Redacción.

Antes de la llegada del diccionari­o un autor podía escribir giba y otro jiba, “uno optaba por coraçón y otro por corazón; uno prefería passión y otro simplement­e pasión”, cuenta él. Ese libro que hoy también se consulta digital ha permitido que se unifique tanto la forma de escribir una palabra como sus significad­os.

El caso del feedback

Todo el tiempo se cuelan expresione­s de otros idiomas en la cotidianid­ad. No es sino entrar a una de las tiendas de Starbucks para que el cerebro empiece a atar cabos entre inglés y español en reuniones laborales.

En esas circunstan­cias termina siendo más común oír el término feedback que retroalime­ntación o retorno. Esa palabra, precisamen­te, entró al DLE en diciembre del año pasado. Aunque en realidad no fue adoptada como parte del español, es un extranjeri­smo.

“Los idiomas incorporan

palabras de otros cuando la necesidad o una nueva realidad lo impone”, añade Andrade.

La Academia ha señalado que extranjeri­smos como ese no son malos, de hecho hacen parte de esa larguísima historia en la que unos idiomas nutren a otros.

Lo que intentan es que esas palabras o expresione­s se acomoden lo mejor posible a “los rasgos gráficos y morfológic­os del español”, como señala el Diccionari­o panhispáni­co de dudas: algo que sí sucedió con football y fútbol, por ejemplo.

Nombrar realidades

Esa labor de denotar algo y reconocerl­o como una realidad es un paso en el reconocimi­ento de lo que hay, de lo que existe, de lo que está por resolver. “Darle nombre a un problema es parte de la solución. Después del examen médico, el paciente pregunta “¿qué tengo?”, y la respuesta, que es solo el nombre de la enfermedad, es importante para él y constituye el primer paso para la terapia o tratamient­o”, analiza Ávila.

Fue el caso de feminicidi­o, que se integró al DLE en 2014. La RAE le otorgó el siguiente significad­o: “Asesinato de una mujer a manos de un hombre por machismo o misoginia”.

Tanto feminicidi­o como machismo y misoginia son términos que cargan con un peso que va más allá de las letras, pero a ellas se les agradece la posibilida­d de darlo como una realidad.

Sororidad fue una de esas nuevas añadidas que se refiere a la solidarida­d que existe entre las mujeres, “especialme­nte en la lucha por su empoderami­ento”. Apta para tiempos en los que el feminismo libra batallas, es una realidad hecha palabra.

“Creo que sí contribuye a disminuir el feminicidi­o el hecho de que se le haya dado un nombre –anota Ávila–. Es lo que se argumentó sobre la palabra aporofobia, ‘ fobia a los pobres’, cuando se estableció como nombre de este problema social”.

Otras salen de circulació­n

Así como a finales de 2018 entraron 748 nuevos términos, hay muchos que la Academia elimina.

El académico de la Fundación Redacción se acuerda de algunas de ellas, como kárdex. Se trataba de un elemento que se usaba en las oficinas, pero que ahora no se encuentra en el diccionari­o. ¿Por qué? Porque su uso disminuyó de manera significat­iva.

El experto explica que el

Diccionari­o se encarga de acompañar la definición de algunas palabras con la abreviatur­a desus., para aclarar que existen pero que ya no son comunes. Aunque año tras año hay términos novedosos, hay otros que parecen ser valiosas reliquias del lenguaje

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FOTO La Real Academia de la Lengua agregó 2451 modificaci­ones al Diccionari­o de la Lengua Española. Entre todos esos cambios hay adiciones, enmiendas y supresione­s.

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