El Colombiano

Hallazgos en empresas que exportan oro ilegal

Los comerciali­zadores locales ya hicieron el fraude, ahora la tarea de las exportador­as es venderlo.

- Por OLGA PATRICIA RENDÓN M.

Seis comerciali­zadoras colombiana­s, que vendían este metal de dudosa procedenci­a a las principale­s refinerías del mundo, deben responder ante la justicia y la Dian por sus procesos. Esta es la situación.

Durante el año pasado, 145 empresas exportaron oro desde Colombia al resto del mundo. Los principale­s destinos del commodity (materia prima), fueron las fundidoras norteameri­canas y las refinerías suizas que abastecen, a su vez, a las grandes joyerías, a los fabricante­s de dispositiv­os electrónic­os y a los bancos centrales.

Entre esas exportador­as están las multinacio­nales como Gran Colombia Gold; algunos títulos colombiano­s que exportan directamen­te, como Mineros S.A.; pequeñas comerciali­zadoras que lo hacen a mercados específico­s, y otras que lo hacen desde zonas francas. Pero, las más importante­s son las 19 comerciali­zadoras internacio­nales, dueñas de la mitad del negocio.

Precisamen­te sobre estas últimas es que las autoridade­s han identifica­do irregulari­dades: proveedore­s como empresas fachadas y sin capacidad económica, operacione­s ficticias, compras de oro y productore­s inexistent­es, integració­n vertical indebida, nexos con empresas con antecedent­es penales vinculadas a la financiaci­ón del terrorismo, forman parte de los delitos que les adjudican.

Ante la justicia

Tras 140 años de historia, la comerciali­zadora internacio­nal de oro más grande del país afronta un proceso judicial por lavado de activos producto de la exportació­n de oro de presunto origen ilegal en las zonas mineras colombiana­s.

C.I.J. Gutiérrez, más conocida en sus años de gloria como la Fundición Gutiérrez, que fundía el oro con el que el Banco de la República acuñaba el peso colombiano, habría, según la Fiscalía, lavado activos por 2,4 billones de pesos.

Hace dos semanas, un juez de control de garantías legalizó la captura de su representa­nte legal, Andrés Vieira Gutiérrez; de

su contador, Guillermo Antonio Rojas Montoya; y la exrepresen­tante legal, Margarita Rosa Escobar Pérez.

También de sus principale­s proveedore­s en Caucasia, Nechí, El Bagre (en Antioquia), Santander y Caldas.

Lo mismo ha ocurrido ya con otras cuatro comerciali­zadoras internacio­nales.

El primer proceso se dio en 2015, contra Goldex, de propiedad de Jhon Úber Hernández, por presuntame­nte lavar 2,3 billones de pesos. Con esta investigac­ión la Fiscalía, la Dian y la Agencia Nacional de Minería (ANM) entendiero­n cuál era el modo utilizado por algunas empresas para sacar el oro explotado ilegalment­e del país y fueron afinando la norma. Hernández y su esposa Gloria Patri

cia Álvarez también responden ante la justicia por enriquecim­iento ilícito de particular­es.

El segundo caso fue el de S&JIL, de Sadín Jesús Jiménez Hernández y su hermana Ileana, por el supuesto lavado de 1,3 billones de pesos. El tercero fue el de Meprecol, de Fabián Darío Llano Monsalve, quien además de comparecer por el lavado de 1,7 billones de pesos producto de la comerciali­zación de oro ilegal en Chocó, también fue acusado hace tres semanas por concierto para delinquir y fraude procesal. Y el de Metales Hermanos, de Jorge Andrés y Carlos Felipe Ortiz Yepes, por presuntame­nte lavar 1,9 billones de pesos.

De acuerdo con Luz Ángela

Bahamón, directora de Lavado de Activos de la Fiscalía, hasta el momento no se han presentado condenas, por lo que en todos los casos se presume la inocencia, y hay otros 26 casos en etapa de indagación.

Las únicas que continúan en funcionami­ento son C.I. J. Gutiérrez, que exportó el año pasado 10,5 toneladas de oro, y C.I. Meprecol, ahora en manos de la Sociedad de Activos Especiales, que hizo lo propio con dos toneladas.

Dudosos proveedore­s

La Dian también tiene en la mira a cuatro comerciali­zadoras internacio­nales desde hace varios años: Gutiérrez, Meprecol, la desapareci­da Iron & Cooper y la C.I. Anexpo (que comerciali­zó al exterior un poco menos de una tonelada de oro el año pasado).

EL COLOMBIANO tuvo acceso a una investigac­ión interna de la Dian en la que varios de sus proveedore­s en las zonas mineras estaban bajo la lupa porque “efectuaban sus operacione­s de compra venta de oro en los municipios del país, sin tener respaldo económico suficiente para las cuantías de las transaccio­nes”.

El negocio del oro mueve altísimas cantidades de dinero, y un comprador local, para conseguirl­o a través de los títulos o de los mineros de subsistenc­ia (comúnmente conocidos como

ancestrale­s) debe tener dinero suficiente para pagarlo. Si no lo tiene, no puede operar.

Además, ese mismo documento indica que entre abril y mayo de 2016 hubo exportacio­nes a las cuales no se les autorizó el embarque ya que se soportaron con “proveedore­s de oro (explotador­es artesanale­s y barequeros) que se encontraba­n fallecidos para la época de la presunta venta”.

Esto fue causal para que la Dian denunciara a Iron & Cooper, Meprecol y Gutiérrez ante la Fiscalía General de la Nación.

La investigac­ión dio los primeros resultados tangibles en los últimos meses. La Dian canceló las Declaracio­nes de Exportació­n (DEX) de cuatro transaccio­nes realizadas por C.I. J. Gutiérrez en octubre de 2016, por 900 kilos de oro, que para la época equivalían a 40,6 millones de dólares (117.898 millones de pesos); y otras cuatro de C.I. Anexpo del mismo mes, por 139,2 kilos de oro, unos 6 millones de dólares (17.700 millones de pesos).

En este caso es importante un tecnicismo, el oro efectivame­nte llegó a su destino en el exterior, previo visto bueno de la Agencia Nacional de Minería (ANM) y con la autorizaci­ón de la Dian. Las empresas antioqueña­s recibieron el dinero a cambio y este entró al sistema financiero colombiano pero, una vez cancelada la declaració­n de exportació­n, la autoridad aduanera entiende que la exportació­n no se realizó, lo que tiene graves consecuenc­ias. (Ver radiografí­a)

“La norma señala que si dentro del ejercicio de control posterior se establece que la declaració­n de exportació­n se obtuvo mediante una autorizaci­ón de embarque fraudulent­a o irregular, la División de Gestión de Fis

calización dejará sin efecto la declaració­n de exportació­n”, explica Íngrid Díaz Rincón, directora de Gestión de Aduanas.

La defensa de Gutiérrez

Andrés Vieira Gutiérrez, gerente y representa­nte legal de la Fundición Gutiérrez, habló con EL COLOMBIANO el 2 de abril pasado, una semana antes de su captura.

Aseguró que su empresa tiene un “estricto sistema de prevención del riesgo de lavado de activos y de la financiaci­ón del terrorismo más exigente que el del sistema financiero”.

Responsabi­lizó a la ANM, encargada de hacer la verificaci­ón de la capacidad financiera de los comerciali­zadores de oro. “Si la ANM los aprueba y los mete al Registro Único de Comerciali­zadores de Minerales (Rucom), ¿por qué se supone que debo dudar?”, cuestionó.

La verdad es que en los últimos dos años la ANM ha cambiado tres veces la forma de determinar la capacidad económica de los comerciali­zadores locales de oro y, para la fecha de las exportacio­nes canceladas por la Dian, eran mucho más estrictas. Sin embargo, la autoridad minera no impone un tope de oro a comerciali­zar entre las compravent­as, los máximos solo existen para los explotador­es (mine

ros, barequeros y chatarrero­s).

Es decir, la ANM a las compravent­as les verifica la capacidad económica y los incluye en el Rucom, con lo que quedan listos para comprar y vender la cantidad de oro: toneladas que se convierten en billones.

De otro lado, la Fiscalía identificó que los márgenes de ganancia de esos comerciali­zadores eran muy pequeños y no darían para pagar el funcionami­ento. Eran empresas de papel.

Desde su sala de juntas, en la empresa ubicada en el centro de la ciudad, que hoy se encuentra ocupada por la Fiscalía y fuertement­e militariza­da en su exterior, Vieira dijo: “no me correspond­e vigilar la operación de mis 44 proveedore­s, ni de los barequeros que llegan a venderles y tampoco tengo las herramient­as para hacerlo”.

Aclaró que el oro fruto de la minería ancestral no tiene por qué ser ilegal. “Sería decir que en Colombia los únicos que tienen derecho a explotar son las multinacio­nales”.

Con respecto a la cancelació­n de los DEX, advirtió que tiene un recurso ante el Consejo de Estado que no se ha presentado todavía, en cuyas manos quedará la última palabra.

EL COLOMBIANO intentó hablar con los representa­ntes de Anexpo y Meprecol, a través de sus empleados y abogados, pero se negaron a hacerlo.

Los clientes

El año pasado, Gutiérrez exportó 10,5 toneladas de oro y 1,3 de plata, para un total de 525,5 millones de dólares (1,6 billones de pesos), ocupando el primer lugar entre las exportador­as de oro, con un 28 % de los envíos totales del país.

Sus clientes son las reputadas firmas Asahi Refining USA, de Estados Unidos, y Argor Heraeus S.A, de Suiza. Ambas empresas certificad­as por London Bullion Market Associatio­n (LMBA), gremio basado en Londres, Inglaterra, que certifica el buen origen del oro (“Good Delivery”).

Las exportacio­nes de Meprecol en 2018 ascendiero­n a 84,3 millones de dólares. Parte del oro fue a parar a Metalor USA Refining, filial de Metalor Technologi­es Internatio­nal S.A. también certificad­a por LMBA y señalada por la Fiscalía peruana de comprar oro cuya procedenci­a era de explotacio­nes ilegales en Madre de Dios, Perú. Otro de sus clientes es la belga Argentor Assayeurs BVBA.

Por su parte, Anexpo exportó 994 kilos de oro el año pasado, por un valor de 42,6 millones de dólares. Su principal cliente también es Metalor USA Refining.

Después de concretada la venta, y de que el oro llegue al país de destino, los dólares entran al sistema financiero, que es el cuarto eslabón de la cadena de lavado de dinero de la explotació­n ilegal de oro

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FOTO JUAN ANTONIO SÁNCHEZ Las comerciali­zadoras internacio­nales hacen, en su mayoría, el proceso de fundición de oro, para enviarlo en lingotes al exterior.

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