SOBRE RAPPI Y UNICORNIOS
En Colombia, en medio del trópico, también existen unicornios: en 2018 Rappi se unió al exclusivo club de start-ups tecnológicos que logran una valoración superior a los 1.000 millones de dólares.
Y no hay que creer en unicornios para sentir la intromisión de Rappi en nuestras vidas. Sea por su publicidad agresiva en redes sociales, por haber encontrado por donde pedir aguardiente a las dos de la mañana o por ver la invasión naranja de rappitenderos en supermercados, restaurantes, fiestas de Halloween y espacios públicos; resulta imposible ser ajeno a la expansión de Rappi en los últimos años.
Bajo una cultura que prioriza el crecimiento sobre todas las cosas, Rappi ha ido expandiendo sus servicios desde la idea de ser “una tienda de barrio a domicilio” a ofrecer domicilios de prácticamente lo que sea.
No parecen querer quedarse ahí. Sus recientes incursiones al sector de salud con una alianza con Sanofi y al sector financiero con Rappi Pay muestran las ganas que tiene Rappi de aprovechar la gran cantidad de datos que poseen y la integración de distintos sectores de la economía que ha permitido la era digital para buscar controlar una proporción aún mayor del mercado, al estilo de aplicaciones chinas como WeChat o Alibaba.
Lo que sin duda es real de los unicornios son las polémicas que traen. Aunque Rappi –muy al tanto del discurso de la economía colaborativa de Uber y Airbnb– describe a sus rappitenderos como “emprendedores inLa disrupción de Rappi debería cuestionarnos más sobre las inflexibilidades de nuestro mercado laboral. dependientes” y no como empleados de su compañía, se empieza a enfrentar a críticas sobre su impacto en el mercado laboral del país, en discusiones que apenas comienzan y que eventualmente podrán tener repercusiones en su modelo de negocio. Los problemas anteriores no tienen fácil solución, sin embargo, no deberían ser un impedimento para que en Colombia creamos en unicornios y apoyemos el crecimiento de Rappi, una empresa que tiene el potencial de contribuir a transformar la dinámica de la economía del país. La disrupción de Rappi nos debería hacer cuestionarnos más a fondo sobre las inflexibilidades de nuestro mercado laboral. Si Rappi es el problema, ¿por qué la informalidad lleva tantos años en niveles cercanos al 50 %? Y más importante, ¿por qué hay tanta gente dispuesta a trabajar con Rappi?