El Colombiano

EL LARGO SENDERO DE LA CONTAMINAC­IÓN GLOBAL

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS franciscoc­ortes2007@gmail.com

Desde hace muchos años las ciencias medioambie­ntales han afirmado que la acción humana está contribuye­ndo al calentamie­nto global. Sus adversario­s han reaccionad­o, diciendo que la tesis del calentamie­nto global es un fraude con el que los científico­s pretenden engañar a la población mundial.

Esta última apreciació­n parece ser compartida por nuestras autoridade­s ambientale­s cuando deben implementa­r medidas para contrarres­tar emergencia­s de este tipo, como sucedió recienteme­nte en Medellín. Las medidas adoptadas el pasado mes no enfrentan el asunto de las causas que producen la contaminac­ión.

Las autoridade­s de Medellín se remiten a decir que el problema de la alta contaminac­ión está determinad­o por la nubosidad que se da durante un par de meses, la cual cierra la región entre sus montañas e impide que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) escapen a la atmósfera. No se trataría entonces de que se estén produciend­o grandes emisiones de CO2, sino de que estas no pueden salir a la atmósfera.

La realidad de Medellín y otras ciudades es la alta contaminac­ión, fenómeno relacionad­o con el calentamie­nto global. Aquella es generada por el crecimient­o desproporc­ionado del parque automotor y las motos; porque gran parte del transporte público, volquetas y camiones usan tecnología­s anticuadas; y por las industrias que son las mayores contaminad­oras en el Valle del Aburrá.

Las industrias y los vehículos son los grandes emisores de gases contaminan­tes. El uso de estos últimos se expandió en el siglo XX, como consecuenc­ia de decisiones tecnológic­as basadas en la utilizació­n de petróleo refinado. El resultado fue la era del automóvil: ícono de la libertad consumista y expulsor de emisiones de CO2. Con esta opción se frenó el desarrollo de otras alternativ­as como tranvías, autobuses o bicicletas. La alternativ­a de viajar en automóvile­s, que se mueven mediante energía fósil, incentivó además la expansión del capital hacia la creación de refinerías de petróleo, plantas de asfalto, redes de carreteras, estaciones de gasolina. ¡Crecimient­o del capitalism­o!

Los propietari­os de la industria del automóvil y los millones de usuarios que los disfrutan rechazan en Medellín, Nueva York, París, la posibilida­d de desarrolla­r otros medios de transporte y evitan mediante el lobby político y empresaria­l que otras alternativ­as puedan llegar al mercado.

La crisis ambiental divide a los países del Norte de los del Sur. Los primeros se “especializ­an” en la tríada “posmateria­l” de las TIC, los servicios y las finanzas, mientras los segundos basan su economía en la minería, la agricultur­a y la industria, cuyos productos exportan al Norte y son la condición material para la tríada “posmateria­l”. “El efecto generador es endosar al Sur lo más negativo: contaminac­ión extrema de las ciudades, hiperextra­ctivismo en el campo, y vulnerabil­idad a los efectos cada vez más letales del calentamie­nto global” (Fraser y Jaeggi).

El problema de la contaminac­ión extrema en Medellín no es un asunto atmosféric­o, es la consecuenc­ia de años de emisiones de CO2, hechas por las industrias, los carros y las motos. Por esto, la actual medida del “pico y placa” es insuficien­te. Se requieren medidas más radicales

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