EL LARGO SENDERO DE LA CONTAMINACIÓN GLOBAL
Desde hace muchos años las ciencias medioambientales han afirmado que la acción humana está contribuyendo al calentamiento global. Sus adversarios han reaccionado, diciendo que la tesis del calentamiento global es un fraude con el que los científicos pretenden engañar a la población mundial.
Esta última apreciación parece ser compartida por nuestras autoridades ambientales cuando deben implementar medidas para contrarrestar emergencias de este tipo, como sucedió recientemente en Medellín. Las medidas adoptadas el pasado mes no enfrentan el asunto de las causas que producen la contaminación.
Las autoridades de Medellín se remiten a decir que el problema de la alta contaminación está determinado por la nubosidad que se da durante un par de meses, la cual cierra la región entre sus montañas e impide que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) escapen a la atmósfera. No se trataría entonces de que se estén produciendo grandes emisiones de CO2, sino de que estas no pueden salir a la atmósfera.
La realidad de Medellín y otras ciudades es la alta contaminación, fenómeno relacionado con el calentamiento global. Aquella es generada por el crecimiento desproporcionado del parque automotor y las motos; porque gran parte del transporte público, volquetas y camiones usan tecnologías anticuadas; y por las industrias que son las mayores contaminadoras en el Valle del Aburrá.
Las industrias y los vehículos son los grandes emisores de gases contaminantes. El uso de estos últimos se expandió en el siglo XX, como consecuencia de decisiones tecnológicas basadas en la utilización de petróleo refinado. El resultado fue la era del automóvil: ícono de la libertad consumista y expulsor de emisiones de CO2. Con esta opción se frenó el desarrollo de otras alternativas como tranvías, autobuses o bicicletas. La alternativa de viajar en automóviles, que se mueven mediante energía fósil, incentivó además la expansión del capital hacia la creación de refinerías de petróleo, plantas de asfalto, redes de carreteras, estaciones de gasolina. ¡Crecimiento del capitalismo!
Los propietarios de la industria del automóvil y los millones de usuarios que los disfrutan rechazan en Medellín, Nueva York, París, la posibilidad de desarrollar otros medios de transporte y evitan mediante el lobby político y empresarial que otras alternativas puedan llegar al mercado.
La crisis ambiental divide a los países del Norte de los del Sur. Los primeros se “especializan” en la tríada “posmaterial” de las TIC, los servicios y las finanzas, mientras los segundos basan su economía en la minería, la agricultura y la industria, cuyos productos exportan al Norte y son la condición material para la tríada “posmaterial”. “El efecto generador es endosar al Sur lo más negativo: contaminación extrema de las ciudades, hiperextractivismo en el campo, y vulnerabilidad a los efectos cada vez más letales del calentamiento global” (Fraser y Jaeggi).
El problema de la contaminación extrema en Medellín no es un asunto atmosférico, es la consecuencia de años de emisiones de CO2, hechas por las industrias, los carros y las motos. Por esto, la actual medida del “pico y placa” es insuficiente. Se requieren medidas más radicales