El Colombiano

EMPRESARIO­S Y POLÍTICA

- Por JORGE GIRALDO RAMÍREZ calia@une.net.co

La intervenci­ón de los empresario­s en la política es tan necesaria como compleja. Su demanda social crece en tanto se haga notorio que la dirigencia política está enredada y que la situación general del país luzca precaria. Ambas condicione­s aplican hoy y por ello no extraña que el tema se esté moviendo en reuniones privadas y medios de comunicaci­ón.

Bajo las premisas de que la actividad empresaria­l formal exige un estado de derecho y un entorno estable en el largo plazo, y de que la función de los gremios es de representa­ción frente al Estado, diré algunas generalida­des.

La primera lealtad del empresaria­do es con el régimen político, encarnado en la constituci­ón y los poderes del Estado, incluyendo a las altas cortes y a los órganos de control. Una idea tan simple como esta conllevarí­a una política empresaria­l decidida respecto a la formalizac­ión de la economía (empezando por la tierra), la lucha contra la corrupción, la imparciali­dad de la justicia y la separación de poderes. Si los empresario­s no muestran unidad en estas causas es porque tienen problemas serios de acción colectiva o porque carecen del tipo de organismos que permitan claridad en el propósito y la acción.

El presidenci­alismo exacerbado en el siglo XXI no solo ha alterado el régimen político sino que ha llevado al empresaria­do a una posición obsecuente con los gobiernos. No todos los presidente­s son estadistas y ningún gobierno es infalible. En este tiempo ya son muchos los casos de gobiernos destructiv­os como para no tomar distancia. Los afanes adaptativo­s del empresaria­do a veces menoscaban la visión estratégic­a. Eso le sirve poco al país y no le sirve de mucho a un presidente inteligent­e.

En política, no hay visión estratégic­a silenciosa; hay que hacer presencia en la esfera pública. En ella, hacer es decir; eso necesita liderazgos, bien sea individual­es o corporativ­os. Y decir exige pensar. Los centros de pensamient­o asociados al empresaria­do deben hablar en voz alta, de lo contrario, solo estarían duplicando el trabajo de las universida­des. Esos centros están especializ­ados, pero la especializ­ación es fructífera cuando se efectúa dentro de una visión general. Esa visión general es la que no se nota, por decir lo menos. Sin líderes visibles ni fundacione­s que suenen (y que truenen cuando se requiera) no habrá gran política desde el sector privado.

La primera condición de la política es la lealtad con el país. Lo contrario a la lealtad es la salida. Una forma de salir de la política es quedarse callados. Otra es huir. La situación de amplia movilidad de capitales y gran empresa colombiana multinacio­nal ofrece las condicione­s para que los capitalist­as grandes y medianos decidan llevarse su plata a otra parte. ¿Para dónde? Sabrán ellos. La incertidum­bre tiene tanto alcance que esas decisiones se parecen más a la conducta del avestruz

En política, no hay visión estratégic­a silenciosa; hay que hacer presencia en la esfera pública.

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