El Colombiano

“EL REINO DE DIOS YA ESTÁ CERCA DE USTEDES”

- Por HERMANN RODRÍGUEZ O. S.J.* hermann.rodriguez@javeriana.edu.co

Una vez llegó un turista a visitar a un sabio maestro que vivía en una cabaña en medio de una montaña. Al entrar en su casa, se dio cuenta que la morada del viejo contenía un colchón en el piso y unos pocos libros amontonado­s en desorden. El visitante, extrañado, preguntó al maestro: «–Disculpe, ¿dónde están sus muebles?» El anciano miró con calma al visitante y respondió: «–En dónde están los suyos?» «–Pero si yo sólo estoy aquí de paso», replicó el turista. El maestro sonrió levemente y continúo: «–Yo también estoy de paso en esta vida, y mal haría en cargar mi existencia con todos los armarios de mi pasado».

Cuando Jesús envió a los setenta y dos discípulos delante de él, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir, les dio estas instruccio­nes: “Ciertament­e, la cosecha es mucha, pero los trabajador­es son pocos. Por eso, pidan ustedes al Dueño de la cosecha que mande trabajador­es a recogerla. Vayan ustedes; miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven dinero ni provisione­s ni sandalias (...); coman y beban de lo que ellos tengan, pues el trabajador tiene derecho a su paga”. Jesús quería que sus discípulos fueran sin tantas seguridade­s para que pusieran su confianza sólo en él y no en los medios que tendrían para realizar su misión.

Parece haber una relación inversamen­te proporcion­al entre la cantidad de medios que tenemos para realizar nuestra misión, y la confianza que depositamo­s en Dios. Cuanto más medios, menos confianza en Dios. Cuantos menos medios, más confianza. No es que los medios sean malos. Segurament­e son necesarios para realizar muchas cosas que consideram­os necesarias y buenas para nosotros y para los que nos rodean. Pero no debemos olvidar el peligro que tiene andar tan preocupado­s por el dinero, las provisione­s y las sandalias. La misión es del Señor. Él es el Dueño de la cosecha y por eso no sólo tenemos que pedirle que mande trabajador­es a recogerla, sino también que mande los medios necesarios para construir el reino en nuestro mundo.

Esto no significa que no tengamos que trabajar, y mucho menos que no tengamos que pedir a Dios por lo que nos preocupa y ocupa. A Dios rogando y con el mazo dando, reza el adagio popular. El mensaje central que debían llevar los setenta y dos discípulos era la inminencia del reino: “El reino de Dios ya está cerca de ustedes”. Lo mismo debemos anunciar hoy a nuestros contemporá­neos. Por eso, como el sabio maestro, deberíamos ir ligeros de equipaje, sin cargar nuestras existencia­s con todos los armarios de nuestro pasado

Cuanto más medios, menos confianza en Dios. Cuantos menos medios, más confianza.

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