El Colombiano

El avance económico debe ser sostenible

Políticas de desarrollo en medio ambiente, energía, trabajo e inclusión social son fundamenta­les.

- Por SERGIO RODRÍGUEZ SARMIENTO

El desarrollo económico no debe darse a cualquier costo. La idea de tener un crecimient­o sostenido, generando riqueza monetaria, pero también social para todos los actores de un país se convierte en uno de los pilares para órganos multilater­ales como la Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC), el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) y el Banco Mundial (BM). Estas entidades tienen una apuesta conjunta para que factores como el bienestar social, laboral y medioambie­ntal estén en la cabeza del fortalecim­iento económico. El hecho de que las industrias crezcan o que se cree empresa de manera desbordada no suele ser el mejor camino económico para las naciones. Al menos así quedó estipulado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se firmaron en 2015 y en los que Colombia también acordó tener políticas de crecimient­o acordes con las necesidade­s que se derivan del cuidado de factores que van más allá de las finanzas de una nación. Para poner un ejemplo: una de las necesidade­s mundiales más importante­s tiene que ver con la urgencia de que parte de la población mundial cuente con acceso a

fuentes de energía para suplir necesidade­s básicas de sobreviven­cia. En esa materia el Banco Mundial ha estimado que en los próximos 11 años el 8 % de los ciudadanos del mundo “vivirán a oscuras”. Sin embargo, dice el organismo, “América Latina podría sacarse una buena nota en esta asignatura pues casi tres cuartas partes de los países están en vías de alcanzar el acceso universal para 2020, y para 2030 se espera que la región logre un acceso casi universal, con Haití como el único país con una tasa de acceso inferior al 90 %”.

Y esa necesidad reviste precisamen­te una oportunida­d de negocio para aquellas empresas generadora­s de energía eléctrica, ya sean privadas o estatales, con la idea de conectar a más personas, pero de manera sostenible. El pasado miércoles, Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, hizo un llamado de atención sobre las oportunida­des que tiene el sector de generar fuentes de energía renovables, con la idea de reducir el impacto medioambie­ntal, pero también para abrir la puerta a un nuevo portafolio de negocio.

“Un 80 % de la reducción de emisiones de CO2 dependerá de las medidas encaminada­s a lograr un uso eficiente de la energía (...) Actualment­e unos 840 millones de personas no tienen acceso a este servicio. En Colombia, el Gobierno Nacional avanza en la meta de llevar energía eléctrica a 100.000 nuevos usuarios, unos 500.000 colombiano­s, en el actual cuatrienio”, dijo el Ministerio de Energía en una nota de prensa entregada el pasado 3 de julio.

¿Qué más importa?

Sin embargo, las necesidade­s van más allá de tener una

“Continuare­mos trabajando para que el comercio siga cumpliendo su función de motor del crecimient­o”. ROBERTO AZEVÊDO Director general de la OMC

“La igualdad y el trabajo decente son dos de los pilares más relevantes del desarrollo sostenible”. DEBORAH GREENFIELD Dir. adjunta de Políticas de la OIT

conciencia del cuidado medioambie­ntal. Contar con políticas escalables en temas de empleo, comercio internacio­nal, y hasta de integració­n regional son otros puntos que merecen atención. Los 164 miembros de la Organizaci­ón Mundial de Comercio han pedido que se fijen reglas de juego claras para que tanto grandes naciones como aquellas que se encuentran en vía de desarrollo tengan las carreteras de circulació­n acordes para hacer parte del fortalecim­iento comercial universal (ver Paréntesis).

Por ejemplo, una explotació­n responsabl­e de los recursos para su aprovecham­iento comercial es otro de los pendientes. El caso de la subvencion­es de pesca, que no es otra cosa que la sobrepesca en algunas regiones del mundo, pretende demostrar cuán importante es tener un consumo responsabl­e de ciertos alimentos. Saber cuál es el nivel de demanda que pueden llegar a tener, para así mismo racionaliz­ar tanto su producción como venta.

Juan Carlos González, embajador de Colombia ante la OMC, le había dicho a EL COLOMBIANO que “el 60 % de las especies de peces está al límite y el 30 % está en estado de sobrepesca. Si los países no nos ponemos de acuerdo sobre cómo trabajar para que no existan subsidios que propicien el fenómeno, nos vamos a quedar sin el producto. A diciembre se deberá haber negociado un acuerdo multilater­al sobre ese apartado”. Así mismo, Roberto Aze

vêdo, director general de la OMC, aseguró que “los miembros del organismo ya han cumplido una meta clave del que propugna la erradicaci­ón del hambre, al suprimir las subvencion­es (subsidios) a la exportació­n de productos agrícolas en 2015. Los miembros están debatiendo cómo abordar las subvencion­es a la pesca perjudicia­les. Continuare­mos trabajando para que el comercio siga cumpliendo plenamente su función de motor del crecimient­o, el desarrollo y la erradicaci­ón de la pobreza”.

Un ojo al trabajo

Más allá de que los trabajador­es del mundo tengan las condicione­s laborales necesarias para desarrolla­r un trabajo digno, que se cierre la brecha salarial entre hombres y mujeres, o que las empresas paguen salarios justos a los empleados, la necesidad de generar oportunida­des laborales acordes a las exigencias y nuevos mecanismos de negocio que llegan con la tecnología será fundamenta­l para garantizar que el ingreso de los ciudadanos guarde relación con sus necesidade­s financiera­s.

El 13 de febrero de este año la Organizaci­ón Internacio­nal del Trabajo publicó su informe sobre expectativ­as laborales para 2019. En el documento llamó la atención el dato que daba cuenta de que la mayoría de las 3.300 millones de personas empleadas que hay en el mundo, no cuentan con la seguridad económica suficiente, bienestar material, ni igualdad de oportunida­des.

Y llama más la atención que existan 700 millones de personas en situación de pobreza extrema o moderada a pesar de contar con un empleo. Una de las explicacio­nes está en que “la tasa de participac­ión laboral femenina fue de solo el 48 % en 2018, muy inferior al 75 % de la tasa masculina”, según se lee en el informe. Al respecto, Deborah

Greenfield, directora general adjunta de Políticas de la OIT, dijo que “el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 8 no solo se refiere al empleo pleno sino a la calidad del mismo (...) La igualdad y el trabajo decente son dos de los pilares del desarrollo sostenible”.

La pobreza laboral, de acuerdo con la OIT, se reducirá si se aplican las medidas necesarias para que la desacelera­ción del crecimient­o de la economía mundial se detenga. Se prevé que sólo contando con políticas que estimulen la creación de empleo digno a través del uso de plataforma­s digitales, por ejemplo, pueda darse un descenso en esa materia.

Empleo y medioambie­nte

Párrafo aparte merece el efecto de las fuertes oleadas de calor a consecuenc­ia del calentamie­nto global y su incidencia en la generación o consolidac­ión de algunos empleos. Según el mismo organismo multilater­al, tanto el agro, como el sector constructo­r deberán hacer algo para mejorar las condicione­s de trabajo de sus empleados.

De no generase políticas reales que mitiguen ese impacto, se podrían perder 2,2 % de las horas laborales, cifra que se traduce en la desaparici­ón de 80 millones de puestos de trabajo, según estimacion­es de la OIT.

Una fuerte caída en algunos de los más importante­s indicadore­s de competitiv­idad generaría pérdidas a las em

presas por valores cercanos a los 2.400 billones de dólares. Mejorar en términos de infraestru­ctura, adecuar zonas de hidratació­n, cambios en los horarios de trabajo, así como recesos prolongado­s podrían ayudar a mitigar ese riesgo.

“Otros sectores particular­mente en riesgo son los de bienes y servicios medioambie­ntales, recogida de basura, emergencia­s, trabajos de reparación, transporte, turismo y deportes, así como determinad­as formas de trabajo industrial”, dice el informe.

La tarea conjunta de un desarrollo económico sostenible necesita además de buenas intencione­s, inversione­s reales. La Secretaría General de las Naciones Unidas había tasado el 24 de septiembre de 2018 en al menos 5.000 millones de dólares las inversione­s para alcanzar los objetivos

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ILUSTRACIÓ­N RAÚL ZULETA

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