Prevenir patologías trabajando por la calidad del aire
En salud, la prevención es más eficaz y económicamente rentable que el tratamiento. La contaminación del aire es, sin duda, la más grande afectación a la salud ambiental de la ciudad. La intensificación de los esfuerzos en gestión de la calidad del aire desde la crisis de 2016 está surtiendo efectos.
Para disminuir la carga a la salud pública que representa la contaminación atmosférica, la calidad del aire e –igualmente importantes– los niveles de exposición humana a la contaminación son factores que deben convertirse en integrales y decisivos en la planeación del desarrollo urbano. El Plan
Integral de Gestión de la Calidad del Aire del Valle de Aburrá (Pigeca) representa un avance ejemplar en beneficio de un aire más limpio. Aunque tenemos los mejores combustibles del país, se hizo un buen manejo de movilidad durante los episodios de empeoramiento de la calidad del aire, e iniciativas de reconocimiento internacional –tales como los corredores verdes–; logren reducir la intensidad y la acumulación de las emisiones, también es posible disminuir la exposición a la contaminación separando a los humanos de los contaminantes. El conocimiento sobre los niveles de exposición de las distintas poblaciones debe ser suficientemente detallado para permitir el rediseño urbano con miras al distanciamiento entre los contaminantes y las actividades humanas. El noveno eje del Pigeca propone la creación de zonas protegidas contra la emisión de contaminantes. Esta gran iniciativa debe interiorizarse, reconociendo que las áreas sensibles comprenden todas aquellas donde los ciudadanos llevan a cabo sus actividades diarias, incluyendo las edificaciones donde se trabaje, estudie o habite. Una buena salud y una alta calidad de vida comienzan con aire limpio en cada respiro.