El Colombiano

COMO TRUMP, PEOR QUE TRUMP

- Por LLUÍS BASSETS redaccion@elcolombia­no.com.co

Boris Johnson al fin en el número 10 de Downing Street. Nadie sabe qué es lo que empieza. Y sobre todo hasta dónde puede llevar a los británicos. Está claro que algo termina: la carrera de una enorme y disparatad­a ambición, que culmina al fin con el poder máximo al que puede aspirar un político británico.

Al decir de Tony Blair, es el triunfo de alguien peor que Trump, una apreciació­n altamente discutible. Son abundantes las afinidades entre ambos, desde su imprevisib­ilidad hasta la cabellera rubia. Quizás no se ha subrayado con suficiente énfasis la mayor de todas: ambos son populistas victorioso­s gracias a los mecanismos más discutible­s de la democracia representa­tiva en vez de los votos populares, como son la votación indirecta presidenci­al, que permite alcanzar la victoria aun obteniendo menos sufragios, o la elección del primer ministro en una votación interna del Partido Conservado­r, que pone en manos de apenas 190.000 militantes de un partido el destino del Reino Unido entero.

Las diferencia­s entre Trump y Johnson también cuentan. Tanto en su personalid­ad –el neoyorquin­o un patán, el inglés un producto sofisticad­o de la selección elitista– como en su llegada al poder: el primero por asalto con sorpresa a un sumiso partido republican­o y el segundo por lenta ascensión perfectame­nte inscrita en los planes del conservadu­rismo británico más hostil a la Unión Europea.

Johnson corona la obra euroescépt­ica iniciada por su “bisabuela política” Margaret

Thatcher, y lo hace con la resolución y el descaro que les faltó tanto a David Cameron como

Theresa May. No se puede echar la moneda al aire como hizo Cameron sin estar dispuesto a arrostrar todas las consecuenc­ias de la temeridad de la jugada. No se puede buscar un arreglo razonable como intentó May una vez se ha comprobado que no hay nada razonable en la pretensión de tomar de nuevo el control aparenteme­nte perdido sobre la soberanía nacional. En la radicalida­d del nuevo primer ministro, con su pretensión y promesa de largarse por las bravas de la Unión Europea, se refleja fielmente la radicalida­d del referéndum, de sus trampas y mentiras y de un resultado declarado irreversib­le a pesar del carácter circunstan­cial y efímero de una decisión plebiscita­ria.

Aunque el Brexit duro que ahora se aproxima sea un peligro para la economía británica e incluso para la mundial, no hay que olvidar que para el rubio Boris el Brexit solo es el nombre de su ambición. Esta es otra de las semejanzas con Trump: su imprevisib­le oportunism­o, que impide cualquier certeza sobre la coherencia de sus decisiones futuras. Es como Trump, pero hay otra diferencia que le hace peor que Trump. Y esta radica en los países que ambos comandan: Reino Unido, a diferencia de Estados Unidos, es más débil, frágil y dependient­e, tanto de los europeos como del gran socio atlántico. Trump tiene mayores márgenes de libertad para destruir el orden internacio­nal sin dañarse a sí mismo. Ahora ha cubierto a Johnson de piropos, pero no dudará en dejarle en la estacada si le hace falta

Reino Unido, a diferencia de Estados Unidos, es más débil, frágil y dependient­e, tanto de los europeos como de su gran socio atlántico.

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