¿POR QUÉ CREEMOS EN CONSPIRACIONES?
En los últimos días se cumplieron 50 años del primer alunizaje, un gran logro para la humanidad, que es de todos, como lo expresa Michael
Collins, el astronauta encargado de orbitar la Luna en la misión Apolo 11, un hecho controversial del que miles de personas niegan su veracidad, ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué miles niegan un hecho que se sostiene científicamente y creen en patrañas como cada apocalipsis de turno?
Como punto de partida debemos considerar que siendo seres humanos, nuestro sistema cognitivo, es decir lo que nos permite pensar, actuar o aprender de determinada manera, está contaminado de un vasto conjunto de sesgos (errores), lo cual es algo normal y nos permite comportarnos y tomar decisiones de determinada manera sin necesariamente ser conscientes de ello, siendo un poco conscientes llegamos a ciertas conclusiones donde estos sesgos cobran importancia en nuestra vida, por ejemplo: la percepción selectiva es un sesgo orientado a solo considerar relevante la información que apoya mis creencias y negar absolutamente todo lo que pueda refutar lo que yo creo, esto es demasiado común y está presente en cada uno de nosotros es por así decirlo una ceguera ideológica, que afecta nuestra forma de relacionarnos y de expresarnos.
En casos como el alunizaje, es muy común encontrar en los que niegan este suceso sesgos de correlación ilusoria o exposición selectiva donde se trata de relacionar y dar un por qué a una serie de fenómenos que no tienen nada que ver entre sí; nuestro sistema cognitivo pareciera tener una enorme debilidad por lo misterioso, lo inexplicable, que en gran medida contamina enormemente nuestras creencias y nos lleva a conclusiones desesperadas, estos sesgos no son fenómenos por los cuales podamos hacer juicios sobre las personas, porque no siempre se dan de manera intencionada, ya que nuestra percepción nos hace darle una intención o sentido a nuestro entorno llevándonos muchas veces a verdades a medias. Como lo indica Antonio Vélez (2000) la realidad es que la humanidad prefiere lo turbio a lo claro, nos sentimos fascinados con las explicaciones maravillosas e increíbles y rechazamos lo directo, lo no tan espectacular que nos ofrece la ciencia, estas preferencias por lo turbio, muchas veces están orientadas por ciertos personajes que con algo de fama buscan influenciar grupos sociales, cosa que en la actualidad es relativamente fácil a través de los sistemas masivos de información, nuestro pecado es no indagar más y creer en todo lo que nos diga alguien que incluso no tenga preparación científica.
Si bien no debemos considerar que todo lo que diga la ciencia es cierto, porque lo científico nunca es una verdad absoluta, la invitación es a dudar, pero a la vez corroborar información en diferentes fuentes, en la actualidad estamos plagados de
fakenews que nos muestran que para el público en general es más fácil creer que pensar