Conectividad con las obras civiles, vital para el empleo
El macroproyecto de las autopistas de la prosperidad, que nominalmente se puso en marcha durante el período 2015-2018, en el marco de los gobiernos nacional y departamental de dicho período, no logra dar inicio en los porcentajes que contemplaba la fase de construcción (2014-2020). Consecuentemente, la fase de operación –proyectada originalmente para el período 2020 a 2032– queda en entredicho e incierta. Desde la socialización que se le dio, pero con una nula discusión –a la cual se opusieron sistemáticamente los responsables técnicos y las autoridades gubernamenta
les– se establecieron unos supuestos y proyecciones que adolecían de consistentes argumentos. Esto es, un crecimiento económico proyectado del 6 %, muy lejos del obtenido entre el 2016 y el 2018, cercano al 3 %; una tasa de desempleo para el departamento en 2019 del 5%, incompatible con lo registrado para los primeros meses en el Valle de Aburrà del 12.7 %. Si bien las cifras son elocuentes en cuanto a que predominó un sesgo demasiado optimista sobre las cifras del impacto que derivarían de ese macroproyecto, se trata de “no llorar sobre la leche derramada”. En ese sentido es importante que las propuestas que entran en juego para regir los destinos del departamento para el próximo cuatrienio, expliquen con algún detalle – sobre todo con especificidades para las nueve regiones, cuáles serán las dos o tres grandes estrategias, capaces de llevar a Antioquia a una tasa de crecimiento que, al menos le permita crecer a tasas reales por encima del 4 % en el período 20202023. En esas estrategias, ¿cómo articular a una región que va a empezar su tránsito hacia la industria 4.0 (Valle de Aburrá) con otras que son eminentemente agropecuarias (Suroeste, Norte...)?