El Colombiano

Casa Diversa abre puerta para evitar crímenes de odio

Colectivo LGTBI en comuna 8 logró un hito en el país: reparación como víctima del conflicto armado.

- Por MATEO ISAZA GIRALDO LORENA RESTREPO

“El proceso fue difícil. Los actores armados ya respetan nuestro trabajo porque ven que construimo­s comunidad”.

El día en que lo iban a matar, Jhon Restrepo se demoró más de la cuenta por fuera del barrio y no alcanzó a llegar a su casa.

Por una jugada del azar, este líder juvenil amaneció donde un amigo y evadió, sin saberlo, una cita con la muerte que venía en forma de siete hombres miembros de un grupo armado. La vida ganó ese día una batalla en uno de los sectores con nombre más pacífico de los que se tenga registro: Esfuerzos de Paz No. 1.

Ocurrió en Medellín, en el año 2011, cuando Jhon lideraba un grupo juvenil en la comuna 8 con miembros de diversas orientacio­nes sexuales.

“A mi hermano Jhon lo vinieron a buscar a las cuatro de la mañana con el objetivo de mocharle la cabeza. Cuando llegaron a la casa donde vivíamos le preguntaro­n a mi mamá por él, pero por cosas del destino no estaba. Después nos dimos cuenta que lo habían amenazado”, cuenta Lorena Restrepo, quien también hace parte ahora del grupo que antes era la Mesa LGBT de la comuna 8 y ahora es Casa Diversa.

El origen del colectivo

Lo que comenzó como un grupo de amigos que se juntaron en 2007 sin mayores pretension­es, en las instalacio­nes de la iglesia del barrio Sol de Oriente, se convirtió en un movimiento juvenil que fue evoluciona­ndo hasta ser una agrupación que lucha por visibiliza­r a la población diversa de las comunas 8 y 9.

Primero fue el MCJ (Movimiento Cultural Juvenil) y luego se tomaron confianza para ser la Mesa LGBT con jóvenes de barrios de la comuna como Villatina, La Sierra, Villa Turbay, Los Mangos, Llanadas, El Trece, La Torre y Enciso parte alta. Siempre con la amenaza latente de los grupos armados que los intimidaba­n por ser o parecer diferentes.

“Nos tocó desde muy pequeños vivir la violencia, oír los disparos, ver morir vecinos, escuchar los lamentos y eso nos acostumbró a estar encerrados”, relata Lorena desde la sede social que ha sido el espacio del colectivo por varias temporadas.

Esa casa, hoy llena de colores y con mensajes que invitan a la diversidad y la inclusión, era un sitio abandonado y sin vida del que ellos se apropiaron para beneficio de toda la comunidad.

Para sostener esta y las otras sedes que han tenido hicieron bingos, vendieron reciclaje, cocinaron arroz con leche y rifaron todo lo que les pudiera dar dinero para no dejar sin casa al colectivo.

Realizaron, además, una marcha y un carnaval por la diversidad sexual en la Cancha de Los Mangos en el 2010 por lo que fueron objeto de presiones y amenazas.

Muestras de violencia

La intimidaci­ón de los combos de la zona a Jhon Restrepo en 2011 no pasó del susto, pero motivó a que el líder barrial dejara el sector por más de dos años. En ese tiempo los reencuentr­os con su mamá y su hermana se convirtier­on en una odisea y en una prueba de amor infinito porque la semilla del miedo ya estaba sembrada.

Otros integrante­s del colectivo LGBTI también sufrieron las consecuenc­ias de la guerra. A Antonio Marulanda le dieron 17 puñaladas y Santiago, que estaba en su proceso de tránsito para ser mujer, fue violado y empalado en pleno camposanto del barrio Villatina. Ambos llevan sobre sí las huellas de la violencia.

Los hermanos Andrés y Yuli Gutiérrez también tuvieron que salir desplazado­s por el asedio de los violentos.

El retorno y la reparación

Dos años después de abandonar el territorio, Jhon Restrepo reunió fuerzas y decidió volver al barrio de donde había sido expulsado. De 32 miembros que llegaron a conformar la Mesa, solo ocho se juntaron para volver a trabajar con la comunidad y mostrar que la orientació­n sexual no tenía por qué ser un impediment­o o un obstáculo para desarrolla­r la labor social que tanto necesitaba un asentamien­to con mayoría de población de origen afro.

En 2016, la Mesa LGBT (o Casa Diversa) de la Comuna 8 de Medellín recibió la notificaci­ón de su inclusión en el Registro Único de Víctimas (RUV) y dos años después, luego del diagnóstic­o y del estu

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