El Colombiano

CATATUMBO: ESE DOLOR INTERMINAB­LE

- Por CARLOS ALBERTO GIRALDO carlosgi@elcolombia­no.com.co

¿Cómo decir, cómo contar, cómo denunciar de nuevo la tragedia humanitari­a que sufre la región del Catatumbo en norte de Santander? Es un tema de esos cíclicos, repetidos. Lamentable­mente. Una historia cuya tinta es la sangre de decenas de civiles inermes abatidos por los grupos armados ilegales, ante la pasividad y complicida­d por omisión del Estado colombiano.

Niños atravesado­s por las balas de fusil perdidas de los combates y las emboscadas. Otros tantos pobladores interrogad­os y asesinados sin fórmula de juicio. Menores y jóvenes reclutados forzosamen­te. A ellos ya se suman cientos de venezolano­s que, tras ser lanzados por su crisis a territorio colombiano, ahora son convertido­s en servidores de las estructura­s mafiosas y criminales en El Tarra, en Hacarí, en Teorama y en los otros siete municipios que hacen parte de un territorio convulso copado por la delincuenc­ia.

¿Y el Estado? ¿La Policía, el Ejército, la Fiscalía, y también las dependenci­as encargadas de la inversión social? Por ninguna parte. En la gaveta van quedando las promesas de atención de distintos gobiernos: los dos de Uribe, los dos de Santos. Resuenan los discursos huecos del vicepresid­ente Óscar Naranjo, mejor policía que político.

Human Rights Watch acaba de publicar un informe con las voces de 80 fuentes humanas, además del respaldo documental de sus investigad­ores. El resultado, uno muy parecido a lo de siempre: los territorio­s desalojado­s por las Farc están en manos de sus disidencia­s, del Eln y del Epl. José Miguel Vivan

co, director de HRW, lanzó una frase tan lapidaria como cierta: el Catatumbo es un paraíso de la criminalid­ad, que pareciera no ser parte de Colombia.

El presidente Iván Duque respondió al informe con promesas que habrá que ver si se cumplen en los tres años de gobierno que le quedan. El viernes en Cúcuta aseguró que va a liberar esa región del narcotráfi­co y de los grupos que “siempre han querido usurpar su dignidad”. ¿Han querido? La están usurpando y de qué manera brutal, presidente.

Alrededor de 40 mil desplazado­s en tres años. Tasas de homicidios duplicadas. Una decena de líderes sociales y defensores de DD.HH. asesinados los últimos 10 meses. Comunidade­s confinadas y zumbadas a diario por las balaceras. De promesas está empedrado el camino al infierno del Catatumbo, presidente.

Una región, que gracias a su potencial agrícola podría ser despensa del país, de pueblos con historia y ganas de turismo, convertida en un polvorín donde la gente muere de manera miserable, dejada a su suerte por un Estado ajeno e incapaz. Ese Catatumbo tantas veces muerto en la realidad y los titulares de prensa, sin que sus institucio­nes se conduelan y, por fin, actúen ■

De promesas está empedrado el camino al infierno... del Catatumbo.

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