El Colombiano

LECCIONES DE AMOR PARA LÍDERES

- Por DAVID ESCOBAR ARANGO david.escobar@comfama.com.co

Querido Gabriel,

Esta semana terminé de leer el libro Ama a tus enemi

gos, de Arthur C. Brooks. En él hay un capítulo simple y poderoso que se llama Lecciones de amor para líderes.

Los desafíos y las presiones sobre quienes lideramos organizaci­ones se incrementa­n con la velocidad arrollador­a del cambio social y tecnológic­o. Este fenómeno, que ocurre incluso con más fuerza en las empresas con el más bello propósito, no nos puede arrebatar lo esencial del liderazgo. ¿Hacemos una tertulia para compartir ideas sobre liderazgo consciente? ¿Hablamos sobre cómo liderar con amor?

La gente renuncia a un mal jefe, más que a una empresa. El trabajo siempre será una bendición, como nos enseñaban a los de generacion­es anteriores. Hoy en día, además, es el resultado de un mercado cada vez más dinámico donde unos y otros, empresa y trabajador, se escogen mutuamente cuando hay conjunción de propósitos, identidad cultural, y solo si hay valor, placer y aprendizaj­e para ambos. Siendo así, la tarea de los líderes sería la de inspirar y cuidar a los mejores, a los más comprometi­dos. Cuidar, pero no como se guardaba antes el dinero de los bancos, en cajas fuertes; ni tampoco sobreprote­giendo, como algunos, equivocada­mente, cuidan de sus hijos. ¿Qué tal pensar que debemos cuidar a nuestros colegas como se cuida de un jardín?

El trabajo, plantea Brooks, es fuente de dignidad humana. “La dignidad se origina cuando nuestra vida produce valor para otros y para nosotros”. Queremos sentirnos útiles, sentir que alguien nos necesita. En consecuenc­ia, cuando sucede lo contrario, cuando sentimos que no creamos valor ni somos necesarios, perdemos parte de nuestra dignidad, de nuestra condición humana. Al mismo tiempo, las organizaci­ones tenemos cada día desafíos más complejos, los mismos de la humanidad. Tenemos que estar a la altura y hacer nuestro mejor aporte en estos tiempos de confusión y cambio. ¿Pero cómo hacemos entonces para que la exigencia y la responsabi­lidad jamás disminuyan la dignidad de una persona? Es fácil hacer daño sin querer, sobre todo si somos apasionado­s, gente que sigue un propósito como si en ello se jugara la vida. ¿ Cómo liderar con visión, con autoridad moral, con fuerza, tan necesaria en estos tiempos, sin deteriorar la dignidad y el alma de nuestros equipos?

La semana pasada nos visitó Preethaji, una maestra meditadora de la India, quien nos recordó algo simple y fundamenta­l. “Nuestro estado”, dice, “solo puede ser de belleza o de sufrimient­o”. No hay puntos medios. Bajo una libre interpreta­ción no budista, si no estamos amando, estamos odiando y odiándonos. Este “estado” se transmite, se multiplica. Lo que sentimos, lo que llevamos dentro, nos transforma y transforma el entorno. Si somos capaces de mantener la calma, sonreír, motivar un ambiente positivo, crearemos eso mismo a nuestro alrededor, mucho más cuando somos líderes. Al contrario, la tristeza, la molestia, la rabia o el desprecio se contagian, literalmen­te, como un virus. ¿Hablamos sobre cómo cultivar ese estado en nosotros para ofrecerlo, amorosamen­te, a otros? En un encuentro con el Dalai Lama, Brooks preguntó: “Su Santidad, ¿qué hago cuando sienta desprecio? Él dijo, y lo transcribo en inglés para no fallar en la traducción “Practi

ce warm-heartednes­s”. Cultivar un corazón afectuoso, cálido y acogedor, podría tal vez ser el más grande desafío de un líder, su más alta cima

Cultivar un corazón afectuoso, cálido y acogedor, podría tal vez ser el más grande desafío de un líder, su más alta cima.

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