El Colombiano

CHAMITOS COLOMBIANO­S

- Por ELBACÉ RESTREPO elbacecili­arestrepo@yahoo.com

Me conmueven los venezolano­s con sus carteles lastimeros mendigando en un semáforo, muchos cargando niños muy pequeños y a veces “con el rancho ardiendo”. Siento que viven una tragedia de grandes proporcion­es y quisiera tener un poder especial para cambiarles sus angustias, con la facilidad de una varita mágica, por un feliz regreso a su país, un empleo estable, una solución eficaz y un mañana promisorio. Pero llega la impotencia. En su patria no parece haber cambios cercanos y yo tampoco tengo músculo para solucionar los problemas del mundo. La escena se repite cada vez que alguien cuenta una historia muy amarga con un acento muy azucarado. Hace poco el presidente Iván

Duque firmó un decreto en el que otorga la nacionalid­ad colombiana a los niños nacidos en nuestro país desde el 19 de agosto de 2015, de padres con nacionalid­ad venezolana y que tengan permiso de permanenci­a en Colombia. Se estima que a la fecha 24.512 niños venezolano­s cumplen esa condición. De esa manera, se evitará que sean apátridas y se les garantiza la pertenenci­a a una nación, con los deberes y derechos políticos y sociales que ello conlleva.

Tener nacionalid­ad es uno de los derechos fundamenta­les definidos y exigidos por la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, entidad que ha felicitado a Colombia por su gesto generoso, humanitari­o y hospitalar­io. Nuestro país da muestra de hermandad y solidarida­d, frente a la indolencia y la falta de humanismo del gobierno venezolano.

Estos nuevos colombiano­s nos rejuvenece­n, pues en el país viene sucediendo un fenómeno de envejecimi­ento de la población porque ha disminuido la tasa de natalidad, por menos nacimiento­s per cápita, y porque la población tiene mayor esperanza de vida. Es decir, aquí la gente no está muriendo y tampoco está naciendo, está envejecien­do, tendencia que solamente puede revertirse por recuperaci­ón de la tasa de natalidad o por inmigració­n de extranjero­s.

Sin ser egoísta ni xenófoba, porque no me estorban, creo que esta medida aumenta la población infantil que requiere atención integral en salud, educación, seguridad y alimentaci­ón, cuando nuestro país tiene grandes deficienci­as de atención a sectores importante­s de su propia población. Además, en momentos en que el gobierno de Estados Unidos de América arrecia el bloqueo económico y endurece su posición política, podría incentivar­se, más aún, el éxodo de venezolano­s a Colombia, muchos buscando mejores oportunida­des, algunos muy buenos trabajador­es, y otros dedicados a la mendicidad. No sé si haya cama para tanta gente, pero es una dolorosa realidad que no podemos ignorar.

En medio de los pros, los contras y las repercusio­nes que pueda tener esta decisión de Estado, celebro que los niños, vengan de donde vengan, sean menos vulnerable­s. Y me conmueve que en los actos culturales de nuestras escuelas se oiga también el Himno Nacional de Venezuela, cantado por chamitos que ahora son parte de nuestra sociedad, como un gesto de inclusión y aceptación con quienes tuvieron que dejarlo todo, desde la familia y los corotos, hasta la Patria, huyendo del hambre

Nuestro país da muestra de hermandad frente a la indolencia y la falta de humanismo del gobierno venezolano.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia