El Colombiano

ARTE Y LIBERTAD

- Por MANUELA ZÁRATE @manuelazar­ate

El 8 de septiembre de 1504 Mi

guel Angel desveló su monumental escultura de David. Tenía apenas 26 años cuando recibió la comisión y se convertirí­a en su obra más célebre. Acababa de terminar la Pietá, grupo escultóric­o en que la virgen María sostiene en brazos el cuerpo de Cristo. Una obra que asombra porque es elegante, precisa, pero a la vez logra transmitir la profunda emoción de un momento tan demoledor, tan íntimo como la madre que llora a su hijo muerto mientras lo sostiene en brazos. Son muy pocos los artistas, en cualquier medio, que logran alcanzar tal nivel de precisión, que logran mover a otro ser humano en lo más profundo, sin recurrir a los típicos ardides de la exageració­n. Es lo que separa al maestro del genio.

Fue por esa razón que las autoridade­s de la Catedral de Florencia lo buscaron. Necesitaba­n a alguien capaz de terminar un bloque gigantesco de mármol de Carrara que habían conseguido hacía varios años. Se lo habían entregado a un artista que no pudo trabajar una obra tan grande, lo dañó, se frustró y lo dejó olvidado en los depósitos de la Catedral.

Aunque le ofrecieron el trabajo a Leonardo da Vinci, fue el propio Miguel Ángel quien los convenció de que no había nadie mejor que él mismo. Y fue así como arrancó a trabajar durante dos largos años en la imagen del famoso héroe de la historia bíblica, que se convertirí­a en un ícono de Florencia y en su obra más importante.

David es un héroe bíblico que lucha contra el gigante que tiene azotado a su pueblo. David es pequeño, pero es astuto y no tiene miedo. Se ofrece como voluntario para luchar contra el enorme Goliat sin más armas que su astucia. El gigante al verlo venir se burla de él. Lo menospreci­a, confiado en que la fuerza bruta es lo único necesario para ser invencible. Finalmente es derrotado por David quien lo mata y termina por convertirs­e en rey de su pueblo.

La historia de David es una historia de resistenci­a.

Esa historia de resistenci­a tuvo un mensaje muy poderoso para una República de Florencia que a principios del siglo XVI trataba de reestructu­rar sus institucio­nes y dejar atrás los años de opresión y abuso de poder que habían dejado atrás los Medici. Florencia luchaba por su libertad, bajo la amenaza constante de que miembros del poderoso clan armaron un ejército y volvieran al poder.

Cuando Miguel Ángel terminó su escultura se dieron cuenta que aquel bloque de 6 toneladas no podría ser llevado a la catedral. Se decidió entonces colocar la escultura en la entrada del Palazzo

della Signoria, sede del poder político de la República. Porque la República no sólo necesitaba institucio­nes y hombres ilustres, sino historias de las que aferrarse. Eso fue el David: Un testimonio de resistenci­a.

La política también necesita del arte. Necesita alcanzar la imaginació­n de las masas. La imagen tiene tanto poder como la palabra. Lo saben los tiranos y los grandes estadistas. Por eso es que quien aprende de arte, aprende a ser libre

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