El estudio no compite con el deporte y el arte
Que el ejercicio y las actividades estéticas sean parte de la vida académica genera buenos resultados.
Cuando Daniel Amaya Bedoya se tomó la foto típica de un graduado universitario, posando con su diploma, fue muy singular.
No fue uno, tampoco dos. Fueron tres. Daniel se graduó, el mismo día, de Economía, Negocios internacionales y Administración de empresas. Hizo lo que se conoce como triple titulación en la Universidad Pontificia Bolivariana en 2017 y eso no es lo más particular. Él, mientras cursaba las tres carreras durante 6 años de estudio, perteneció al Club de polo acuático de Medellín y representó a la ciudad en distintos torneos.
Lo de Daniel es un caso único, pero es la fiel muestra de que el deporte le ayudó a sobrellevar la carga académica y a mejorar su rendimiento. “Lo hice con mucha disciplina, el deporte definitivamente te ayuda a planificar mejor y organizar el tiempo. A su vez oxigena el cuerpo, el cerebro y te da más energía, hay un desgaste físico, pero se siente en el cuerpo una mejor capacidad de respuesta, es un complemento importantísimo”, precisa.
Teresita Aranzazu, directora de Bienestar Universitario de la UPB, precisa que en un 60 % los promedios de los deportistas que participan en competencias son mayores de 4 (sobre 5). “Antes había un imaginario de que los deportistas eran malos estudiantes, pero no, generalmente tienen buenos promedios académicos y logran sostenerlo en una nota valiosa hasta el final de sus carreras”.
Estos casos de atletas consagrados que siguen una carrera universitaria son especiales y ejemplificantes. Gabriel Jaime Arango Velásquez, director de Formación Integral de la Universidad Eafit, explica que para los deportistas universitarios de alto rendimiento, las instituciones hacen adaptación de los planes de estudio, “de las metodologías, la asesoría y el acompañamiento para que pueda lograr simultáneamente los dos propósitos, el académico y el deportivo. Uno ahí habla de situaciones de excepción y no aplicaciones generales”.
Deporte y arte para todos
Los especialistas consultados aseguran que ambas actividades son vitales a la hora de tener un buen rendimiento académico. “Los estudiantes que tienen cualquier práctica física habitual suelen tener una mayor estabilidad emocional, control y cumplimiento de la disciplina de estudio y de productividad porque están habituados a cumplir reglamentos”, anota Arango Velásquez.
Por el lado del arte –continuó el director de Formación Integral de la Universidad Eafit– este ayuda a desarrollar la sensibilidad, el pensamiento crítico y es otra forma de comprensión y entendimiento. Se ejercitan facultades intelectivas ( de entendimiento) y emocionales de una manera atípica o diferente al que solo se dedica al estudio convencional.
Son actividades que ayudan
Un estudio, realizado en 2012 por la Southern Methodist University de Dallas, Texas, Estados Unidos, y en el que le hicieron seguimiento a alumnos de primaria y bachillerato que tenían actividades extracurriculares como karate, fútbol americano, baloncesto, robótica, ciencias y artes, concluyó que “los niños en edad escolar que participan en actividades estructuradas después de la escuela mejoraron su rendimiento académico”.
El trabajo analizó datos de 719 jóvenes de segundo a octavo grado que participaron en actividades extracurriculares durante un año de estudio. “Las actividades después de la escuela pueden proporcionarle a un niño una sensación de éxito, incluso si ese niño no necesariamente tiene éxito en el aula”, dijo Deborah Diffily, coautora del estudio y profesora asociada en la Escuela de Educación y Desarrollo Humano Simmons, de dicha universidad.
“Dentro de la literatura científica, los beneficios psicológicos y sociales de los programas están bien documentados –precisaron los autores–. Los beneficios observados incluyen mejores habilidades sociales, mayor motivación, mejor comportamiento en el aula, mayor autoestima y menores tasas de actividad criminal”.
En cuanto a la formación artística hay quienes se sienten inclinados, desde muy jóvenes, a aprender a tocar un instrumento o hacer parte de un coro o grupo musical. En otra investigación de 2019, publicada por la Asociación Americana de Psicología, los alumnos de secundaria que estaban en cursos de música obtuvieron una puntuación significativamente me
“Los estudiantes que practican deporte saben manejar mejor su tiempo”. TERESITA ARANZAZU Directora de Bienestar Universitario de la Universidad Pontificia Bolivariana
jor en los exámenes en otras materias, incluidas matemáticas y ciencias, que sus compañeros “no musicales”.
Peter Gouzouasis, PhD de la Universidad de British Columbia y autor del estudio, que incluyó a más de 100.000 estudiantes canadienses, detalló que “se cree que los colegiales que pasan el tiempo escolar en clases de música, en lugar de desarrollar sus habilidades en matemáticas, ciencias e inglés, tendrán un rendimiento inferior en esas disciplinas. Nuestra investigación sugiere que, de hecho, cuanto más estudian música, mejor lo hacen en esas materias”.
Gouzouasis comentó sobre los resultados del estudio que la exigencia de aprender a tocar un instrumento musical o tocar en un grupo es bastante, no solo porque aprenden a leer notas sino a desarrollar la coordinación “ojo-mano-mente”, eso implica además que potencien habilidades para escuchar, trabajar en equipo y la disciplina de practicar. “Esas experiencias de aprendizaje juegan un papel en mejorar las capacidades cognitivas de los niños y su autoeficacia”.
Aporte de la academia
Cuenta el director de Formación Integral de la Universidad Eafit que es importante que las instituciones educativas tengan una oferta para los estudiantes. “Es notorio que quienes lo hacen tienden a reunir un mayor número de alumnos en mejores condiciones de rendimiento académico y de convivencia y puede ser que incluyan en una parte del proceso formativo las artes o que exista acceso de los alumnos a la comprensión y el disfrute de las manifestaciones artísticas y por otra parte la incorporación de actividades físicas o que como mínimo se les garantice el acceso a las prácticas deportivas”.
Es cuestión de balance
Anota Arango que, de igual manera, es importante implementar un espacio de tutorías para ayudar a los alumnos a manejar las cargas.
“Es vital que las universidades trabajemos seriamente en la asesoría individual. Es determinar de acuerdo con el alumno, los intereses y predisposiciones, para aconsejarlo y que pueda manejar su tiempo de forma metódica, equilibrada y sistémica, que si tiene una práctica deportiva o artística propia, que la esté haciendo en la misma institución o por fuera, se estime el tiempo y la dedicación para que no recargue su semana de actividad académica y en lugar de tomar 5 o 6 materias, tenga menos para que sea compatible con los tiempos que necesita para otras actividades”.
En eso está de acuerdo la
directora de Bienestar Universitario de la UPB, quien anota que “dentro de las asesorías que les damos en el laboratorio de aprendizaje se les recomienda la práctica deportiva regular porque favorece el rendimiento. Es una oferta abierta, sin embargo los jóvenes identifican que la actividad física puede favorecerlos. A partir del monitoreo y caracterización de cada uno se le hace un acompañamiento y se le muestran las opciones”.
Independientemente de cuánto tiempo le dedique al estudio es importante que se incline por alguna práctica extracurricular, su mente y cuerpo se lo agradecerán