La experiencia artística, vital en la U.
“La época actual implica enfrentarse a conceptos que suponen una respuesta de homogenización de lo humano: globalización, automatización, inteligencia de las cosas, milenials, centennials, género… Nos vemos como bloques, como estructuras cerradas con comportamientos estándar que posibilitan explicarnos a nosotros mismos y darnos un sentido comprensible en medio de cambios vertiginosos e incertidumbres ante el futuro. Las instituciones de educación superior, como espacios de formación humana, tratan estos conceptos en las aulas, pues deben acercarse a las realidades lingüísticas desde los distintos saberes enmarcados en el ámbito de la contemporaneidad, y deben garantizar al grueso de sus estudiantes la adquisición de competencias académicas suficientes para desempeñarse posteriormente en un ambiente laboral. No obstante, la imposición un tanto mecanicista del mundo contemporáneo se rompe con la inserción de las experiencias artísticas en el currículum, ya sea de manera directa o liminar, puesto que el arte exige una exposición del individuo consigo mismo, con la realidad creada, imaginada o inventada. El arte individualiza, y al hacerlo impulsa el cuestionamiento, la duda y la trasgresión como herramientas de creatividad y de transformación. El estudiante que ha tenido la ocasión de acercarse a las artes deja de ser bloque, masa, estructura, le pierde el temor al cambio, se enfrenta a la incertidumbre y la transforma en oportunidad, deja de ser indiferente porque se sabe distinto, y en esa misma medida siente que tiene el compromiso vital de inspirar a otros a ser los dueños de sí mismos para tratar, en un conjunto de diferencias, de dejar este mundo mejor de lo que lo encontró. ¿Y qué mejor lugar para impactar en y desde lo humano que el ámbito universitario?”.