El Colombiano

Huellas que ayudan a la reconcilia­ción

Una técnica japonesa para reparar cerámicas se utiliza con víctimas en Colombia. Expertos dan su visto bueno.

- Por RICARDO MONSALVE GAVIRIA

Kintsugi es una técnica japonesa que se utiliza para reparar las fracturas en una cerámica y que, además, resalta esos arreglos como parte de su filosofía con el fin de enmarcar y elevar la historia y la belleza del objeto.

Pues bien, esa técnica, que por lo general solo se utiliza en porcelanas, es aplicada en Colombia para la reparación y reconcilia­ción de las víctimas del conflicto armado, en especial de aquellas que sufrieron algún trauma físico.

La Fundación Prolongar, con ayuda de Usaid (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacio­nal), adelanta este proyecto. Ya tuvo una primera experienci­a con víctimas en Florencia, Caquetá, y hace varias semanas adelanta trabajos en Antioquia, donde se han reunido varios grupos de trabajo compuestos por víctimas civiles, policías o militares y excombatie­ntes de grupos armados ilegales en proceso de reincorpor­ación. El programa fue denominado “Encuentros Improbable­s”.

“En la primera etapa que fue de autoreconc­iliación, cada uno de los sobrevivie­ntes reparó un objeto quebrado. En

ese ejercicio, se curó asimismo en el sentido de que reflexionó cuáles son sus heridas y fracturas, pero también esos pegamentos que le han permitido a esa persona volver a reconstrui­rse”, explica María Elisa Pinto, directora ejecutiva fundación Prolongar.

Esta persona añade que en la siguiente parte, ya cuando se está de frente con las otras personas, se reflexiona sobre las fracturas que se tiene como sociedad y cuáles pueden ser los pegamentos para volver a unir esas piezas separadas.

“Hicimos grupos de cinco y seis personas entre los que se encontraba­n los excombatie­ntes y civiles. Entre todos reconstruy­eron un plato quebrado y se reflexionó lo que se puso para esa reparación. Todo esto ha sido una metáfora muy valiosa”, agregó María Elisa.

La experienci­a

El 26 de julio de 2002, una bala disparada desde un fusil le partió en dos la vida de Gloria Urrego, una de las cientos de víctimas que dejó la guerra entre las milicias de la guerrilla y la Fuerza Pública en la Comuna 13 de Medellín.

El proyectil atravesó el espersonas han participad­o en los talleres realizados en Caquetá y Antioquia.

tómago de Gloria y dañó su médula, desde entonces su cuerpo, de la cintura para abajo, está totalmente paralizado.

Confiesa que ha participad­o en muchos procesos en los que ha tenido un apoyo físico y sicológico para superar su tragedia. Dice que había perdonado, que se sentía más fuerte, pero que la reconcilia­ción era algo que no tenía contemplad­o hasta este momento.

“Esto fue algo muy gratifican­te y nos ayudó a sanar por dentro, sacar ese rencor y resentimie­nto que teníamos del conflicto armado. Primero me reconcilie conmigo y después con las otras personas”, dice Gloria.

Sobre la experienci­a con la cerámica quebrada esta víctima asegura que sintió “como si hubiera sido yo, porque yo quedé en pedazos y no pensé que me pudiera reconstrui­r. Cuando pegaba pieza por pie

¿Realmente sirve?

En diálogo con EL COLOMBIANO, Andrés Casas, científico comportame­ntal de la Universida­d de Pennsylvan­ia y quien se encuentra evaluando los resultados del proyecto “Encuentros Improbable­s”, concluyó que este tipo de espacios, a parte de ser de vital importanci­a, deben ser medidos por su impacto.

“En el país desde hace décadas la intuición ha guiado el gasto de billones de dólares y no hay mucha evidencia empírica del impacto de este tipo de iniciativa­s en la construcci­ón de paz o en la reconcilia­ción, sobre todo en la vida cotidiana de las personas que viven estos proyectos. Tradiciona­lmente se miden con indicadore­s de gestión, pero no de cambio comportame­ntal”, asegura.

Andrés argumenta que en los talleres con las víctimas se encontraro­n “avances positivos” con varios significad­os. “Por ejemplo, se han reducido los niveles de posible estrés relacionad­os con quedarse pensando en episodios de la vida que generan preocupaci­ón para algunos grupos, menos preocupaci­ón por el futuro y menos molestia por cosas que pasan inesperada­mente”.

Culmina el experto afirmando que “a partir de estos pilotos en grupos pequeños, se pueden diseñar estrategia­s de impacto masivo con mayor intensidad en ciudades que es donde la gente menos conoce la guerra pero más se opone a la paz y a la reconcilia­ción”

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