PROHIBIR ARMAS DE ASALTO FUNCIONA
Cada vez que un tiroteo masivo ataca a una de nuestras comunidades, hacemos duelo. Reunimos a nuestros seres queridos. Buscamos respuestas y clamamos por la acción. Cada vez, por un momento, parece que esta vez será diferente.
Pero luego el ciclo de noticias continúa. Y guardamos el conocimiento de que será solo cuestión de tiempo antes de que vuelva a suceder. Entre El Paso y Dayton solo transcurrieron unas 13 horas.
Los líderes republicanos tratan de evitar la acción y repiten la mensajería del N.R.A., como lo hizo Donald Trump la semana pasada cuando dijo: “La enfermedad mental y el odio aprietan el gatillo, no el arma”.
Este es el mismo presidente que durante su primer año en el cargo revocó una norma que el presidente Barack Obama y yo establecimos para ayudar a mantener las armas fuera del alcance de las personas con ciertas enfermedades mentales. Este es el mismo presidente que dijo después de Charlottesville que había “gente muy buena en ambos lados” y que sigue avivando las llamas del odio y la supremacía blanca. No podemos confiar en su diagnóstico.
Tenemos un problema enorme con las armas. Armas de asalto - armas de fuego tipo militar diseñadas para disparar con rapidez - son una amenaza a nuestra seguridad nacional, y las debemos tratar como tal. Cualquiera que hace de cuenta que no hay nada que hacer está mintiendo - y sostener esa postura debería descalificar a cualquiera que busca liderar a nuestro país.
Yo lo sé, porque junto con la senadora Dianne Feinstein lideré el esfuerzo para promulgar la ley de 1994 que prohibió las armas de asalto y los tambores de alta capacidad durante 10 años. Esas reformas de seguridad de armas hicieron que nuestra nación fueraa demostrablemente más segura.
También, tristemente, fue la última legislación significativa que pudimos convertir en ley antes de que la N.R.A. y los fabricantes de armas empezaran a presionar al partido republicano.
Luché con fuerza para extender las prohibiciones de armas de asalto y tambores de alta capacidad en el 2004. Los republicanos que permitieron que estas leyes se vencieran afirmaron que no fueron efectivas. Pero, casi 15 años después de que las prohibiciones se vencieron, con la desafortunada ventaja de la retrospectiva, ahora sabemos que sí lograron algo.
Muchos departamentos de policía han reportado un aumento de delincuentes que usan armas de asalto desde 2004. Y múltiples análisis de los datos sobre tiroteos masivos proporcionan evidencia de que, de 1994 a 2004, los años en que se prohibieron las armas de asalto y los tambores de alta capacidad, hubo menos tiroteos masivos: menos muertes, menos familias destruidas innecesariamente.
Hay datos abrumadores de que los tiroteos cometidos con armas de asalto matan a más personas que los disparos con otros tipos de armas. Y ese es el punto.
Los tiradores que buscan infligir una masacre en masa eligen armas de asalto con tambores de alta capacidad capaces de guardar más de 10 rondas. Los eligen porque quieren matar a tantas personas como sea posible sin tener que detenerse y recargar.
Casi el 70 por ciento del público estadounidense apoya la prohibición de las armas de asalto, incluido el 54 por ciento de los republicanos. Las prohibiciones de armas de asalto de 1994 y tambores de alta capacidad funcionaron.
Y si soy elegido presidente, las volveremos a aprobar, y esta vez las haremos aún más fuertes. Vamos a evitar que los fabricantes de armas eludan la ley haciendo modificaciones menores a sus productos, productos que fueron igualmente mortales. Y esta vez, vamos a combinarlo con un programa de recompra para remover el mayor número de armas de asalto de nuestras calles lo más rápido posible.
No me detendré ahí. Aprobaré las verificaciones de antecedentes universales. Aceleraré el desarrollo y la implementación de la tecnología de armas inteligentes, algo a lo que los fabricantes de armas se han opuesto, para que las armas estén diseñadas de acuerdo con la biometría individual de los propietarios autorizados. Si no podemos levantarnos para enfrentar este momento, no será solo un fracaso político. Será moral. Significará que aceptamos la próxima tragedia inevitable. Es inaceptable que los niños aprendan a temer a los tiradores masivos a la vez que aprenden el abecedario.
Yo, por mi parte, no toleraré eso. Y el pueblo estadounidense está de acuerdo conmigo ■