“Unas elecciones primarias que nadie pensaba importantes, terminaron generando un hecho político quizás irreversible y el nerviosismo de los agentes económicos. Más incertidumbre para Argentina”.
Unas elecciones primarias que nadie pensaba importantes, terminaron generando un hecho político quizás irreversible y el nerviosismo de los agentes económicos. Más incertidumbre para Argentina.
Las elecciones primarias del pasado domingo en Argentina, en las que el kirchnerista Alberto Fernández -candidato figurante, tras el cual está Cristina Fernández- venció al presidente Macri, son consideradas la más fidedigna encuesta posible para las elecciones presidenciales del 27 de octubre, y muestran que para el actual gobernante va a ser muy difícil recortar distancias y encontrar el apoyo de los votantes. Aunque en las primarias realmente no se elige nada, sí marcan la dirección de los afectos de los electores.
Los resultados, realmente inesperados, fueron muy mal recibidos por los mercados financieros, que a la apertura del lunes llevaron a una devaluación de 25 % del peso argentino, que los intereses subieran hasta el 74 % y que la Bolsa de Buenos Aires tuviera una caída de 38 %. La onda de expansión del choque alcanzó a las principales plazas financieras del mundo y muchas bolsas de valores cerraron en rojo.
Como hace cuatro años, la situación de la economía define las elecciones. Lo paradójico es que en esta ocasión estaba todo dado para que las cosas funcionaran mejor. Macri, para solucionar la grave situación en que encontró la economía, emprendió una serie de reformas fun
damentales que están apenas empezando a dar frutos. Tal vez es demasiado tarde para una población que tuvo que llevar sobre sus hombros la mayor parte del duro ajuste, indispensable para cuadrar las cuentas fiscales, y que hoy lo está cobrando en las urnas.
La reacción de los mercados se explica por el temor a lo que significa el retorno del peronismo y su populismo económico. Su candidato era Macri porque pensaban que era cuestión de tiempo para que las cosas empezaran a marchar mejor. El candidato Fernández ya insinuó que quiere cambiar la relación con el FMI, un acuerdo que además de traer recursos frescos mejoraba la reputación acerca del manejo económico del país y recomponía las relaciones con la banca internacional. El anuncio de Fernández puede sonar bien para la tribuna, pero es claramente un retroceso en la medida en que dificulta el financiamiento indispensable para la marcha de la economía.
En este momento hay mucho nerviosismo entre los inversionistas frente a la situación de la economía mundial. La aversión al riesgo hace que, ante noticias como la victoria del peronismo, prefieran buscar otros destinos más seguros. Lo más grave de todo es que desde el domingo el gobierno de Macri puede entrar en una especie de limbo, al sentirse ya por fuera del poder, aunque en realidad las elecciones no se han llevado todavía a cabo. El desgobierno, que ya se percibe, terminará espantando los capitales que todavía no se han ido.
La economía argentina, a pesar de su sostenido declive desde cuando era la quinta en tamaño a principios del siglo XX, sigue siendo la tercera en América Latina. Con la riqueza de recursos naturales que posee y el tamaño de su agroindustria, las dificultades que enfrenta el país del cono sur tienen la capacidad de afectar la economía regional. Seguramente, en los próximos meses la situación de Argentina seguirá siendo un factor determinante en las consideraciones acerca de la salud de las economías emergentes.
Por el bien de la región y para los argentinos mismos, ojalá en los meses que quedan para que se elija el nuevo presidente, y como lo pidió Macri, haya responsabilidad y se evite crispar más a los mercados, ya excesivamente nerviosos frente a las promesas de campaña