El Colombiano

5F. BALANCE

- Por JUAN MANUEL ALZATE VÉLEZ alzate.jm@gmail.com

Terminando el periodo administra­tivo actual, resulta oportuno hacer un balance de resultados. Uno de cierre que permita calificar el desempeño de la administra­ción saliente. La recomendac­ión es evaluarla de dos maneras.

Para la primera de ellas usa el termómetro urbano. Comentario­s informales en reunión familiar o en una carrera en taxi que permiten leer la idea que se tiene del resultado de la administra­ción.

La segunda forma de evaluarla es cuantitati­va. Un examen riguroso en el que la calificaci­ón permita indicar el buen desempeño del programa de gobierno. Métodos rigurosos para medir el avance real: (i) metas de crecimient­o económico, (ii) coeficient­es de Gini para medir el cierre de la brecha de la desigualda­d, (iii) tasas de mortalidad para evaluar el avance en seguridad o la inversión en arte y cultura, (iv) gasto público como porcentaje del PIB para medir el tamaño y la eficacia de la administra­ción (sin decir que menos es mejor), entre otras. A falta de indicadore­s de este tipo en las propuestas y planes de gobierno que hoy se impulsan en campañas para alcaldías y gobernacio­nes, es bueno comparar cifras entre el antes y el después.

El caso de Medellín permite hacer buenas comparacio­nes. Acá no caben juicios de valor individual­es. Los números hablan por cuenta propia. Los frentes de trabajo fueron educación, infraestru­ctura física, movilidad, agua, inclusión social, juventud, seguridad, deporte y recreación, medio ambiente, salud, desarrollo económico, vivienda, presupuest­o participat­ivo y cultura.

Y reconocien­do que esta columna será insuficien­te para mencionarl­os, entre los logros sobresalie­ntes están: modernizac­ión de la Biblioteca Pública Piloto (15 mil millones), mayor cobertura histórica con el programa buen comienzo (más de 82 mil niños entre 0 y 5 años y más de 12 mil madres gestantes), disminució­n histórica en mortalidad de menores de 5 años, la meta de embarazos en adolescent­es superó el reto del plan de desarrollo alcanzando valores inferiores al 15 %, el programa Parceros alejó a más de mil niños en riesgo de vincularse a estructura­s criminales, se capturaron más de 153 cabecillas de estructura­s delincuenc­iales, se pasó de 7 a 35 centros de vida gerontológ­ica, el metrocable Picacho avanzado a más del 80 % (sin hablar de las líneas M y H de metrocable, Parques del Río o las intervenci­ones en el centro), renovación del 40 % de la flota de buses urbana de la ciudad, sin mencionar taxis y buses eléctricos, mejoras en incidentes viales de más del 63 % respecto a las cifras de hace dos décadas. Más de 8 mil cupos para educación superior, más de 250 mil personas recibieron acompañami­ento para sus emprendimi­entos, 109 mil créditos del Banco de los pobres para respaldar negocios ciudadanos, se renovó más del 42 % de los escenarios deportivos de la ciudad, más de 7 mil niños regresaron al colegio y se puede hablar de la menor tasa de deserción escolar de la ciudad (se pasó de 3.4 % en 2015 a 2.9 % en 2019, gran mérito), y en becas y créditos condenable­s para educación, se pasó de 9 a 36 mil.

Habrá otros méritos mucho más populares por mencionar, sin duda; así como metas que no se cumplieron, y este pedazo también debe entrar en el balance. Lo que vale la pena resaltar, es la oportunida­d de comparar resultados del antes y después de la gestión. Resultados numéricos y que permitan valorar un avance real respecto a las condicione­s iniciales.

Para las campañas en curso, vale la pena identifica­r cuáles son las metas propuestas y mantenerla­s presentes durante la administra­ción. El control ciudadano es un elemento de control político necesario para garantizar que la administra­ción pública no solo se fije metas correctas; sino que también sienta la presión y el compromiso ciudadanos necesarios para cumplir con los deseos colectivos

Lo que vale la pena resaltar, es la oportunida­d de comparar resultados del antes y después de la gestión.

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