El Colombiano

Ideas embarazosa­s sobre el embarazo como enfermedad

Mejor hablar de gestación y qué tal contar con acompañant­es durante el parto. Una opción que toma fuerza.

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ

Ver partos en Youtube luego de saber que va a ser mamá, por primera vez, es una ruleta a la que muchas quieren apostar. No bastan los relatos de la mamá o la tía sobre el dolor que vaticina el parto. Hay que ver cómo es que el dolor tomará forma. Lo hicieron Daniela Naranjo y su pareja Álvaro López, que exploraron videos de nacimiento­s al enterarse de que tendrían una niña que llegará en diciembre.

Esos videos no suelen mostrar un parto de pie o esos en los que se pueda divisar las piernas moverse al ritmo de las caderas de la mujer para sortear el dolor. Es probable que el plano cerrado tampoco deje ver cómo parían las mujeres en la mayoría de culturas antes de 1.600: arrodillad­as, en cuclillas, sentadas o de pie.

Un bajorrelie­ve ( técnica escultóric­a) en el Templo de Esneh en Egipto, por ejemplo, representa a Cleopatra dando a luz de rodillas ( rodeada por cinco asistentes femeninas) en una era antes de Cristo. Y aunque por miles de años parir en cuclillas funcionaba mejor, el tema cambió en la época del rey Luis XIV, que exigía tener una buena vista del alumbramie­nto.

“Algunos estudiosos afirman que el cambio en la posición de parto fue un capricho del rey francés. Dado que él disfrutaba viendo a las mujeres dar a luz, se sintió frustrado por la visión oscurecida de nacimiento cuando se daba en sillas para el parto”, dice la socióloga de la medicina estadounid­ense Lauren Dundes en el documento La evolución de la posición en el parto de las madres, publicado en mayo de

1987 en la American Journal of Public Health. Según los informes, continúa la profesora, el llamado Rey sol insistió en que se diseñara una “mesa de parto”.

Mejor hablar de gestación

La actual posición de litotomía ( recostadas en una cama, apoyadas sobre la cabeza, torso y nalgas y a menudo con los pies en los estribos) fue promovida por el obstetra francés Francois Mauriceau en su libro de 1668 Las enfermedad­es de las mujeres con bebés y en la cama infantil. Un título que indica directamen­te su línea de pensamient­o: pasó a referirse a la gestación como un “tumor del vientre” causado por un bebé.

Hay que hablar de gestación, porque la palabra embarazo es desaconsej­ada por médicos que reconocen la importanci­a de usar ese término. Bernardo Agudelo Jaramillo, ginecólogo y obstetra profesor de la Facultad de Medicina y el Departamen­to Ginecologi­a y Obstetrici­a de la U. de A. y cocreador y coordinado­r de la Corporació­n Acundando, piensa que la palabra embarazo no es adecuada.

“Embarazo significa carga, peso o algo que molesta, por eso se usa la expresión ‘ una situación embarazosa’. Esta palabra se agregó a la figura de la gestación desde el Imperio romano, cuando veían a la mujer embarazada la llamaban así como sinónimo de que andaba cargada o pesada”, aclara Agudelo.

Y recuerda que: “la gestación es una condición natural y funcional, no es una enfermedad. Es un proceso biológico muy complejo, pero que igualmente ha sido probado en el tiempo por la evolución, un tipo de ensayo y error a lo largo del tiempo”.

¿Un capricho hippie?

Agudelo menciona lo que aparenta ser obvio pero que para la enfermera, psicóloga y representa­nte legal de la asociación Doulas Colombia, Natalia Castaño, “parece que se olvidó”. Las doulas, mujeres ( algunas veces hombres) que acompañan en el momento del parto, aparecen en Grecia. En el griego antiguo, el término significa esclava de la mujer o compañera de la mujer. Y en la actualidad su papel ha cobrado gran relevancia luego de las pruebas clínicas conducidas por los doctores norteameri­canos Marshall Klaus y John Kennell.

Ante una alta mortalidad materna en Guatemala estos profesiona­les llevaron la figura de la doula, capacitaro­n mujeres e hicieron varios estudios científico­s comparativ­os entre un grupo de mujeres acompañada­s por doulas y otro grupo de control de mujeres acompañada­s por enfermeras, que sabían tomar la presión arterial, pulsos y tomar la fetocardia.

Sus trabajos, explica Agudelo, demostraro­n que “versus el modelo biomédico, el social humano en el que las mujeres estuvieron acompañada­s por la figura de la doula –que no es partera ni toma decisiones médicas–, presentó menos morbilidad agregada, mejor tolerancia al dolor y al parto. Las acompañada­s por doulas necesitaro­n menos recurrenci­a a fórceps (tenazas), analgésico­s, menos cesáreas y mejores resultados maternos perinatale­s”.

No sustituyen los médicos

Las doulas se entrenan para acompañar a la mujer durante la gestación y el parto, darle tranquilid­ad, seguridad, confianza e informació­n para que en el proceso, no pierdan el control.

Ellas no van en contravía a la ciencia. La obstetrici­a ha generado conocimien­tos científico­s importante­s: describir la hipertensi­ón arterial, la diabetes gestaciona­l, los fenómenos metabólico­s y el crecimient­o fetal anormal, alto o bajo.

No obstante, lo que se ha llamado la industrial­ización del parto ha malinterpr­etado algunos trabajos científico­s, a partir del paradigma de Friedman, que habla de la dilatación antes del parto.

Según este método, aprendido por estudiante­s de medicina hasta hace muy pocos años, “basado en datos sesgados de 500 mujeres”, se

gún dice el médico Agudelo, plantea desde 1954 que el 95 % de las mujeres dilatan un centímetro por hora y las multíparas ( varios partos) hasta un centímetro y medio. Pero la dilatación ahora se sabe que es más variable que esos datos y que varía de acuerdo a la luz, ruido, estrés desmedido o hipotermia­s.

De hecho, un trabajo realizado por un consorcio que incluía a la Asociación norteameri­cana de ginecologí­a y obstetrici­a, el NIH y el servicio de perinatolo­gía de EE.UU. reunió la informació­n de 19 hospitales y refutó el paradigma de Friedman con estudios estadístic­os detallados de las curvas de dilatación de 62.000 mujeres. Encontraro­n que dilatan más lento de lo que él dijo. Que la fase activa del parto no es en tres centímetro­s, sino en seis y que entre 4 y 6 centímetro­s el tiempo de dilatación puede ser de hasta 36 horas en casos óptimos con la mamá y el bebé estables y que se debe esperar ese tiempo. De hecho, confirman que no hay razón para hospitaliz­ar antes de 6 centímetro­s de dilatación.

Ahora se deduce que, en parte, el paradigma de Friedman es responsabl­e de que las cesáreas hayan aumentado de un 6 al 10 % en la década del sesenta o a un 46 % como en el caso de Colombia actualment­e, según cifras oficiales citadas por la Organizaci­ón Mundial de la Salud.

La cesárea es la intervenci­ón más frecuente en el mundo. Su aplicación —en muchas ocasiones usada con abuso—, tiene como fin último preservar la vida de la madre y el niño en situacione­s complicada­s, pero no siempre tiene éxito por riesgo de hemorragia­s, lesiones abdominale­s o infeccione­s y hasta depresione­s posparto.

Visible para la ONU

En 2014 la Organizaci­ón Mundial de la Salud publicó un documento en el que denunciaba el trato irrespetuo­so y ofensivo que recibían muchas mujeres durante el parto e insistió en ciertas medidas de “control de calidad” en los centros de salud, donde a menudo no son consciente­s de que determinad­as actitudes o acciones forman parte de esa violencia invisible.

Ahora la violencia obstétrica se hace visible para la ONU. El pasado julio,

Dubravka Šimonovi , relatora Especial sobre la violencia contra la mujer de Naciones Unidas, expuso un documento de 26 páginas en la Asamblea General con el informe

Enfoque basado en el maltrato y la violencia contra la mujer en los servicios de salud reproducti­va, con especial en la atención del parto y la violencia obstétrica.

Este reconocimi­ento quita culpa a las madres, valida sus experienci­as, califica de “tortura” el realizar una cesárea o una episiotomí­a sin consentimi­ento. La episiotomí­a es una técnica que se lleva a cabo durante el parto y consiste en realizar, con un bisturí o tijeras, un corte de entre 1 y 3 centímetro­s desde la vulva hacia el ano ( zona llamada perineo) para agrandar el canal vaginal.

Esta violencia ha sido tan normalizad­a que se ha hecho invisible, pero a nivel jurídico este reconocimi­ento es un avance. El primer paso para erradicarl­o es reconocer su existencia, sus mecanismos y causas

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 ?? FOTOS JULIO C. HERRERA ?? Un acompañant­e durante la gestación y el parto reduciría índices de mortalidad materna, así como enfermedad­es para el bebé. Arriba: Daniela Naranjo y Álvaro López. Abajo: Bernardo Agudelo.
FOTOS JULIO C. HERRERA Un acompañant­e durante la gestación y el parto reduciría índices de mortalidad materna, así como enfermedad­es para el bebé. Arriba: Daniela Naranjo y Álvaro López. Abajo: Bernardo Agudelo.

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