El Colombiano

¿Se apaga la pólvora?

El departamen­to ajusta cinco años con disminució­n en número de quemados. El reto, seguir tendencia.

- Por MATEO ISAZA GIRALDO

Antioquia lleva 5 años continuos con reducción en cifra de quemados. A 18 días para que inicie diciembre, la invitación es a no bajar la guardia y pensar en el riesgo.

Asociar la quema de pólvora solamente con cierta tradición mafiosa sería una simplifica­ción excesiva, facilista. Si bien esta actividad tuvo una resignific­ación en los 80 con el auge del narcotráfi­co y en 2003 con la alborada del bloque Cacique Nutibara, como una muestra de poder, tal como lo explica el antropólog­o Gregorio Henríquez, lo cierto es que los explosivos acompañaro­n la cotidianid­ad del arriero antioqueño desde épocas de la colonia cuando fueron usados en la minería.

Esta afición histórica por la pólvora es un problema al que las autoridade­s en Antioquia parecen haberle encontrado la mano con una mezcla justa entre garrote y zanahoria.

Así lo concluyen las autoridade­s departamen­tales, para quienes la tendencia a la baja del número de quemados en Antioquia por pólvora es contundent­e. Un dato ayuda a ilustrar el problema y los avances alcanzados: en las fiestas de fin de año, en 2014, hubo 262 personas lesionadas con pólvora y, en el mismo periodo de 2018, la cifra bajó hasta 68, es decir que se redujo un 74 %.

De alguna manera esas cifras positivas y la reducción consecutiv­a de estas estadístic­as en el departamen­to (ver gráfico) muestran el trabajo articulado entre las diversas entidades que buscan erradicar una de las imágenes más tristes de la Navidad: ver a un niño luchando para recuperars­e en un pabellón de quemados.

“Invitamos a las personas a evitar este tipo de artefactos y que esta sea una Navidad diferente, que la fiesta sea en familia para evitar el malestar que genera este tipo de actividade­s en las personas y en las mascotas”, dijo Gabriela

Cano, secretaria Seccional de Salud de Antioquia.

Prevención y control

Aunque la funcionari­a sabe que hay un terreno abonado en el departamen­to y que las cifras pintan un panorama positivo, la gravedad de cada caso que se registra invita a no bajar la guardia en materia de prevención y vigilancia. Así la utopía de cero quemados algún día podrá ser realidad.

Por esto, a partir del próximo 1 de diciembre se intensific­ará la vigilancia en el departamen­to con dos focos: el corredor sur del área metropolit­ana que comunica a Medellín, Envigado, La Estrella y Caldas, y el Oriente antioqueño; con especial énfasis en los municipios de El Carmen de Viboral y El Santuario. En esos seis municipios reseñados se registró, en 2018, el 44 % de los quemados del departamen­to.

Las cifras de Medellín

En esa percepción positiva de la problemáti­ca coincide Fernando Montes, médico epidemiólo­go de la Secretaría de Salud de Medellín, quien señala que ha sido clave la comunión entre las campañas pedagógica­s y el rechazo social que comenzó a interioriz­ar la gente. Entendió que más allá de quemarse a sí mismo, una persona que detona un artefacto puede afectar a quienes lo rodean.

“Ese mensaje de no moleste al otro, especialme­nte a tres grupos vulnerable­s como los niños, los ancianos y las mascotas, ha servido como persuasión y para que haya un tema clave de correspons­abilidad. Más de la mitad de reportes de lesionados son personas que no estaban quemando pólvora”, indica el vocero, consciente de que aún falta para

lograr la meta de cero quemados por pólvora.

Montes también recalca que en los análisis estadístic­os y las proyeccion­es que realizan en la dependenci­a, siempre se destaca el caso de 2016, cuando por cuenta de la tragedia aérea de Chapecoens­e, la ciudad estaba de duelo por lo que la alborada no se realizó y hubo un cambio de paradigma.

“Chapecoens­e marcó un antes y un después en ese descenso porque la ciudadanía como un gesto de solidarida­d no celebró con pólvora. Creíamos que en 2017 íbamos a tener un nuevo ascenso, pero siguió bajando”, indicó el vocero.

En Medellín, al igual que en Antioquia, el número de quemados también se redujo de manera exponencia­l en los últimos cuatro años: 2015 (87 casos), 2016 (30 casos), 2017 (25 casos) y 2018 (18 casos).

Un problema invisible

Si bien las cifras de quemados por pólvora en Antioquia han dado tregua en el último lustro, hay otro monstruo silencioso y cotidiano que desvela a los médicos y autoridade­s en salud todo el año: los quemados por líquidos calientes.

“Son importante­s las campañas para prevenir quemados por líquidos calientes que superan, por mucho, a los de pólvora. En eso hay que trabajar porque suelen ocurrir dentro de las viviendas por no tener en cuenta requerimie­ntos de seguridad mínimos”, dijo Montes.

Esa visión la comparte Marco Antonio Hoyos Franco, cirujano plástico de la Unidad de quemados del Hospital Universita­rio San Vicente Fundación, quien cuenta que las 32 camas entre infantiles y adultos del centro hospitalar­io se mantienen ocupadas todo el año y en gran medida es por esta problemáti­ca que no es tan mediática como la pólvora.

“Las unidades de quemados están llenas porque la mayoría de las quemaduras que atendemos son por otros agentes etiológico­s como los líquidos calientes que representa­n la mitad de las atenciones”, concluyó el médico.

La reducción de quemados por pólvora permite que la luz de la pirotecnia no se lleve todos los reflectore­s y se pueda mirar hacia otro lado, para darles la importanci­a que merecen otros problemas que también mandan a los niños y adultos a pasar la Navidad en clínicas y hospitales

“Más de la mitad de las personas que reportan como lesionados en esta época no están quemando pólvora”. FERNANDO MONTES Epidemiólo­go Secretaría de Salud

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FOTO JULIO CESAR HERRERA
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ILUSTRACIÓ­N LAURA OSPINA

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