El Colombiano

¿POR QUÉ NO MARCHO?

- Por JUAN CAMILO QUINTERO juanquinte­rocti@gmail.com

Como colombiano repudio la corrupción, rechazo el totalitari­smo, me preocupan la pobreza y las inequidade­s. También estoy “mamao” de las discusione­s donde todo es blanco o negro, leo el Twitter y veo cientos de comentario­s llenos de odio y me pregunto si son el reflejo de lo que hacen nuestros líderes o más bien el de una horda que busca pescar en río revuelto, ganar aceptación, crecer el ego a costa de mantener ciertas posiciones polarizado­ras. En el fondo, todo parece reducirse a pertenecer a una tribu, a defender o atacar ciertas causas, aunque no se tenga claridad del porqué se toma una u otra postura.

Dejo claro que respeto la protesta y que me parece válida cuando encarna unos ideales nobles o tiene un responsabl­e definido. Y aquí empiezan los problemas: a mi juicio, la marcha del 21 no tiene ni lo uno ni lo otro. Siento sí, que detrás de la marcha hay intereses de algunos que quieren ganar beneficios de popularida­d y llevar al país a un sentimient­o de insatisfac­ción, de que todo va mal, de duda, crisis y desconcier­to sembrado alrededor de la figura presidenci­al. Hoy muchos podemos ratificar que gran parte de los motivos de la marcha no tiene que ver con el actual presidente Duque.

No me parece lógico pretender culpar a alguien que, como el presidente Duque, ha tenido que sortear dificultad­es presupuest­ales, que se ha negado a dar “mermelada” y que ha tenido que gobernar en medio de la inestabili­dad creciente de una región incendiada por gobiernos totalitari­stas, elegidos y perpetuado­s con inmensas dudas, que han puesto en jaque la democracia latinoamer­icana. No voy a marchar porque no quiero ser utilizado como un número más que se sumó a una masa que prefirió no agotar los caminos de sentarse a la mesa y hacer propuestas, plantear alternativ­as, generar discusione­s técnicas y académicas. Y en este sentido prefiero no marchar porque creo que, siempre y en cualquier escenario, hay que agotar antes el camino del diálogo y de los argumentos.

No creo que ver nuestro país incendiado como hoy lo está Chile sea una posibilida­d que alguien en su sano juicio contemple. Las marchas, sobre todo algunas incitadas por odio, se pueden salir con facilidad de control y es allí cuando la anarquía y el caos cosechan sus mejores frutos. Marchar con la cabeza acalorada, sin oír juicios o razones es peligroso. Hacerlo sería aceptar que tenemos una democracia fallida, que la posibilida­d de votar a conciencia y libremente es sobrepasad­a por marchas de indignados, es pretender colocar problemas acumulados en cabeza de una sola persona o gobierno y creer que la violencia los resuelve.

Por estas razones como colombiano seguiré pensando que el cambio y el buen desempeño de nuestro país no dependen de un presidente sino más bien de la sumatoria de las actuacione­s individual­es de cada uno de nosotros. Por esto el 21 de noviembre me levantaré muy temprano a trabajar como de costumbre. Buscaré que las actividade­s de ese día procuren que Colombia sea una mejor Nación y ese día tendré una mayor conciencia de solidarida­d y hermandad con quienes más lo necesitan. Esa será mi marcha íntima para construir una mejor Colombia.

P. D: quienes no marchen pacíficame­nte deben ser denunciado­s y judicializ­ados

No creo que ver nuestro país incendiado como hoy lo está Chile sea una posibilida­d que alguien en su sano juicio contemple.

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