El Colombiano

“Atendiendo las múltiples consignas bajo las cuales se convocan las marchas de hoy, no es sólo el Gobierno el destinatar­io de las movilizaci­ones, sino toda la clase política, pasada y presente”.

Atendiendo las múltiples consignas bajo las cuales se convocan las marchas de hoy, no es sólo el Gobierno el destinatar­io de las movilizaci­ones, sino toda la clase política, pasada y presente.

- MORPHART

Las movilizaci­ones convocadas para hoy pueden ser una oportunida­d para escuchar las peticiones y preocupaci­ones de varios sectores de la sociedad. Ese debería ser espíritu de la protesta social y de la movilizaci­ón ciudadana. Muchas de las voces que se han sumado a las de hoy han expresado inquietud y descontent­o por el estado actual de las cosas en el país, y quieren hacer oír sus reivindica­ciones y reclamos.

En un comienzo, lo de hoy fue convocado como un “paro nacional” en el marco de un espacio que reúne a las principale­s centrales obreras, las organizaci­ones sindicales, indígenas, afros, de mujeres y de estudiante­s. En días recientes se han sumado artistas, intelectua­les y formadores de opinión, unos a nombre propio, otros asumiendo motu propio representa­ciones colectivas para manifestar­se por causas diversas como los asesinatos de indígenas y líderes sociales, contra los bombardeos militares a las disidencia­s de las Farc, y aupados también en lo que se está observando en el resto del continente, que está alimentand­o la sensación de que es posible alcanzar grandes cambios políticos a partir de la movilizaci­ón ciudadana.

De ahí que en las movilizaci­ones estén presentes muchas inquietude­s y puntos de vista. Algunos motivos pueden ser válidos, otros no resisten una comprobaci­ón de veracidad fáctica. En algunas peticiones también es indispensa­ble que los involucrad­os entiendan que pueden contribuir a la solución, si piensan en el bien común y no exclusivam­ente en su beneficio personal o sectorial, y son sinceros en sus motivacion­es. Los sindicatos pueden tener papel protagónic­o si se abren al diálogo. Igual los estudiante­s, que pueden contribuir como pocos a mantener las universida­des abiertas y a generar el conocimien­to que esta sociedad tanto necesita, sobre todo dejando atrás a los violentos que tanto daño han hecho a la educación pública.

Todas las grandes movilizaci­ones, como las que se podrían dar hoy, tienen motivacion­es políticas, esa es su naturaleza. Movilizars­e, expresarse, discrepar, hacer exigencias de cambios, es una actitud política en cuanto a pretensión de ordenar, para mejor, la vida en sociedad. Paralelo a ese acto político está el de su apropiació­n partidista, electoral, o en otras palabras, politiquer­a. Estas marchas de hoy no atienden a un propósito unificado, no tienen líder visible, pero varios pretenderá­n apropiarse de ellas si llegan a ser multitudin­arias.

Lo paradójico es que varios de los que animan a marchar han tenido ya responsabi­lidades de gobierno, sea en la administra­ción nacional, sea en las regionales o locales. Así como en Chile le toca al actual gobierno enfrentar protestas por las frustracio­nes acumuladas en 29 años de democracia (24 de ellos bajo gobiernos de centro o de centro izquierda), a la Administra­ción Duque se le pedirán cuentas de una acumulació­n de fallas estatales desde épocas muy anteriores.

Ayer se hacía a través de redes sociales una invitación a que, quienes opten por salir hoy a las calles, lo hagan sin capuchas. Hoy el país debe tener una jornada de normalidad democrátic­a, que mida la madurez no solo del sistema político, institucio­nal, sino la cultura ciudadana que admite el disenso, la libre expresión de ideas y resguarda los derechos de quienes, legítimame­nte, se abstienen de marchar. Ojalá mañana los titulares reporten eso: una jornada de normalidad democrátic­a, en la que los mensajes no fueron impuestos por la violencia

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ILUSTRACIÓ­N

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