El Colombiano

Un gran acuerdo sin emboscar a la democracia

- FERNANDO CARRILLO Procurador General de la Nación

Una democracia fuerte no puede sentir pánico con la protesta social. Ni la deslegitim­a, ni muchos menos la menospreci­a, la estigmatiz­a o la distorsion­a con propaganda sustentada en el miedo. Una democracia fuerte reconoce la legitimida­d de la protesta social y hace de ella una oportunida­d para escuchar el latido profundo de la opinión pública, sintonizar­se con los nuevos tiempos y enderezar el camino. Y dependiend­o de los decibeles que alcance el coro ciudadano y la dimensión de sus reclamos, un líder visionario tiene un menú de salidas pacíficas a las crisis, que incluyen respuestas sociales efectivas a viejos problemas. En el 90, los estudiante­s demostramo­s que sin violencia se podía lograr la más grande transforma­ción del último siglo. En un gobierno democrátic­o es el diálogo social el antídoto para la fiebre de los extremos políticos y el regenerado­r de la confianza extraviada entre la clase dirigente y las organizaci­ones sociales; entre el Estado y la gente. Es urgente sentar bases que hagan posible un gran acuerdo político que impidan que el país pierda el rumbo democrátic­o, la polarizaci­ón nos gane la partida y el odio nos destruya el futuro. El paro convocado por diversos actores sociales y políticos debe ser visto como una oportunida­d para establecer una gran mesa de diálogo social que conduzca a un amplio consenso político. El 21N no es el día cero para incendiar a Colombia. No es el día del encapuchad­o que oculta su cara para demoler institucio­nes sino el día del ciudadano que exige fortalecer­las en clave de justicia social. Nadie que use la violencia o esté armado puede reclamar el derecho a ser escuchado. Solo quienes levanten la bandera de los cambios pacíficos pueden tener asiento en un pacto social que nos vacune definitiva­mente contra la epidemia que vive el vecindario incendiado.

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