El Colombiano

Los secretos que se fueron con la muerte de E. Báez

El exjefe paramilita­r murió el pasado martes en Medellín. Víctimas lamentan que contó poco sobre el conflicto, pese a los pedidos de perdón que hizo.

- Por JAVIER ALEXANDER MACÍAS

El último mensaje de reconcilia­ción que alcanzó a expresar Iván Roberto Duque antes de que la muerte lo fulminara con un ataque al corazón, lo dijo el pasado viernes en una reunión en la que viejos excombatie­ntes de distintos grupos armados ilegales le enviaron una comunicaci­ón al país para terminar con la guerra, la polarizaci­ón y el odio.

Fue como una despedida en el que el antiguo comandante paramilita­r del Bloque Central Bolívar (BCB), conocido con el alias de “Ernesto Báez”, reconocía que el diálogo y la palabra eran los medios para entender a una Colombia diversa.

“Descubrimo­s un hecho novedoso, ya desarmados: sentarnos frente a frente a contarnos la verdad. Me arrepiento de no haber estado en escenarios como este a lo largo de mi vida. Para llegar aquí nos tocó pasar por la desgracia de la guerra”, dijo en aquella ocasión. Antes de esta declaració­n, el llamado ideólogo del BCB pidió perdón a las víctimas una decena de veces en foros y conversato­rios a los que fue invitado.

No obstante, la verdad que le reclaman las víctimas le quedó a medias. Dice Teresita Gaviria, directora de la asociación de víctimas Madres de la Candelaria - Caminos de Esperanza, que Báez siempre estuvo comprometi­do con ellas en temas de reconcilia­ción y para contarles sobre los hechos vic

timizantes, pero aún hay mujeres que lloran a sus hijos desapareci­dos y reclaman saber qué pasó con ellos y por qué.

“Falto que contara más. Él se quejó muchas veces de que en las versiones libres había contado muy poco porque el fiscal le decía que se enfocara en pedir perdón. Él me decía: hay mucho por contar y se los contaré a las mujeres, pero a mi debido tiempo, y mire lo que acaba de pasar, se muere y nos quedamos en el limbo”, expresa Teresita Gaviria.

Víctimas frustradas

Si bien Ernesto Baéz declaró en las audiencias de Justicia y Paz –marco normativo que permitió la desmoviliz­ación de más de 34.000 combatient­es según el Centro Nacional de Memoria Histórica– que nunca empuñó un arma, los tribunales de esa justicia transicion­al lo sindicaron de ser el responsabl­e de 2.200 hechos violentos

entre los que cuentan masacres, homicidios, desplazami­ento forzado, reclutamie­nto de menores y crímenes de género cometidos por hombres que tuvo a su cargo.

El 28 de marzo de 2019, la Fiscalía le imputó junto a los exparamili­tares “Cuco Vanoy” y Ramón Isaza los delitos homicidio en persona protegida, desaparici­ón forzada, desplazami­ento, secuestro y tentativa de homicidio por las masacres La Libertad, Punta Coquitos, Honduras y la Negra, Caño de Trapo, Caño de Trapo 2, La Mejor Esquina, Masacre No. 7, Del Topacio o Mineros del Nuz, Corcovada, Vuelta Cuña, Del Volador y Del Tomate, cometidas entre 1985 y 1988.

“Que este señor se haya muerto es doloroso para mí, no porque me duela su muerte, sino porque nunca me dijo que pasó con mi hijo campesino asesinado en la masacre del Topacio. Ya no sabré porqué lo mataron. Aunque eso pase, en mi corazón de madre lo perdono”, dijo una de las víctimas que prefirió no revelar su nombre.

Otra de las víctimas que se quedó esperando una respuesta es la periodista María Jimena Duzán. El martes recibió el teléfono para conversar con él sobre la masacre en Cimitarra, en la que murió su hermana Silvia el 26 de febrero de 1990. “Me había buscado en el pasado pero yo no estaba lista para verlo a los ojos. Ahora que lo estoy, muere de infarto”, expresó Duzán.

Tras su muerte, Ernesto Báez fue enterrado a las 3: 30 p.m. en el cementerio Jardines de Montesacro. En vida pidió perdón a las víctimas, pero con su muerte se llevó la verdad que tanto reclaman

“Yo no desaparecí a tu familia, pero me siento en la obligación de pedirte perdón, me dijo alguna vez Báez”. TERESITA GAVIRIA Dir. Madres de la Candelaria

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FOTO ARCHIVO Báez estuvo recluido en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí. Murió a los 64 años y mientras fue paramilita­r comandó el Bloque Central Bolívar junto a “Macaco” y “Julián Bolívar”.

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