EL NUEVO DESPERTAR EN AMÉRICA LATINA
Casi en toda América Latina, la paciencia de sus sociedades está rebosando y la gente empieza a hastiarse de gobiernos incapaces y abusos del poder. Son tiempos de una amplificada turbulencia social y prueba de ello son las múltiples manifestaciones durante meses en varios países de la región que visibilizan la inconformidad de los pueblos a causa del abandono de sus Estados.
Es una deuda social la que se está haciendo sentir en las calles de las principales ciudades de nuestro continente con toda furia. La desigualdad, la corrupción y los problemas económicos, han tenido a Latinoamérica en el centro del subdesarrollo, razón por la que sus naciones atraviesan flagelos como la pobreza generalizada, el analfabetismo y profundas inequidades.
Como nunca antes, la región experimenta un descontento social que tiene que ver con un sistema político y económico tradicional, una clase media estancada y unos gobernantes que no han sabido entender las nuevas generaciones y sus formas de organización. En Chile, solo el alza del pasaje del metro ocasionó severos disturbios que dejaron 11 muertos y 800 detenidos. En Ecuador, la erradicación de los subsidios al combustible llevó a miles de personas a protestar y el gobierno respondió declarando toques de queda. En Bolivia, la cuarta elección del socialista Evo
Morales tiene a la ciudadanía en vilo y lo acusan de ser un dictador. En Venezuela, la profunda crisis social y económica produce millones de migrantes y manifestantes.
Colombia por supuesto, no es ajena a esta hecatombe social. Una posible reforma pensional y laboral, el elevado costo de vida, la corrupción, el déficit de la educación pública, la destrucción del medio ambiente, entre muchos temas, han provocado el paro nacional más grande en 42 años. Con la masiva participación en marchas y plantones, principalmente de jóvenes, trabajadores, campesinos y maestros que critican y ven con pesimismo el presente y futuro de la nación y exigen del gobierno, un cambio real.
Cada país está viviendo un drama propio. Pero lo que es evidente en la región es que mientras el tejido de la integración global se deshilacha, los gobiernos latinoamericanos enfrentan un aumento de la insatisfacción popular y una marcada pérdida de confianza pública en los dirigentes y las instituciones. Este sombrío panorama coloca en evidencia el cansancio y la indignación de una región que ha soportado demasiado. Una que grita al unísono: ¡No más!