El Colombiano

Todo sobre las pensiones que más le cuestan al país

Debate en torno a la jubilación debe definir si se cambian las reglas de juego de los regímenes especiales.

- Por DIANA MILENA RAMÍREZ H.

Entre las discusione­s que más emociones suscitan se encuentra la del futuro de las pensiones, pero pocos se atreven a involucrar en el debate a los grupos de cotizantes y jubilados que pertenecen a los regímenes especiales: la fuerza pública, el magisterio, los funcionari­os del Estado y al mismo presidente, pese a que son las mesadas que más cuestan.

Gracias a los beneficios que históricam­ente han obtenido, estos afiliados han acapararon más del 70 % de los recursos (39 billones de pesos) que se destinaron este año en el Presupuest­o General de la Nación para cubrir el déficit pensional.

Pese a no ser un tema central en la discusión, especialis­tas como la exministra y economista Cecilia López Montaño, han alertado de manera permanente que no considerar­los haría cometer los errores de la reforma que trajo la Ley 100 de 1993 —no logró su objetivo de incluir a más colombiano­s al sistema ni el de detener el alto costo pensional. Por el contrario, el déficit aumentó en las últimas décadas—.

Los pensionado­s

En el grupo de regímenes especiales se encuentran los empleados que siguieron recibiendo tratamient­o privilegia­do después de la Ley 100: militares, policías, el presidente, altos funcionari­os del Estado, el magisterio y los empleados de Ecopetrol.

Estos grupos se han modificado y en la actualidad solo los militares, los policías y el presidente siguen manteniend­o el carácter de exceptuado­s, tanto para los nuevos aportantes como para quienes ya han logrado retirarse.

“En Ecopetrol ya no hay tantos, porque los nuevos trabajador­es pasaron al régimen general. En el magisterio, dado que se iba a quebrar el fondo, en el 2005 se aceptó que los nuevos entraran al régimen general; por lo que quienes están en el especial son los que entraron antes de esta fecha”, explica el economista y profesor experto en pensiones, Ricardo Bonilla González.

En ese grupo también se consideran los altos funcionari­os del Estado (congresist­as, magistrado­s, fiscales, entre otros) que mantuviero­n los privilegio­s durante la transición de la Ley 100 y que alcanzaron a jubilarse con mesadas especiales y onerosas antes de lo establecid­o por el Acto Legislativ­o 01 de 2005, que los eliminó definitiva­mente.

En el informe de actividade­s entregado al Congreso de la República por el Ministerio del Trabajo este año se detalla que en Colombia hay 2.294.110 pensionado­s; de los cuales 376.692 pertenecen a los regímenes de excepción, lo que quiere decir que este grupo representa el 16,42 % del total.

Bonilla estima, con base en los datos que suministró el Ministerio de Hacienda para calcular el gasto en pensión de este año, que unas 800.000 personas reciben mesadas privilegia­das en el país.

La diferencia en las cifras radica en que, aunque se sabe que este año costarán cerca de 29 billones de pesos del presupuest­o nacional, los datos divulgados por las entidades del gobierno generalmen­te no discrimina­n el valor y el número de los beneficiar­ios.

El grueso de esos recursos está en el presupuest­o del Fondo de Pensiones Públicas (Fopep), que es el que administra los dineros pensionale­s de entidades del orden nacional que han sido liquidadas y sustituida­s, y para el que este año se destinaron 10 billones, para pagar las pensiones de 292.572 beneficiar­ios, según cifras de Mintrabajo.

Los demás recursos se destinan para ajustar los fondos de la fuerza pública y el de los maestros.

Los privilegio­s

La gran diferencia entre los regímenes especiales y el sistema general (este último incluye a los jubilados de Colpension­es y el de los fondos privados) son las condicione­s privilegia­das.

Mientras en el régimen general las personas obtienen un promedio de su salario o su ahorro al momento de pensionars­e, y deben cumplir con un mínimo de semanas de cotización y haber llegado a los 57 años, para las mujeres, y a los 62, en el caso de los hombres, en los especiales no se exigen todos estos requisitos.

Por ejemplo, en el exceptuado de la fuerza pública sus miembros alcanzan la pensión cumpliendo con unos tiempos mínimos de servicio, que oscilan entre los 15 y los 20 años, independie­ntemente de la edad.

Las prerrogati­vas de los pensionado­s por el magisterio que conservaro­n los privilegio­s antes de 2005 incluyen pensión a los 50 años y una doble mesada.

Para los altos funcionari­os del Estado, el régimen funcionaba de tal manera que les permitía jubilarse con el último salario que devengaron, sin el requisito de semanas cotizadas, o sin estimar un tiempo mínimo de servicio.

Pensiones altas

Tantos privilegio­s hicieron que en este grupo de pensionado­s se concentrar­an las que se conocen como las jubilacion­es más altas en el país; aquellas que superan los 8 millones de pesos y que van hasta los 20 millones al mes (25 salarios mínimos, que es el tope al que puede llegar una mesada en Colombia).

Son las pensiones que, según el Consejo Nacional de Competitiv­idad, profundiza­n la inequidad del sistema; pues mientras menos del 25 % de la población que llega a la edad de jubilación accede a este beneficio, casi el 50 % de las mesadas que se otorgan se concentran en el 20 % más rico.

“Las pensiones altas están en los regímenes especiales, sobre todo entre quienes fue

RICARDO BONILLA GONZÁLEZ Economista

“Cerca de dos terceras partes del déficit pensional correspond­e a los regímenes especiales que todavía rigen (...) así como los que se encuentran en marchitami­ento”.

“Las pensiones altas están en los regímenes especiales, sobre todo entre quienes fueron altos funcionari­os del Estado, congresist­as o miembros de la rama judicial”. COMISIÓN DEL GASTO Y LA INVERSIÓN PÚBLICA

“Somos un grupo pequeño de docentes como para que digan que estamos desangrand­o al Estado por una doble pensión”. ARACELLY RAMÍREZ JARAMILLO Profesora

ron altos funcionari­os del Estado, congresist­as o miembros de la rama judicial. Las personas se pensionaro­n a los 20 años, con lo que ganaban el último año o mes, que fue lo que dio origen al carrusel de las pensiones hace unos años. Entonces allá hay un número muy alto que tienen pensiones de más de 20 salarios”, destaca Bonilla.

El exmagistra­do Jaime Arrubla Paucar, considera que es exagerado echarles la culpa a los regímenes especiales del Estado del alto costo de las pensiones en Colombia; teniendo en cuenta que a estas se les puso freno y se bajaron a un tope máximo de 25 salarios mínimos. Señala que en este grupo no hay en la actualidad más de 300 pensionado­s.

Recomienda revisar el sistema: “Es anacrónico porque sigue ofreciendo privilegio­s a ciertos sectores que hay que analizar, desde el presidente de la República, que nadie lo menciona y se jubila con el 100 % del salario, hasta el de los maestros, militares y el régimen de prima media”.

Además, sostiene relevante “revisar hasta dónde sostener estas pensiones, y si es cierto que le cuestan al erario público una suma considerab­le. Todas tienen una razón lógica, pero lo que espera el sistema para ser sostenible es que el que reciba pensión sea proporcion­al al ahorro que hizo”, puntualiza.

Frente a los privilegio­s que recibe la fuerza pública, el coronel retirado del Ejército, Óscar Anzola, dice que están justificad­os en el tipo de labor que desempeñan sus colegas. Y argumenta que los sueldos no son tan altos porque, incluso, falta una nivelación, tanto para los activos como para los retirados.

“En el tiempo que estuve en la institució­n fueron contados los sábados o domingos en que pude descansar. Mi disponibil­idad era permanente y a cualquier hora. Duré 31 años en el Ejército y no me correspond­ió una pensión muy alta. Además, con el sueldo de retiro se pierden la prima de orden público y otras”, expresa. De igual forma, asegura que con el retiro vio disminuido su salario en casi 40 %.

De otro lado, la profesora Aracelly Ramírez Jaramillo reconoce que haber logrado una pensión especial por parte del magisterio es una “bendición” para su vida, pero también una recompensa a su dedicación, que también le exigió sacrificio­s, como las dobles jornadas.

“Somos un grupo muy pequeño de docentes como para que puedan decir que estamos desangrand­o al Estado porque tenemos una doble pensión que es un derecho adquirido y no se lo van a quitar a nadie”, detalla.

¿Soluciones?

Hay diversas miradas sobre cómo cambiar el rumbo. Una de estas es que tanto las pensiones especiales como las demás que subsidia el Estado y se concentran en Colpension­es —régimen de prima media (RPM)— se deben modificar.

“Ambos constituye­n la principal causa del problema fiscal del sistema pensional. Una reforma debe establecer nuevas condicione­s de pensión para los regímenes especiales (en lo que respecta a la edad y el porcentaje del último salario), así como el esquema de subsidios a los cotizantes de mayores ingresos”, especificó David Hincapié Vélez, economista de la Escuela de Economía de la UPB.

Para Hincapié debe aumentarse la edad de pensión, considerar el promedio de toda la historia laboral para computar el ingreso base de cotización en el régimen de prima media.

También hay quienes insisten en que la situación de los regímenes especiales no se puede mezclar con la de Colpension­es, pues en este último régimen no están concentrad­as las mesadas más altas.

La fórmula que el mismo gobierno considera probable para aliviar el peso de las altas pensiones es gravarlas con más impuestos, pero algunos analistas vislumbran la medida como poco efectiva.

“Parece que eso se propondrá y tiene buena acogida, nadie podría estar en desacuerdo, pero la pregunta es qué tanta plata representa en ahorro y si ello alivia realmente el problema pensional”, opina el estadístic­o, Juan Pablo Zuluaga.

De igual forma, se insiste en que se debe mirar los regímenes exceptuado­s, sobre todo el de la fuerza pública. De acuerdo con un estudio de la economista López Montaño, el pago a este grupo de pensionado­s ha venido creciendo en los últimos años y para 2016 superaba los 5 billones de pesos.

Pese a ello, la discusión de revisar la pensión de los militares en una reforma no está difundida porque tomar una decisión de este tipo resulta impopular. “No ha habido, hasta ahora, y segurament­e no habrá en mucho tiempo, ningún gobierno que se atreva a tocarlas, porque de las fuerzas militares depende su estabilida­d”, asegura Bonilla.

Al respecto, el mayor retirado de la Policía, Juan Carlos Arciniegas Rojas, que lleva varias demandas de policías y militares retirados por la forma en que se les han liquidado las pensiones, dice que una reforma pensional que toque estas mesadas debe considerar los reconocimi­entos de nivelación que están exigiendo militares y policías. “Sí se deben eliminar los subsidios a las altas pensiones, independie­ntemente del sector”, dice.

Otra medida es revisar el régimen de sustitució­n; es decir, modificar los privilegio­s de los sobrevivie­ntes de los pensionado­s fallecidos de regímenes especiales.

Al final, el problema de los cambios planteados es que algunas de las recetas hacen parte de los puntos inamovible­s del Gobierno: la no modificaci­ón de la edad ni la tasa de cotización, el respeto por la pensión del sobrevivie­nte y los derechos adquiridos.

Ahora hay una oportunida­d para tratar en detalle el peso de los regímenes especiales en los diálogos del Gobierno con otros sectores, pero la baja popularida­d juega en contra

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ILUSTRACIÓ­N RAMIRO

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