LA ALFOMBRA ROJA
11 de noviembre de 2007, 8:00 a. m.: el Concejo lee el Acta de Independencia de Cartagena en el Centro de Convenciones. Ese mismo amanecer, en Medio Atrato (Chocó), 685 personas abandonan su terruño amedrentadas por las Farc.
11:00 a. m.: En el Hotel Hilton eligen la Señorita Puntualidad. No muy lejos, en Santa Rosa del Sur, Bolívar, el Eln llega sin demora para reclutar a tres niños.
Medio día: Almuerzo con el jurado del Reinado nacional de belleza. Simultáneamente, en Armenia, agencian otro veredicto: cruzados de la “limpieza social” condenan a Rubén Sánchez, joven habitante de calle, limitado físico y mental. ¿La sentencia? Muerte con arma blanca en su lecho habitual, las graderías de la cancha del barrio El Paraíso.
Pasado meridiano: En la Copa Mustang, el DIM cae ante el Quindío 3-4 y Nacional vence a Boyacá-Chicó 2-1. Los radios están encendidos cuando, en la vereda Cuchillón de Dabeiba, miembros del Ejército detienen a Gabriel Everto Pérez –cincuenta años, epiléptico, con parálisis casi total–. Vive de la caridad campesina: al momento de la captura, un niño le da de comer. Sus verdugos aperan una mula para raptarlo. En una cancha cercana, varios disparos ahogan los gritos de “¡gol!” de los transistores: cambian la ropa del cadáver y le acomodan un revólver para la foto. Sacrifican la bestia robada e incineran la cabalgadura. Un helicóptero militar deja a la víctima en la morgue local; reportan al “guerrillero muerto en combate”. Su familia putativa reconoce el cuerpo, nunca se lo entregan.
El Cinep lo consignó (11/11/2007): “Cuando un miembro de la familia que lo hospedaba subió al sitio donde se encontraba el Ejército para pedirle explicación del crimen, los militares reconocieron que lo habían ejecutado y quisieron hacerle firmar una constancia de que la comunidad le había pedido al Ejército que lo matara o que se lo llevara, pues era un estorbo. La familia rechazo enérgicamente tan falsa versión. Luego los militares hicieron otro papel donde decían que la víctima era un guerrillero y bajo amenazas obligaron a un miembro de la familia a firmarlo. La Defensoría del Pueblo se negó a colaborar […]”.
7: 00 p. m.: Pasarela en traje de baño, exclusiva para asistentes al Hilton. A esa misma hora, los pasajeros de un bus a Puerto Wilches, Santander, son los únicos testigos de la desaparición forzada del menor Jaider Sted Suárez, a manos de paramilitares.
Por el proceso de Justicia y Paz, Semana denominó “año de la verdad” al 2007. María Teresa
Ronderos escribió (15/12/2007): “La desaparición forzada era una tragedia que Colombia había intentado esconder debajo del tapete casi desde que existe […]”. Todavía desconocemos la dimensión de dicha alfombra…
¿Justicia y Paz destapaba viejas fosas, mientras el Ejército cavaba nuevas? ¿Dónde ha estado la institucionalidad? ¿Bajo cuáles estándares ha operado la relación periodismo/fuentes castrenses? ¿Cuántas décadas tendremos que esperar para que la inversión en investigación periodística de los medios masivos se acerque a la de entretenimiento? ¿Cuántos cráneos habrá de regurgitar la tierra para que las audiencias (¡el maldito rating!) entiendan la correlación entre hacer memoria y la no repetición?
Además de fosas comunes, las recientes excavaciones en Dabeiba descubren las raíces más profundas de las “objeciones” a la Jurisdicción Especial de Paz.
Fuentes: Registro Noche y niebla, Semana, Amnistía internacional, testigos protegidos
Las recientes excavaciones en Dabeiba descubren las raíces más profundas de las “objeciones” a la JEP.