Iglesia cierra debate sobre el celibato en el sacerdocio. Razones.
En su Exhortación a la Amazonia, el Sumo Pontífice defendió el celibato. Aquí sus razones.
“Hay que crear un sistema normativo que incluya límites infranqueables para la Amazonia”. PAPA FRANCISCO Exhortación Apostólica de la Amazonia
El celibato, el voto de castidad hecho por quienes ingresan a la vida religiosa, en este caso, los sacerdotes, sigue siendo una condición inamovible para la Iglesia católica. Así lo dio a conocer ayer el Papa Francisco al presentar su Exhortación Apostólica postsinodal Querida Amazonia, documento con el que responde a las conclusiones del Sínodo de Obispos sobre esta región, que se desarrolló en octubre del año pasado.
En el temario del Sínodo se contempló la ordenación de hombres casados y con vocación de fe, ante la dificultad que representa llevar el mensaje de Dios a sectores apartados. También, dar un rol a las mujeres en la institución con opciones como el diaconado.
Textualmente, el documento que presentaron los 180 obispos señalaba que “es urgente que se promuevan y se confieran ministerios para hombres y mujeres de forma equitativa”. Y el punto 111 invitaba a reconsiderar el celibato para casos específicos como el de la Amazonia, donde hay comunidades que pasan meses e incluso años sin recibir el sacramento de la Eucaristía por la falta de padres.
La invitación consideraba “ordenar sacerdotes a hombres idóneos y reconocidos por la comunidad, que tengan un diaconado permanente y reciban una formación adecuada para el presbiteriado, pudiendo tener familia legítimamente constituida y estable”. También había ítems respecto al cuidado del ambiente y la expansión del mensaje católico en los once países de la región.
Tres meses después se conoció la respuesta del Papa en la que señala que, ante la falta de curas, se puede orientar la vocación misionera. Respecto a la participación de la mujer en el diaconado, invitó a fortalecer el camino de los laicos porque solo pensar en ordenarlas “limitaría las perspectivas, nos orientaría a clericalizarlas”. Ese concepto significa dar funciones de sacerdotes a personas que no lo son.
La decisión de Francisco
No es la única vez que un Papa enfrenta el debate del celibato. Pablo VI y Juan Pablo II reiteraron que esa norma está sustentada en motivaciones teológicas y espiri
tuales. El padre Jesús Alberto Pinzón, capellán de la U. del Rosario, recuerda que, si bien el Papa es el administrador de la Iglesia, “hay verdades dogmáticas como el celibato que están subordinadas a la doctrina de la institución, se han manejado por siglos y no pueden modificarse solo por un Sínodo”. Francisco había adelantado que no podría presentarse ante Dios siendo el Papa que lo eliminó.
Los cambios en la Iglesia no han sido a través de un Sínodo. Por ejemplo, antes la Eucaristía era en latín y el sacerdote la ofrecía de espaldas a los fieles. Fue a través de un Concilio Vaticano que el sacramento comenzó a dictarse en la lengua de los fieles y con el sacerdote de cara al pueblo.
El padre Euclides Eslava, director de Teología de la U. de la Sabana, considera que el Papa entendió que no es necesaria la ruta que se planteaba en el Sínodo “porque abre la puerta a la clericalización, pretender que la evangelización solo la asumen los ministros ordenados. Lo que hay que buscar es cómo el laicado puede fortalecer la evangelización desde la posición que tiene”.
La mujer en la Iglesia
Con el Concilio Vaticano II el Papa Pablo VI abrió la participación de la Iglesia a la mujer. Si quiere seguir el camino de la fe en el catolicismo puede ser religiosa, laica o consagrada, pero el diaconado y la ordenación no es una opción.
En los últimos papados hubo mensajes para fortalecer su participación. Por eso, el analista papal José M. Vidal considera que “no hay un progreso en el tema. Hay un avance teórico, mucha poesía, dicen que tienen que ocupar puestos en la estructura eclesiástica, pero se les niega el acceso al sacerdocio”