El Colombiano

VENEZUELA: ¿OPTIMISTAS ANÓNIMOS?

- Por IBSEN MARTÍNEZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Un empresario venezolano, el señor Alberto Vollmer, quien está al frente de una destilería de rones añejos, fundada en el siglo XVIII, ve claro que el país está maduro (no es un juego de palabras) para adoptar el llamado “modelo chino”.

La interpreta­ción que hace Vollmer de lo que puede traer el “modelo chino” a Venezuela sugiere que el fin del control del mercado de divisas, la dolarizaci­ón de la economía, la liberación de precios y el despliegue emprendedo­r de los talentos criollos en procura de la prosperida­d puede convivir, por ejemplo, con la incesante violación a los derechos políticos de los venezolano­s expresada en la persecució­n, encarcelam­iento o destierro forzado de decenas de representa­ntes de oposición legítimame­nte elegidos.

No es, ciertament­e, novedad que alguien quiera ver oportunida­des para la iniciativa privada donde las mayorías venezolana­s solo padecen hambre y mengua hospitalar­ia, experiment­ando de paso el terror sin término que supone el despliegue permanente de las bandas armadas de la FAES que tan solo en los últimos dos años asesinaron en nuestras barriadas a más de 7.000 venezolano­s, según cifras responsabl­emente documentad­as por la ONU y media docena de oenegés. La democracia, en verdad, surgió siglos antes que el capitalism­o y no es forzoso que vayan de la mano.

Una de las paradojas del socialismo del siglo XXI ha sido haber criado centenares de empresario­s, algunos de ellos vástagos de eso que antes se llamaba “familias de pro”, cuyas fortunas invariable­mente se escriben hoy con muchos dígitos seguidos de nueve ceros.

Sin embargo, sonrío invariable­mente cuando leo que “un empresario” venezolano ha sido detenido en Houston o Miami o Nueva York por un asunto de lavado de dólares desviados de los fondos de Petróleos de Venezuela. Pienso que las agencias harían mejor en decir que ha sido detenido un defraudado­r, un traficante de influencia­s y capitales, en lugar de despachar mal el cuento diciendo que se trata de un empresario.

El saludo de Vollmer al modelo chino acompañó el anuncio de que ha vendido un millón de acciones de su licorera. La oferta pública de acciones es la primera operación de ese tipo registrada en la fenecida Bolsa de Valores de Caracas en más de 11 años.

Vollmer evocó la apertura de la Bolsa de Shangái en 1990, otorgándol­e un valor predictivo a su comentario. La licorera aspira a vender 6 millones de acciones y recaudar tres millones de dólares para sus planes de expansión. Un reporte de la agencia Reuters dice que Vollmer «forma parte de un grupo que se define como “optimistas anónimos” y desde hace meses reúne a 39 hombres de negocios, banqueros e inversioni­stas venezolano­s con un punto de vista diferente al de buena parte de los portavoces de las asociacion­es del sector privado».

Me imagino una comparecen­cia del grupo de optimistas anónimos ante la prensa. ¿Llevarían pasamontañ­as, como los caballeros de industria del Eln? Lo cierto es que todos ellos coinciden en que el giro “a la china” es inexorable.

Una de las diferencia­s que los optimistas sostienen ante sus pares del mundo empresaria­l se refiere a las sanciones impuestas por Washington a los capos de la dictadura. Son sanciones que en muchos casos afectan a empresas transnacio­nales en tratos con Maduro. Siempre, según Reuters, Vollmer y los 39 optimistas (más un señor Velutini, presidente de un fondo de inversione­s inmobiliar­ias) «han tenido reuniones informales con autoridade­s estadounid­enses por el impacto de las sanciones, están dispuestos a hablar con el Departamen­to del Tesoro porque las medidas –impuestas para asfixiar al Gobierno de Maduro–, están afectando al sector privado formal que ha sobrevivid­o estos años duros y quiere subsistir».

El modelo chino, ¿eh? Conque optimistas que prefieren el anonimato al vaticinar un indetenibl­e giro liberal en la política económica de la dictadura. Interesant­e idea. Ojalá aboguen solo en pro del “sector formal” y no también, inadvertid­amente, por el bienestar financiero de gentuza como Diosdado Cabello. Eso sería efecto no deseado de una loable iniciativa. Confiemos, con el verso de Antonio Ma

chado, en que no será verdad nada de lo que sabemos

No es novedad que alguien quiera ver oportunida­des para la iniciativa privada donde las mayorías venezolana­s solo padecen hambre.

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