IMPUESTOS Y GLOBALIZACIÓN
En los últimos años varias empresas multinacionales han cerrado sus fábricas en Colombia: Philip Morris (Coltabaco), Mazda (Colombiana Automotriz), Michelín (Icollantas), Bayer (Aspirina, Alka Seltzer), Mondelez Internacional (Chicles Adams). Emigran debido al contrabando, cambio de reglas de juego, inestabilidad del dólar y alta carga tributaria. Parten porque tienen la capacidad tecnológica, financiera y logística para ubicar sus factorías en donde sea más rentable la producción, para luego distribuir sus productos aprovechando los tratados de libre comercio y las desgravaciones arancelarias. Esto es que no se van del todo, se quedan como importadoras.
Y es que las empresas multinacionales buscan siempre el lugar más barato de producción, en la cual evalúan los costos de los impuestos empresariales y la normatividad social y medioambiental como factores decisivos para definir su ubicación, a lo que unen la amenaza, fundamental en lo referente a la tasa de empleos, de la emigración a otros Estados con menores impuestos, regulación y salarios.
En tanto que para los países en vía de desarrollo la cuestión central reside en buscar atraer capitales para satisfacer las necesidades territoriales de empleo y luego seducirlos para que se queden y pueda así crearse riqueza estable; y también para conseguir que se establezcan en su territorio empresas multinacionales, e igualmente que permanezcan las ya instaladas, ya que además de proporcionar puestos de trabajo permiten el acceso a nuevas tecnologías.
El problema de las circunstancias creadas por la globalización es que el capital se ha convertido en elemento móvil, que trasciende fronteras y puede viajar sin grandes cargas a aquellos lugares donde espera conseguir el máximo rendimiento. Por ello, los mercados financieros y comerciales ya no son locales para un Estado determinado y controlables por el gobierno de ese Estado, pues el avance tecnológico hace posible realizar transacciones complejas a gran escala de manera instantánea sin importar la distancia.
La tendencia mundial muestra diferencia en el tratamiento impositivo de los elementos móviles, el capital y las empresas, respecto al estático, el trabajo. Es ya apreciable una evidente inclinación a disminuir la tributación de los rendimientos de capital y los impuestos a las sociedades, que se acompaña de otros beneficios o estímulos fiscales a inversiones productivas. En cambio, el impuesto sobre la renta ligado al trabajo, tiende a permanecer estable o a aumentar, no así el impuesto sobre el patrimonio, con propensión a la baja. Con razón, manifiesta Chevalier en su libro El Estado pos
moderno que “los márgenes de maniobra de los cuales disponen los Estados en materia de política fiscal se reducen a causa de la liberación de los movimientos de capitales (todo entorpecimiento de la fiscalidad corre el riesgo de implicar el éxodo de capitales)”.
A causa de la globalización, peso de las multinacionales y movilidad del capital, unida a la inmovilidad del trabajo, necesidad de capital, tecnología y nuevos empleos en los países en vía de desarrollo, estos se han colocado en abierta competencia entre ellos, que los ha obligado a recurrir a una creciente desregulación y reducción de costes de producción y de impuestos, convencidos que con sus impuestos los países también compiten.
El resultado es una tributación injusta, sin equidad ni progresividad. Corregirla enfrentaría el poder y avidez de las multinacionales y la debilidad de los Estados. Razón para que actualmente haya pocas esperanzas de cambio