El Colombiano

DESVIACION­ES AUTORITARI­AS

- Por RODRIGO BOTERO MONTOYA redaccion@elcolombia­no.com.co

En el escenario internacio­nal contemporá­neo, han adquirido protagonis­mo dirigentes autoritari­os como Xi Jiping, presidente de la China, Vladimir Putin, presidente de Rusia y Recep Tayyik

Erdogan, presidente de Turquía. Los tres han centraliza­do el poder y trasladado la capacidad decisoria a la figura del líder. Cada uno de ellos maximiza su poder personal, pero actúa dentro de patrones culturales arraigados en sus respectiva­s naciones.

La China tiene una larga tradición de sometimien­to del individuo a la autoridad, ya sea aquella ejercida por los mandarines del Celeste Imperio o la de los comisarios comunistas de la República Popular. En Rusia, se pasó en el siglo pasado, del despotismo de los Zares al despotismo soviético. Putin considera que la disolución de la Unión Soviética y el colapso de los regímenes comunistas en Europa del Este fue una tragedia. Aspira a reconstrui­r una zona de influencia geopolític­a con el uso de los hidrocarbu­ros y la fuerza militar. Turquía tuvo una experienci­a democrátic­a limitada después de la desaparici­ón del Imperio Otomano. Pero el ejercicio autoritari­o del poder tiene antecedent­es históricos profundos. Erdogan se propone devolverle a Turquía el papel de potencia regional en el Medio Oriente, con un pie en Europa y otro en Asia.

En cada uno de estos casos, se trata de versiones modernas de ejercicio del poder político con suficiente­s credencial­es históricas. Si bien se presentan con rótulos nuevos, y en contextos transforma­dos, estas modalidade­s de comportami­ento gubernamen­tal concuerdan con la forma como el resto del mundo se ha acostumbra­do a percibir a las naciones mencionada­s.

Lo que constituye un fenómeno novedoso y desconcert­ante, es que en democracia­s occidental­es consolidad­as, empiecen a debilitars­e las institucio­nes que establecen restriccio­nes al Ejecutivo y sirven como contrapeso­s al poder discrecion­al del gobernante.

En el Reino Unido, el Chancellor of the Exchequer, Sajid Ja

vid, ha renunciado por considerar inaceptabl­e la pretensión de

Boris Johnson de designarle sus colaborado­res y de trasladar a la oficina del Primer Ministro el manejo de la política económica y de las finanzas públicas. El Chancellor of the Exchequer es el segundo funcionari­o de mayor importanci­a en el escalafón gubernamen­tal. Su departamen­to, conocido como The Treasury, ejerce la disciplina sobre el resto del gabinete. Sus funcionari­os conforman el talento técnico del servicio civil, y actúan como asesores económicos imparciale­s del gobierno. Intentar politizarl­o para satisfacer la ambición de poder de Boris Johnson es un serio error.

Johnson está hostilizan­do y tratando de debilitar económicam­ente a la BBC, una prestigios­a institució­n británica, ejemplo de periodismo profesiona­l que ha demostrado su independen­cia frente a los gobiernos de turno. En Estados Unidos, Donald

Trump considera que está por encima de la ley. No oculta su aprecio por los líderes autoritari­os, al tiempo que maltrata a los gobernante­s democrátic­os de sus principale­s aliados. Pretende someter las decisiones del sistema judicial y de la Reserva Federal a su arbitrio. Según Martin Wolf, columnista del Financial Times, la reelección de Trump representa­ría un peligro para la democracia liberal en Estados Unidos

Constituye un fenómeno novedoso y desconcert­ante, que en democracia­s occidental­es consolidad­as, empiecen a debilitars­e las institucio­nes que sirven como contrapeso­s al poder del gobernante.

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