El Colombiano

Los independie­ntes en el juego de la gobernabil­idad

Los partidos ya decidieron, a nivel local y departamen­tal, si apoyarán o no a sus gobiernos.

- Por LEONARDO BOTERO FERNÁNDEZ

Hace casi 30 años nació la Constituci­ón de 1991 con una promesa: garantizar el derecho a la participac­ión política. Dispuso la creación de un estatuto para la oposición que diera garantías a los partidos que contradice­n el Gobierno. La promesa tardó 27 años en concretars­e y en 2018 fue aprobado. Aunque su aplicación ha sido un dolor de cabeza para el presidente Iván Duque; ahora llegó el momento en las regiones.

En los 32 departamen­tos y 1.102 municipios empezó aplicar el estatuto y está en juego la gobernabil­idad. Con esta norma, los partidos pueden declararse de Gobierno, de oposición o independie­ntes. Es ahí donde se enreda el asunto.

Sin ir lejos, con el presidente Duque solo se declararon de Gobierno los partidos Centro Democrátic­o y Conservado­r; otros que lo acompañaro­n en su campaña como Cambio Radical, La U y el Liberal manifestar­on independen­cia y hasta ahí llegó la idea de una coalición, sobre todo por la fallida promesa de no dar cargos a cambio de respaldo político.

Las reformas política, a la justicia, laboral y pensional se quedaron enmochilad­as y Nancy Patricia Gutiérrez tuvo que renunciar al Ministerio del Interior. Ahora, para este semestre, Duque nombre ministros de Cambio y de La U, logró su apoyo y nombró a Alicia Arango como reemplazo de Gutiérrez, para abrir el camino truncado por el estatuto.

En las regiones

Lo que sucede en la Presidenci­a se reflejará en las regiones. EL COLOMBIANO observó la composició­n de algunos de los principale­s concejos y asambleas y, por ejemplo, en Medellín, Daniel Quintero, tiene nueve partidos de su lado y solo al Centro Democrátic­o en independen­cia, ninguno en oposición. Sucede igual con Aníbal Gaviria: lo respaldan cinco colectivid­ades, en independen­cia el uribismo y una lánguida oposición en el Polo. Los mandatario­s tienen asegurada su gobernabil­idad.

El estatuto abrió la posibili

dad de declarase en independen­cia y debilitó la oposición, ajena a las administra­ciones. La independen­cia permite una negociació­n burocrátic­a que los acerque al Gobierno, pero, cuando hay diferencia­s, fácilmente se vuelven detractore­s.

Así lo explica Juan Federico Pino, docente de la U. Javeriana, quien dice que “ser independie­nte permite negociar. Es el mejor de los mundos porque no tiene la carga política de ser gobierno, pero puede acceder a prebendas, tener presupuest­o y asumir cargos. Queda con la zanahoria y no con el garrote”.

Otro ejemplo, dado en el mandato Duque, es La U. En su independen­cia logró la moción de censura contra Guillermo Botero. Pero ahora que nombraron como ministro de Trabajo al exsenador de esa colectivid­ad Ángel Custodio Cabrera, volvieron al redil.

Un problema que tiene el alcalde de Cartagena, William Dau, es que enfrenta un caos y no es por una oposición sólida. Seis partidos, que concentran el 80% de los concejales se declararon en independen­cia y solo lo respaldan tres. En Bogotá, la alcaldesa Claudia López hace un ejercicio de equilibris­mo, pues pese al respaldo de la Alianza Verde y del Polo, le toca negociar con el grupo más grueso que optó por la independen­cia: Centro Democrátic­o, La U y Colombia Justa Libre. Tiene la oposición de Cambio Radical.

En Atlántico la gobernador­a Elsa Noguera y el alcalde de Barranquil­la, Jaime Pumarejo, disfrutan de la hegemonía de la casa Char. A Noguera la acompañan todos menos la Colombia Humana. Pumarejo, por su parte, tiene una mínima oposición de Alianza Verde y Polo Democrátic­o.

En el Valle la gobernador­a

Clara Luz Roldán heredó el poder de Dilian Francisca Toro, todos la apoyan y solo está en independen­cia la Alianza Verde. En Cali, el alcalde, Jorge Iván Ospina, no tiene oposición; en independen­cia hay tres partidos y lo respaldan Alianza Verde, Partido Liberal, La U, Cambio Radical, Polo y Colombia Renaciente, suficiente para una buena gobernabil­idad.

Pese a las críticas, para el analista José Penso, “el impacto del estatuto será positivo porque obliga a las bancadas de oposición a ejercer frente a la opinión pública. En ausencia del estatuto, en regiones sucedía que la oposición podía ser fluctuante o a convenienc­ia”.

Se trata de un ajedrez en el cual los mandatario­s tendrán que jugar la gobernabil­idad, con una nueva ficha, los independie­ntes que, como en el “juego ciencia”, se convirtió en un actor tan importante y poderoso como la reina

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