Los independientes en el juego de la gobernabilidad
Los partidos ya decidieron, a nivel local y departamental, si apoyarán o no a sus gobiernos.
Hace casi 30 años nació la Constitución de 1991 con una promesa: garantizar el derecho a la participación política. Dispuso la creación de un estatuto para la oposición que diera garantías a los partidos que contradicen el Gobierno. La promesa tardó 27 años en concretarse y en 2018 fue aprobado. Aunque su aplicación ha sido un dolor de cabeza para el presidente Iván Duque; ahora llegó el momento en las regiones.
En los 32 departamentos y 1.102 municipios empezó aplicar el estatuto y está en juego la gobernabilidad. Con esta norma, los partidos pueden declararse de Gobierno, de oposición o independientes. Es ahí donde se enreda el asunto.
Sin ir lejos, con el presidente Duque solo se declararon de Gobierno los partidos Centro Democrático y Conservador; otros que lo acompañaron en su campaña como Cambio Radical, La U y el Liberal manifestaron independencia y hasta ahí llegó la idea de una coalición, sobre todo por la fallida promesa de no dar cargos a cambio de respaldo político.
Las reformas política, a la justicia, laboral y pensional se quedaron enmochiladas y Nancy Patricia Gutiérrez tuvo que renunciar al Ministerio del Interior. Ahora, para este semestre, Duque nombre ministros de Cambio y de La U, logró su apoyo y nombró a Alicia Arango como reemplazo de Gutiérrez, para abrir el camino truncado por el estatuto.
En las regiones
Lo que sucede en la Presidencia se reflejará en las regiones. EL COLOMBIANO observó la composición de algunos de los principales concejos y asambleas y, por ejemplo, en Medellín, Daniel Quintero, tiene nueve partidos de su lado y solo al Centro Democrático en independencia, ninguno en oposición. Sucede igual con Aníbal Gaviria: lo respaldan cinco colectividades, en independencia el uribismo y una lánguida oposición en el Polo. Los mandatarios tienen asegurada su gobernabilidad.
El estatuto abrió la posibili
dad de declarase en independencia y debilitó la oposición, ajena a las administraciones. La independencia permite una negociación burocrática que los acerque al Gobierno, pero, cuando hay diferencias, fácilmente se vuelven detractores.
Así lo explica Juan Federico Pino, docente de la U. Javeriana, quien dice que “ser independiente permite negociar. Es el mejor de los mundos porque no tiene la carga política de ser gobierno, pero puede acceder a prebendas, tener presupuesto y asumir cargos. Queda con la zanahoria y no con el garrote”.
Otro ejemplo, dado en el mandato Duque, es La U. En su independencia logró la moción de censura contra Guillermo Botero. Pero ahora que nombraron como ministro de Trabajo al exsenador de esa colectividad Ángel Custodio Cabrera, volvieron al redil.
Un problema que tiene el alcalde de Cartagena, William Dau, es que enfrenta un caos y no es por una oposición sólida. Seis partidos, que concentran el 80% de los concejales se declararon en independencia y solo lo respaldan tres. En Bogotá, la alcaldesa Claudia López hace un ejercicio de equilibrismo, pues pese al respaldo de la Alianza Verde y del Polo, le toca negociar con el grupo más grueso que optó por la independencia: Centro Democrático, La U y Colombia Justa Libre. Tiene la oposición de Cambio Radical.
En Atlántico la gobernadora Elsa Noguera y el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, disfrutan de la hegemonía de la casa Char. A Noguera la acompañan todos menos la Colombia Humana. Pumarejo, por su parte, tiene una mínima oposición de Alianza Verde y Polo Democrático.
En el Valle la gobernadora
Clara Luz Roldán heredó el poder de Dilian Francisca Toro, todos la apoyan y solo está en independencia la Alianza Verde. En Cali, el alcalde, Jorge Iván Ospina, no tiene oposición; en independencia hay tres partidos y lo respaldan Alianza Verde, Partido Liberal, La U, Cambio Radical, Polo y Colombia Renaciente, suficiente para una buena gobernabilidad.
Pese a las críticas, para el analista José Penso, “el impacto del estatuto será positivo porque obliga a las bancadas de oposición a ejercer frente a la opinión pública. En ausencia del estatuto, en regiones sucedía que la oposición podía ser fluctuante o a conveniencia”.
Se trata de un ajedrez en el cual los mandatarios tendrán que jugar la gobernabilidad, con una nueva ficha, los independientes que, como en el “juego ciencia”, se convirtió en un actor tan importante y poderoso como la reina