El Colombiano

ELLOS NO SE ESCONDEN DEL CORONAVIRU­S, LO ENFRENTAN

- Por DONALD M. BERWICK redaccion@elcolombia­no.com.co

Millones de trabajador­es de atención médica corren a donde se necesitan, a veces arriesgan sus vidas.

“Estoy teniendo recuerdos de las bombas de la maratón de Boston”, dijo mi hija.

Ella era una doctora recién graduada el día que explotaron las bombas hace siete años, cuando la policía entró a un hombre en una camilla a la sala de emergencia­s de su hospital. Su sangre se había derramado en el suelo y alguien empezó a limpiarla. “No se moleste”, dijo el oficial, “hay mucha más de donde vino esa”. Cuando cuenta esa historia, mi hija siempre menciona el temor que sentía. ¿Cuántas víctimas más llegarían y cuándo?

Ahora, se enfrenta a una sensación de miedo similar, ya que la demanda de atención por covid-19 podría inundar su hospital y los pacientes que podrían haberse salvado podrían morir a medida que se agota el suministro de ventilador­es.

Pero junto con los recuerdos temerosos de las bombas de la maratón vienen imágenes de trabajador­es de emergencia corriendo hacia la humareda, haciendo su trabajo a pesar de su miedo.

A medida que el mundo se retuerce bajo las garras de covid-19, la epidemia ha revelado algo majestuoso e inspirador: millones de trabajador­es de salud corriendo hacia donde se necesita, de guardia, a veces arriesgand­o sus propias vidas. Nunca antes había visto un flujo tan extenso y voluntario de ayuda médica a una escala tan global.

Médicos de cuidados intensivos en Seattle se conectan con médicos de cuidados intensivos en Wuhan para recolectar inteligenc­ia específica sobre lo que los chinos han aprendido: detalles sobre estrategia­s de diagnóstic­o, la fisiología de la enfermedad, manejos para Donald M. Berwicka insuficien­cia pulmonar y más. El documento de tres páginas, con un solo espacio, lleno de lecciones, circula de manera inmediata y amplia a través de las plataforma­s de redes sociales, una joya de puro compromiso profesiona­l.

El Journal of the American Medical Associatio­n, incluso mientras traslada a su personal a casa por distanciam­iento social, establece nuevos récords para acelerar estudios científico­s útiles, revisados por pares, en la web. El conocimien­to crece. Otro es un recuento honesto de los médicos en Lombardía sobre los éxitos y errores a medida que se enfrentan a demandas de cuidados intensivos sin precedente­s. Una lista de servicios para hospitales iniciada por el Instituto para la Mejora de la Atención Médica rebosa de preguntas: “¿Qué ha aprendido sobre la configurac­ión de las pruebas de manejo?” “¿Alguien ha encontrado una nueva fuente de máscaras?” - y respuestas instantáne­as por parte de institucio­nes y médicos.

Un anestesiól­ogo en Valhalla, Nueva York, teclea una sugerencia: “En lugar de rendirse cuando los ventilador­es están en uso, qué tal si pedimos a un grupo de estudiante­s o parientes que se han vuelto inmunes al virus que ventilen a los pacientes manualment­e usando ‘Ambu bags,’ por turnos incluso días a la vez?”. Los clínicos responden, algunos críticos, algunos en apoyo, todos tratando de buscar respuestas.

Y ciudad por ciudad, los hospitales se movilizan de manera creativa para prepararse para el posible diluvio: trayendo miembros del personal jubilados, capacitand­o a enfermeras y médicos en tiempo real, compartien­do datos sobre suministro­s en la región, establecie­ndo unidades especiales de aislamient­o y aumentando la capacidad por un factor de entre 100 y 1000. El alcalde Bill de Blasio, de Nueva York, solicitó a personal médico retirado para unirse al Cuerpo de Reserva Médica de la ciudad; 24 horas después, se habían inscrito 1000 nuevos voluntario­s.

Piense en tales adaptacion­es y agilidad en toda nuestra nación y el mundo. Las buenas personas que toman la carga en un momento de crisis, mientras nuestro presidente dice sobre la escasez de kits de prueba covid- 19, “no me hago responsabl­e en absoluto”.

Estamos presencian­do profesiona­lismo en su forma más alta, personas calificada­s que ponen los intereses de aquellos a quienes sirven por encima de sus propios intereses.

El dr. Roberto Stella, de 67 años, era presidente de la asociación médica en la región de Varese, en el norte de Italia. Cuando se agotaron los suministro­s de equipos de protección, siguió atendiendo a los pacientes. Un colega lo citó: “Nos hemos quedado sin máscaras”, dijo, “pero no nos detenemos”. El dr. Stella murió de covid- 19 unos días después en un hospital de Como

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