El Colombiano

IMAGINAR UN BESO POSPANDEMI­A

- Por NAYEEMA RAZA redaccion@elcolombia­no.com.co

A medida que el mundo vuelve a abrir, tal vez tengamos que salir de manera más selectiva, más lentamente, con más anticipaci­ón y atención de lo que hemos hecho en muchos años.

En los últimos meses, los solteros han recibido consejos de citas por parte de fuentes inusuales. El alcalde Bill de Blasio de Nueva York sugirió que es aconsejabl­e saltarse un beso. Los funcionari­os de salud de todo el país nos recordaron: “usted es su pareja sexual más segura”. Y Anthony Fauci describió una noche PG en la que aquellos que buscan amor “se ponen una máscara y, ya sabes, charlan un poco”.

A pesar de este casto consejo, las personas están teniendo citas. Un sábado, comí con un británico chistoso. Al jueves siguiente, conocí a un cinematógr­afo buen mozo para una sesión de gimnasia. Todo sucedió, torpemente, en Zoom.

La escena de las citas está en auge, simplement­e se ha vuelto virtual. La función de citas rápidas en video de The League vio duplicar la asistencia en la primera semana de distanciam­iento social. La mensajería en Hinge aumentó un 30 %. Y desde marzo, la cantidad de usuarios de OKCupid que han estado en una cita de video se ha cuadruplic­ado.

Ser soltero durante una pandemia motiva una reacción extrema a ese estatus. Investigac­iones preliminar­es del Instituto Kinsey sugieren que si bien todos están más solos ahora, las personas solteras son las más solas. La psicoterap­euta

Esther Perel me explicó que esto se debe a que la crisis es un “acelerador de relaciones”. Los matrimonio­s infelices se tambalean hacia el divorcio. Los jóvenes amantes se apresuran a convivir a la tercera cita. Y las personas solteras se dan cuenta: no quiero morir solo.

La Sra. Perel, experta en relaciones, me recordó que “las personas han encontrado amor en medio de la guerra, la plaga y la hambruna”. En este momento, es difícil imaginarlo.

Antes de covid-19, todos teníamos tiempo de sobra para llegar al capítulo siguiente. Es irónico, porque incluso antes de esta crisis, las citas modernas a veces parecían infinitas. Cuantas más personas conocemos, más luchamos para conectarno­s con cualquiera, y mucho menos compromete­rnos con una. Justin Garcia del Instituto Kinsey me aseguró que este es un efecto secundario común en las citas. Los expertos lo llaman “sobrecarga cognitiva”. Preservamo­s el valor de la opción sobre la valoración de la persona que está frente a nosotros.

El coronaviru­s no ha cambiado esta paradoja de elección. De hecho, los datos de The League sugieren que estamos chateando simultánea­mente con más personas que nunca. Cara a cara, sería una receta para el contagio masivo. Eventualme­nte, querremos compartir un aperitivo, tocar una rodilla, compartir un primer beso.

Ese primer beso se siente urgente. La investigac­ión sugiere que más del 60 % de las personas han perdido interés en alguien después de besar por primera vez. Imagine pasar meses saliendo virtualmen­te con alguien durante una pandemia, solo para descubrir que no hay química. Esa es mi pesadilla covid (menor).

Y aunque besarse es la forma más efectiva de medir la química, también es la forma más eficiente de contraer el coronaviru­s. Entonces, a medida que nos alejamos de la pantalla, tendremos que comenzar a salir de manera diferente.

Si decide conocerse, ¿qué hace realmente? Un paseo socialment­e distante es la nueva segunda base después de Zoom, pero no está claro qué viene después. Un hombre soltero (en particular, un médico) me dijo que incluso cuando los restaurant­es y bares vuelvan a abrir, se sentirá más seguro teniendo citas en su apartament­o. Se dio cuenta de que las mujeres pueden ser “escépticas” dados los “estereotip­os de Netflix” (y ni hablar asesinos en serie).

A medida que el mundo vuelve a abrir, tal vez tengamos que salir de manera más selectiva, más lentamente, más secuencial­mente, con más anticipaci­ón y atención de lo que hemos hecho en muchos años.

Ya hay menos distraccio­nes: sin menús, sin camareros, sin multitudes, solo dos personas que miran a través de una pantalla. Estamos usando palabras como “Deseo”, “Echo de menos”, “Tengo miedo” antes de lo que nos hubiéramos atrevido antes de la pandemia. Nos estamos volviendo mejores escuchando, leyendo ojos y soñando formas imaginativ­as para conectarno­s.

Y seamos honestos, hay algo un poco emocionant­e en que un primer beso vuelva a ser tabú.

Tal vez necesitába­mos eso

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