UN VIEJO LOCO, REINVENTADO
Un viejo loco, senil, pasó nuevamente por mi casa. Se había reinventado: ahora portaba una máscara de acrílico, artesanal, con un bello dedo del medio pintado grande con marcador negro. Sus gritos eran ininteligibles, incoherentes. Trato de relatar nuevamente lo poco que –con mucho esfuerzo– pude entender:
“Entiendo que sean reacios, que me llamen loco. Pero espero me comprendan, todo esto es en parte culpa de los incólumes encuarentenados de neveras llenas y webinars a las 10 a.m: cuando alcancé a procesar por la 17va vez en menos de 24 horas la palabra “reinventarse” fue que afortunadamente perdí del todo la cordura.
Y estoy de acuerdo con ustedes. Hay que “reinventarnos” la palabra “reinventarse”, y buenos ejemplos ya abundan por estas bellas tierras.
Honorables congresistas han ido lentamente reinventando el modus operandi de esas sofisticadas agencias de empleo que llaman “partidos”. La virtualidad los cogió por sorpresa, pero la reinvención siempre encuentra cabida: algunos alegaron que “no todos los colombianos tenían internet”, otros posaron como
power rangers enmascarillados en defensa de su derecho a la presencialidad, pero ya al menos se ven resultados. El carriel es patrimonio nacional, se debatió un proyecto de ley contra la tenencia de aves enjauladas. Me parece muy pertinente: ni que los pajaritos fueran “abuelitos” mayores de 70 años.
Y el Ejecutivo también se sigue reinventando. Ya ven maneras de largo plazo de decretar la forma de movernos, de saber dónde estamos en todo momento, de tener potestad de decidir quién puede ir a qué centro comercial. Que sigan en sus labores de reinvención, van a un ritmo inmejorable.
Aunque quedan muchos retos. No sé si alcance con bonos solidarios para reinventarnos del todo la vida de los millones de quienes kafkianamente se quedaron sin la posibilidad de vivir de su día a día. Pero hay esperanza, parece un reto menos complicado que reinventarse un sistema laboral que permite informalidades de más del 50 %.
Y ni qué decir de los colegios, que de alguna manera encontrarán esa manera de reinventarse y cerrar la brecha social que genera esa virtualidad sin medios. De pronto lograremos reinventarnos más rápido el rol de la educación como transformador social. La reinvención parece poder con todo.
¡Reinvéntense! ¡Qué esperan! ¡En estos tiempos lo necesitarán!”. Afortunadamente calló: la sesión virtual de yoga ya iba a comenzar * Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.