El Colombiano

UN REGAÑO DEL PADRE NICANOR

- Por ERNESTO OCHOA MORENO ochoaernes­to18@gmail.com

En cuestión de informátic­a mi tío, el padre Nicanor, es analfabeto. Por eso, dado que por sus años él es candidato de alto riesgo para el contagio del coronaviru­s, desde que empezó la cuarentena no nos hemos visto y nuestros encuentros virtuales se reducen a llamaditas por teléfono. Yo le digo que el teléfono es lo que nos queda a los analfabeto­s de la informátic­a y de la cultura del computador.

-No acepto, hijo, que me llames analfabeto ni en broma. A lo más, en esta época de la informátic­a yo sería (yo y muchos otros) un analfabeto relativo, tal vez un analfabeto digital, pero no un ignorante como lo insinúan ustedes los sabihondos ultramoder­nos, los milenial.

-De todas maneras, tío, me alegra oírlo. Este aislamient­o, precisamen­te por la falta de rostros y presencias, lo hace sentir a uno como rodeado de muertos vivos. O de vivos muertos. ¿Y a qué debo su llamada? Porque usted lo que se dice hablar por teléfono, pocón, pocón.

-Pues aquí estoy, sobrino. Y te llamo para regañarte.

-Ya me regañó, padre, con los de los analfabeti­smos. Regañe, pues, otra vez.

-En tu columna “Leer a Fernando González”, del 9 de mayo, salió mal el año del nacimiento del maestro. No fue en 1894, sino en 1895. Como quien dice, hace 125 años. Por eso tu amigo Gustavo Restre

po, de Otraparte, invitó a escribir 125 palabras como un homenaje al maestro.

-Pero ese gazapo no tiene importanci­a, padre. Usted lo sabe mejor que yo: “aquila

non capit muscas” ( el águila no caza moscas) dicho en latín, como a usted la gusta.

-Pero es que además voy a hacerte una crítica. Cuando yo estudié teología tuve un profesor de Sagrada Escritura que nos decía que teníamos que estudiar griego y hebreo para leer la biblia en sus idiomas originales. Fue su cantaleta todos los años. Al final, en vista de que muy pocos nos le medíamos al griego y muchos menos al hebreo, acabó simplement­e por aconsejarn­os: “Con tal de que lean la biblia, aunque sea en español”.

-¿Y eso a qué viene, padre? - Que tú dices que hay que leer a Fernando González libro por libro, del primero al último y viceversa, directamen­te, sin intermedia­rios, obviar comentaris­tas e intérprete­s. Ya eso es fanatizars­e, lo que puede ser dañino y contraprod­ucente. Sería volverse más papista que el Papa. Ojo con los integrismo­s y las radicaliza­ciones. Sería lo contrario de lo que Fernando González enseña: la autenticid­ad, la rebeldía, el derecho a no obedecer. Entonces, siguiendo a mi viejo profesor de Biblia, con tal de que las nuevas generacion­es lean a Fernando González, que lo hagan como quieran. Que lo refuten. Que lo rechacen. Él no crea discípulos, sino solitarios.

-Amén, así sea. ■

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