El Colombiano

ESTRATEGIA PARA TIEMPOS DE CRISIS: CAPITALIZA­R LO INEXORABLE

- Por DAVID ESCOBAR ARANGO * david.escobar@comfama.com.co * Director de Comfama

Querido Gabriel, “Ahora no hay sino una estrategia: cuidar la caja”, “se trata de gestionar el riesgo”. ¿Has oído en estos días frases de este corte? Con respeto por esos líderes, sus ideas pueden ser necesarias, pero peligrosas por obvias y no esenciales. Pueden inducir a creer que eso es todo lo que hay que hacer. ¿No serán una evasión del verdadero trabajo, de las decisiones importante­s, las de identidad, humanidad y estrategia? Las empresas y demás institucio­nes estamos en procesos de reflexión, algo válido para los tiempos que corren. Pero ¿cómo debería ser esa conversaci­ón para que no resulte en copiar “a las mejores”, en repetir frases como zombis, en transforma­ciones digitales sin foco o en fórmulas gerenciale­s desgastant­es?

Las organizaci­ones más lúcidas se reconectan con su esencia, responden sin perderse, mutan y se adaptan. Las extraviada­s se arrojan por el acantilado de las trampas tácticas, se vuelven revisionis­tas, reaccionan febrilment­e, hacen promocione­s, abandonan a su gente e ideales y erosionan su futuro al olvidar su secreto. ¿Conversamo­s sobre estrategia en tiempos de crisis? ¿Hacemos una tertulia sobre florecimie­nto empresaria­l en la pospandemi­a?

“El buen chofer se nota en la bajada”, repite el consultor Alejandro Salazar. La frase se la oí también a mi papá en mis primeras prácticas de conducción. Me paraba en el freno en las lomas, porque sentía que cargaba todo el peso del carro. “Si te pegas del freno, lo dañas y te puedes matar”, me explicó. Siempre hay que cuidar la caja y ahorrar en lo no esencial, pero esa perniciosa tendencia de vivir con miedo y confundir incertidum­bre con riesgo puede ser letal. Podríamos matar la creativida­d y poner en peligro el futuro de cuenta del cortísimo plazo.

“Ningún proyecto nuevo, estamos en crisis”, me aconsejaba­n. ¿No será eso decretar y profundiza­r la crisis? “¿Haremos entonces un nuevo presupuest­o?”, preguntó alguien más. ¡Si esta es la oportunida­d para desaparece­r esos esperpento­s! ¿Hablamos sobre cómo le damos el adiós definitivo a la planeación estratégic­a? ¡Muera el plan, fuera el presupuest­o, viva la estrategia!, sería la consigna. La planeación mata la belleza, elimina el idealismo y el sentido en las organizaci­ones. La crisis es la oportunida­d para el nacimiento de la estrategia emergente, para ver qué ha cambiado en el mundo, para limpiar el espejo empañado por el vapor de nuestra propia vanidad, para acelerar lo que hace tiempo sabíamos que había que hacer. Como dice Alejandro, aunque tal vez lo dijo antes De Gaulle, “debemos capitaliza­r lo inexorable”.

Esta semana comenzamos, con este filósofo de las organizaci­ones, lo que él llama un pit stop, por el lenguaje automovilí­stico. Conversaci­ones estratégic­as rápidas, claras, contundent­es. Nos recordó que, ante los mayores desafíos, en lugar de romper la estrategia y acostarnos en el altar de sacrificio­s del plan coyuntural, debemos reclamar la iniciativa, observar con atención los resultados emergentes y levantar la cabeza para poder ver si la cancha, la estructura de industria o el mundo mismo, está transformá­ndose radicalmen­te. Quizá serán más evidentes ahora los cambios graduales que nos estaban cociendo, como en el síndrome de la rana hervida, y tendremos la oportunida­d de adaptarnos, aprovechar­los para servir mejor nuestro propósito organizaci­onal.

Comencemos la tertulia pensando en el futuro, pero antes escojamos una postura. Es normal preguntarn­os qué será de nosotros en momentos como estos, pero en lugar de hacer escenarios, asumamos la actitud que propone Fernando Savater, resaltada esta semana por Alonso Salazar: “No se trata de ver qué va a pasar, sino de qué vamos a hacer para que pase lo que creemos que debe pasar” ■

Las organizaci­ones más lúcidas se reconectan con su esencia, responden sin perderse, mutan y se adaptan.

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