El Colombiano

“YO ESTARÉ CON USTEDES TODOS LOS DÍAS”

- Por HERMANN RODRÍGUEZ O, S.J. hermann.rodriguez@javeriana.edu.co

Hay personas a las que les cuestan, particular­mente, las despedidas. Son momentos muy intensos, en los que se expresan muchos sentimient­os que duermen en el fondo del corazón y tienen miedo de salir a la luz y expresarse de una manera directa. Pero, en estos momentos, saltan inesperada­mente y sorprenden a unos y a otros... Despedirse es decirse todo y dejar que el otro se diga todo en un abrazo que contiene la promesa de seguir presente a pesar de la ausencia.

Salta a mi memoria, en esta solemnidad de la Ascensión del Señor, la poesía que Gloria Inés

Arias de Sánchez escribió para sus hijos, y que lleva por título: « No les dejo mi libertad, sino mis alas ». Como ella, el Señor se despide de sus discípulos, ofreciéndo­les un abrazo en el que se dice todo y nos regala la promesa de su presencia misteriosa, en medio de la ausencia:

“Les dejo a mis hijos no cien cosechas de trigo/ sino un rincón en la montaña, con tierra negra y fértil,/ un puñado de semillas y unas manos fuertes/ labradas en el barro y en el viento.

No les dejo el fuego ya prendido/ sino señalado el camino que lleva al bosque/ y el atajo a la mina de carbón.

No les dejo el agua servida en los cántaros,/ sino un pozo de ladrillo, una laguna cercana,/y unas nubes que a veces llueven.

No les dejo el refugio del domingo en la Iglesia,/ sino el vuelo de mil palomas, y el derecho a buscar en el cielo,/ en los montes y en los ríos abiertos...

No les dejo lo que pude encontrar,/ sino la ilusión de lo que siempre quise alcanzar./ No les dejo escritas las protestas, sino inscritas las heridas...

No les dejo mi libertad sino mis alas./ No les dejo mis voces ni mis canciones,/ sino una voz viva y fuerte, que nadie nunca puede callar.

Y que ellos escriban, ellos sus versos,/ Como los escribe la madrugada cuando se acaba la noche.

Que escriban ellos sus versos; // por algo, no les dejo mi libertad sino mis alas...”

“Los once discípulos se fueron a Galilea, al cerro que Jesús les había indicado. Y cuando vieron a Jesús, lo adoraron, aunque algunos dudaban. Jesús se acercó y les dijo: – Dios me ha dado autoridad en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenla­s en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” ■

Despedirse es decirse todo y dejar que el otro se diga todo en un abrazo que contiene la promesa de seguir presente a pesar de la ausencia.

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