SALUD CRÓNICA Harrison venció la covid luego de 49 días en la UCI
El joven de 24 años, empleado de un negocio en la plaza Minorista, superó el virus en los cuidados intensivos del Hospital San Vicente Fundación.
El pasado viernes 22 de mayo fue un día inolvidable en la vieja nueva vida de Harrison Gómez Duque. Escoltado por un pasillo de honor, compuesto por el personal médico, salió del Hospital San Vicente Fundación luego de 49 días en cuidados intensivos. Allí ingresó en la noche del 3 de abril para librar la que quizás ha sido la prueba más fuerte que le ha puesto la vida en sus 24 años: vencer la covid-19.
Ese mismo viernes, minutos después de que le dieran el alta médica, en un sector de Niquía Camacol en Bello se escuchó otro aplauso sonoro. Allí a Harrison lo esperaba gran parte de su familia y de los vecinos de la cuadra que lo recibieron con bombas blancas, música y videos emotivos. El joven descendió con paciencia uno a uno los escalones por sus propios medios mientras su hijo
Emiliano, de dos años y medio, corría a su encuentro.
Síntomas e incertidumbre
A pesar de que en la salsamentaria donde trabaja en la Plaza Minorista ya usaban tapabocas y tenían cuidados como un lavado constante de manos, a Harrison los síntomas de malestar le comenzaron los últimos días de marzo.
Primero consultó en otro centro asistencial, pero lo devolvieron para la casa con un diagnóstico de una infección en los bronquios y la recomendación de que comprara un inhalador. Conforme pasaron los días la salud de Harrison, que además es asmático, se deterioró hasta el punto que el viernes 3 consultaron en otras urgencias y les dijeron que era necesario que lo llevaran a un centro hospitalario con UCI porque era probable que hubiera que intubarlo. Un taxi los llevó desde el norte del Valle de Aburrá hasta la entrada de Policlínica.
Isabel Amelines, urgentóloga e intensivista del Hospital San Vicente, lo acompañó en todo el proceso desde los inicios hasta que le dio el alta. La médica cuenta que al paciente hubo que sedarlo para controlar el gasto de oxígeno y poder enfocar la ayuda del ventilador mecánico en las áreas vitales y el cerebro.
“Harrison llegó con falla ventilatoria, es decir que no tenía capacidad para respirar y se le conectó a la máquina de ventilación mecánica desde el primer día. Todos sus órganos fallaron, hubo que dializarlo, bajó mucho de peso y le hicimos de todo. Fue muy guapo, porque el manejo de estos pacientes es complicado por los aparatos que hay que poner y los cuidados adicionales que se requieren”, contó.
Durante 22 días la conciencia de Harrison entró en un trance que hoy entiende como un sueño que se repetía y se repetía, sin tener noción del tiempo y de la batalla que libraba junto al personal médico que lo tuvo a cargo en el hospital como el primer paciente grave por covid-19.
“Cuando me desperté lo primero que pregunté es cuánto llevaba ahí y no podía creer que fuera tanto tiempo. Me dijeron que me tenían 20 horas boca abajo y dos boca arriba, y así cada día, y quedé sorprendido con todo lo que me contaron que me hacían porque no me acuerdo de nada”, cuenta hoy el paciente que ya no tiene rastros del virus, pero sigue con terapias desde la casa.
Manuela Gallego, esposa de Harrison, explica que al principio las noticias no eran alentadoras y la incertidumbre era grande porque no estaban permitidas las visitas y solo tenían reporte de los médicos luego de las rondas. Cuando el diagnóstico mejoró llegó el momento de verlo por videollamada.
Razón de vivir
La urgentóloga e intensivista que lo atendió cuenta que fue muy satisfactorio para todos ver la evolución y que pudiera salir de la UCI luego de una enfermedad nueva e impredecible: “otra cosa difícil de esta enfermedad es que están solos, nadie los puede visitar y por eso en todo ese tiempo sedado le hablábamos y le decíamos que la familia estaba bien, aunque no pudieran responder. Ver las primeras videollamadas cuando despertó fue muy emotivo, no se sabía cuál de todos lloraba más: si Harrison, la familia o el per
sonal médico que estaba de turno”, cuenta.
Luego de que despertó de esa sedación provocada por los medicamentos, el proceso para recuperar los movimientos fue gradual. Al principio no podía ni mover las manos o estar sentado, pero la evolución fue progresiva y se potenciaba con la fortaleza del paciente para cumplir pequeños retos cada día que hoy parecen muy simples.
Harrison rememora que el primer día que pudo caminar daba tres pasos y se cansaba. A los dos días daba la vuelta a la habitación y de a poco el cuerpo se fue acondicionando y recuperando la memoria:
“La familia hace mucha falta. Desde el día que los pude ver luchaba más y le pedía mucho a Dios fortaleza para que el progreso se viera y la recuperación fuera más rápida y estar lo más pronto posible en la casa. Por estar tanto tiempo sedado todavía me canso muy rápido y me falta recuperar el estado físico, pero es de paciencia”, cuenta el hombre que fue uno de los 51 contagios del brote de la Minorista y que señala a su hijo, su esposa y su familia como el principal motor para seguir luchando.
Esos cuidados que tuvieron con él en el hospital, que ahora agradece con promesas de volver cuando esté al 100 %, los combina con mensajes para que la gente tome más precauciones frente al nuevo coronavirus y no asuma que es una enfermedad que solo golpea a los adultos mayores.
“La verdad es que el personal médico me atendió muy bien. Cuando salí sentí alegría y muchos me decían que estaban admirados porque demostré ser muy valiente y nunca renuncié a esas ganas de vivir. A la gente le diría que se cuide porque una vez uno entra a una UCI, no sabe si vuelva a la casa”