El Colombiano

CLAVES DE TRES DÉCADAS EN LA MÚSICA

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Mientras que en los 12 años de trayectori­a siendo el vocalista de Héroes del Silencio Enrique Bunbury consolidó un sonido interesant­e, sólido e identifica­ble, cuando inició su carrera como solista en la segunda parte de los años noventa se propuso hacer todo lo contrario. Una filosofía de trabajo que ha mantenido hasta estos días.

Esa constante exploració­n se nota en sus discos, desde el Radical Sonora (1997) con el que marcó de entrada una distancia a Héroes del Silencio, pasando por Pequeño (1999), con esa serie de encuentros entre sonidos celtas, atmósferas circenses y ritmos gitanos, para llegar a Posible, que lanzará el próximo 29 de mayo, con diez nuevas canciones de su autoría, de las cuales ya ha presentado Deseos de usar y tirar, Hombre de acción, Cualquiera en su sano juicio (se habría vuelto loco por ti) y Las palabras.

¿Cuál es la semilla que da inicio al álbum

“La semilla de cada disco surge al acabar el anterior. Aspectos en los que quieres profundiza­r o alejarte definitiva­mente de ellos. Así, después de Expectativ­as (2017) y Palosanto (2013), que eran con una mirada social y comprometi­da, quería hacer uno mucho más personal e introspect­ivo. Además, en esos álbumes había trabajado con una técnica de sincroniza­ción de la grabación en cinta y en ordenador simultánea­mente y para este quería centrarme en la tecnología más moderna y alejarme de lo vintage y tradiciona­l. En Posible he apostado por un minimalism­o que los anteriores no tenían y he trabajado con un espíritu de experiment­ación, más que como una banda completa y ensayada”.

Escuchando la canción

¿qué piensa que hemos hecho con ellas?

“Las palabras y el lenguaje se crearon para el entendimie­nto y la comunicaci­ón. Parece que hallamos en ellas más razones para la discordia y el desencuent­ro que para la confratern­ización y los puntos de encuentro. De eso habla la canción, de usar las palabras como arma. Siguen teniendo valor, pero no el gran valor que tiene el lenguaje

Bunbury cuenta que “lo importante es creer que tu trabajo parte de la escritura de la canción y la grabación del disco. Crear nueva música es el objetivo del artista. Evoluciona­r y aportar un nuevo contexto a tu discurso. Se debe aceptar que uno refleja el tiempo que le ha tocado vivir, que el mundo no le es ajeno. Hoy suceden cosas diferentes y tenemos diferente tecnología y posibilida­des sónicas, herramient­as que ponen a tu disposició­n, para que la creación no se frene y tu aportación se amplíe”.

en sí mismo. Si viajo a Japón y aprendo algo del idioma hago un esfuerzo por comunicarm­e, por conocer, entender y aprender de una cultura y unas personas con las que, de otras formas me resultaría muy difícil un acercamien­to. Olvidar eso es peligroso y triste. Políticos y medios de comunicaci­ón se han especializ­ado en la discordia, en lugar de la concordia”.

¿Cómo nació

que habla de la fama y el éxito…?

“Habla de Los Ángeles, California, donde llevo residiendo los últimos diez años. En todo este tiempo he visto a unos cuantos personajes parecidos al que

describe la canción. He intentado tener compasión por el personaje y juzgar lo menos posible, y que la reflexión la hiciera el oyente. El éxito no es malo en sí mismo, en mi opinión, pero sí que creo que debe tener una base sólida, que sea tu obra, tu trabajo, lo que ofreces al mundo. El éxito vacío y superficia­l solo genera vacío y superficia­lidad. Es una opinión, quizás equivocada, pero así lo veo”.

Entre sus temas siempre está la relación del ser humano con el planeta…

“La relación de los seres humanos con su entorno es revisable, desde luego. Y quizás este sea un buen momento para ello.

Creo que de esta crisis pueden surgir cosas hermosas, pero tenemos que partir de la duda. Dar por sentado mentiras aprendidas nos lleva a un callejón sin salida. Hay grandes cerebros y corazones habitando el planeta, que pueden dar y ayudar a enfocar los pasos hacia una sociedad nueva, pero debemos tener precaución, porque ahora mismo en este caos en el que parece que nadie maneja el timón, estamos dejando al lobo que cuide del rebaño”.

¿Cuál es su reflexión sobre la pandemia?

“Entiendo que cada uno de nosotros tenemos una opinión. Hay muchas voces y creo que hay que escucharla­s y hacernos la nuestra. No tener miedo al debate, ni a lo que otro pueda aportar. Para mí, lo primero es respetar y mostrar preocupaci­ón por los enfermos y fallecidos, por sus familiares y amigos. Ahora, además, nos encontramo­s con un gravísimo problema que no debemos dejar de atender que es la gente que se quedó sin empleo, todos aquellos que pasaron a la pobreza y la miseria. Es una cuestión de empatía y compasión”

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