SEXTA COLUMNA
Esa palabra, disciplina, es esencial en todas las actividades de la vida. Los padres deben imponer la disciplina en los hogares y, con ella, educar a los hijos para el futuro. En el estudio, la disciplina hay que propiciarla para el bien y el éxito de los estudiantes. En la vida del trabajo, la disciplina es fundamental para conseguir los triunfos.
Lo anterior suena muy sencillo, pero no es tan fácil tenerla, aplicarla y hacer que se entienda. En el deporte es la esencia para el triunfo. El deportista tiene que ser disciplinado en los entrenamientos, cumplido y disciplinado en las contiendas. El estudiante tiene que ser disciplinado si aspira a tener éxitos en el futuro. El profesional debe tener una máxima disciplina en el ejercicio de su especialidad si no quiere llegar al fracaso. En la vida comunitaria sí que es importante la disciplina.
Lo anterior, porque la única manera de salir del problema del coronavirus es con una máxima disciplina. Eso es lo que ha querido el señor Presidente, pero se ha encontrado con la barrera de nuestra indisciplina.
Si todos y cada uno de nosotros supone que puede ser un contagio para los demás, debe aplicar la disciplina y no arrimarse a las personas para no contagiarlas. Sabe que, si saluda de mano o con un abrazo o con cualquier contacto físico puede contagiar a las personas, que se cuide de esa práctica del saludo y lo haga a distancia. Si sabe que en el transporte público no se puede juntar con las otras personas para no contagiarlas, mantiene la distancia sin necesidad de que se lo exijan. Si estornuda, lo hace con las mayores protecciones. Si va a un espectáculo público y la cercanía con los demás puede producir contagios, no lo debe hacer por disciplina y respeto. Más bien no asiste a ese espectáculo.
También se debe suponer que los demás, todos, pueden tener el virus y nos pueden contagiar. Por supuesto, no nos arrimamos a las otras personas, mantenemos la distancia prudencial, no asistimos a actos donde estén esas personas que pueden tener el virus y puedan contagiarnos. Tampoco los saludamos de mano o con algún contacto. No salimos a la calle para no contagiarnos. Nos lavamos las manos siempre que recibamos algo de otros, dinero, paquetes, o cualquier otro elemento. En fin, con disciplina ayudamos a que la pandemia no esté con nosotros.
Todas esas actitudes hacen parte de la disciplina pública y elemental. La pandemia la podemos manejar nosotros con disciplina. No habría necesidad de decretos y órdenes del Ejecutivo. No nos quejaríamos por las medidas fuertes que hay que aplicar, si nosotros mismos nos diéramos cuenta de nuestra propia responsabilidad.
Como somos indisciplinados, el Gobierno tiene que producir decretos y dar órdenes que nos pueden molestar. Hay que hacerlo y por eso debo felicitar al presidente Duque. Por su decisión, por preferir que lo golpeen con las encuestas a que un pueblo sufra las consecuencias de su propia indisciplina. Ya que no nos queremos mortificar con la necesaria disciplina, tenemos que obedecer a un gobierno que nos quiere proteger
La pandemia la podemos manejar nosotros con disciplina. No habría necesidad de decretos y órdenes del Ejecutivo. No nos quejaríamos por las medidas fuertes.