El Colombiano

Borrón y cuenta nueva

No se debe alimentar la cultura del no pago, porque al final lo que genera es escasez de crédito; desvirtuar la importanci­a de informació­n crediticia y disminuir su confiabili­dad, dificulta la toma de decisiones.

-

Finalmente, después de muchos intentos, el proyecto que se ha denominado “Borrón y cuenta nueva”, se abrió paso en el Congreso, e incluso ahora cuenta con el apoyo condiciona­do del Gobierno. El cambio de opinión tiene una explicació­n: la pandemia llevó a que los colombiano­s se concentrar­an en proteger su salud y bienestar físico, pero medró su estabilida­d financiera y el bienestar económico. La pérdida de ingreso de miles de negocios y empresas, con su efecto sobre el empleo y los hogares, dejará a muchos sin la posibilida­d de pagar sus deudas. Nada más popular que borrar esa informació­n y supuestame­nte ayudar a mantener un historial crediticio limpio para los potenciale­s clientes de los bancos, aunque también de otros negocios que utilizan esa informació­n.

El problema es que la iniciativa puede tener efectos contraprod­ucentes. El proyecto había sido cuestionad­o por académicos, ya que llevaría a las entidades financiera­s a restringir su oferta de crédito. Para los prestamist­as, ya sean bancos u otro tipo de agentes económicos, es difícil obtener la informació­n para evaluar la capacidad de pago de sus clientes potenciale­s. Existe un problema de informació­n asimétrica, cuando el interesado en el préstamo es el único que conoce realmente su situación financiera. Esa es la razón de la existencia de las centrales de riesgo que recogen esa informació­n para que pueda ser consultada. El problema de informació­n es más complicado en un país como Colombia, donde la mitad de la población trabaja en el sector informal, en su propia empresa, o explotació­n agrícola, gerenciand­o pequeños negocios o trabajando como prestadore­s de servicios.

Sin informació­n confiable de la historia crediticia, aumenta la probabilid­ad de que el crédito no se otorgue o sea muy costoso por el aumento en el riesgo. Puede estimular el nefasto “gota a gota”. Es una pésima noticia para la economía en este momento cuando la mayoría de los agentes requiere endeudarse para sobrelleva­r la situación. Si no hay crédito, se amplifica la desacelera­ción de la actividad y se aleja la recuperaci­ón. Tampoco es una buena señal cambiar las reglas del juego en medio de la crisis. Ya hay una gran presión sobre el sistema financiero como para agregar otro factor. Es cuestión de tiempo ver las bancarrota­s y el incumplimi­ento en el pago de obligacion­es, como consecuenc­ia de la detención súbita de la economía desde finales de marzo, que para algunos sectores económicos puede extenderse por unos meses más.

En medio de un panorama complejo, desvirtuar la importanci­a de informació­n crediticia y disminuir su confiabili­dad, dificulta la toma de decisiones. De otro lado, hay un argumento de educación financiera. Hay que fortalecer la idea de que los colombiano­s cuiden su historial crediticio. Para lograrlo, el camino es el de cumplir las obligacion­es y no pretender que se olviden. No se debe alimentar la cultura del no pago, porque al final lo que genera es escasez de crédito o su encarecimi­ento.

Lo decía el Informe de Sostenibil­idad Financiera del Banco de la República en días pasados. Colombia ha hecho un esfuerzo por fortalecer su sistema financiero, y eso es un activo muy valioso que se debe preservar, pues garantiza el ahorro y que el crédito se irrigue a la economía. Impedir que el sistema financiero pueda contar con informació­n confiable para llevar a cabo su tarea no contribuye a que cumpla con su rol de intermedia­r y financiar el desarrollo económico

 ?? ILUSTRACIÓ­N MORPHART ??
ILUSTRACIÓ­N MORPHART

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia